Salido

Ella se sienta en mi cara y yo forcejeo para meter mi lengua dentro. Suspira.
Voy lamiendo pasando también por su ano. Meto dos dedos en su vagina. Y con la lengua comienzo a trabajar el clítoris.
Un amigo mío lo llama “cosechar”. Cuanto mejor coseches más probable es que te la chupen después. Así que me empleo a fondo. Nunca sabes hasta dónde querrá llegar ella, así que lo mejor es tener la despensa llena. Cosechar, porque si no es hoy podría ser mañana. Lo importante es no auto limitarse.
Comienza a pellizcarse los pezones. Y eso podría ser buena señal. Una mamada es el sustitutivo perfecto a la ausencia de condones. Esto es cuando ella no aboga por la marcha atrás, lo cual, deduzco, elimina la posibilidad del anal. Casi nunca se trata tanto de dar placer como de esperar la recompensa.
Amor sería mucho decir, aunque me doy miedo a mí mismo cuando miro sus tetas. Unas buenas tetas detienen el tiempo. No hay futuro. No puedes creer que la gravedad pueda mutilar esa perfección de novela rosa barata.
Ella es lo más parecido a un dibujo animado. Una caricatura guarra. La versión obscena y adulta de Clara si después de haber conseguido volver a andar se hubiese descubierto ninfómana.

Pero a mitad de faena, se arrepiente. Comienza a ponerse la ropa interior mientras murmura algo sobre su novio. No me mira, y sale escopeteada de la habitación, creo que llorando. Quizá porque cree que está enamorada de su novio, o porque quiere seguir creyendo que es monógama. O puede que sólo quiera aspirar a ser una chica “normal”, casarse y multiplicarse. Seguramente se niegue a sí misma lo que es y lo que quiere, sea lo que sea. Y yo me cago en todo, no suelo comerme un rosco así habitualmente, porque además estas cosas suelo decirlas en voz alta. La ambigüedad no te hace más atractivo. Filosofar no es como ser poeta, aunque hoy en día ya no es tan distinto; la verdad es que el follar o no tiene más que ver con lo que puedan llegar a correrse hacia atrás los asientos de tu coche. La verdad es que el éxito no tiene que ver tanto con pensar como con oler a coño. Es sorprendente cómo a veces los eufemismos y las exageraciones son mucho más ciertos y gráficos que la verdad.
Me meto la polla en los pantalones, después de masturbarme, ni que decir tiene. Está amaneciendo. Pero no tengo nada de sueño. Creo que esta noche me metieron algo en un cubata, y lo cierto es que me sentó genial, pero ahora lo que sea se ha aliado con mi insomnio natural. Decido ducharme y salir a dar una vuelta. De camino a la ducha se me vuelve a poner dura. Y sé de sobras que el paseo no me va a ayudar con esto.

Todo el mundo me decía que viajara solo, que tenía que probarlo, una semana, que sentaba de maravilla, que alejaba los problemas. Así que aquí estoy, en un apartamento cerca de la playa, a cien kilómetros de mi casa, matándome a pajas.
Y no es que todos los tíos seamos iguales, pero todos venimos a ser lo mismo. Dando vueltas por el paseo marítimo sólo ves pasar a chicas por todos lados, en grupo, solas, camareras, en top less, adolescentes, mujeres, Julietas… Es maravilloso y terrible a la vez. Eres tímido y un viejo verde y un violador potencial, todo en uno. Sabes que te vas a poder controlar pero también te das miedo. Eres hombre. Y para ciertas cosas te conoces muy bien. Los hombres sólo respetamos a nuestra madre, y quizá porque nos resulta violento querer volver a entrar por donde salimos. Sólo proyectamos al exterior lo políticamente correcto. En el fondo no sólo somos apetito sexual, pero sabes de sobras que ese bikini que te compraste ayer será lo que nos haga dejar de pensar a todos nosotros mañana.

Podía haber ido a una ciudad europea, fría, a ver museos, a practicar idiomas; podría habérmelo montado bien y haber preparado un viaje cultural, algo que me hubiese curtido. Podría haber hecho tantas cosas. Podría haber sido mejor persona en la vida, haberme portado mejor con los demás y no ser un capullo nihilista. Podría haber sido tanto mejor de lo que soy… Podría ser diferente. Pero en lugar de eso he metido todas mis debilidades en la maleta y me he venido a la puta playa. Donde rodeado de mujeres y adolescentes nunca lograré centrarme, pensar. En verano no hay que ser un genio para ver que los tíos vamos de culo. Da igual si tienes novia o si no, o si estás casado o pase lo que pase. Si eres una chica joven seguramente irás a la playa a menudo con amigos. Ya sabes, cuando pilláis dos coches y vais tres chicos y tres chicas. Un buen día. Esos días entre amigos en los que todo es echarse unas risas. Son esos días de playa en los que cualquier chica, por recatada que se muestre normalmente, se pondrá su bikini nuevo deseosa de que la vea todo el mundo con él. Sin pensar que tan sólo es ropa interior decorada; lo mismo que ir en sujetador y bragas pero aceptado porque de cerca se oyen las olas del mar. En ese ambiente, tienes que saber que si eres chica, cualquier tío que tengas alrededor sólo puede pensar en que tu bikini es lo único que te separa de él. Así que llegáis a la playa y las chicas os tumbáis a tomar el sol, os movéis de un lado a otro, os ponéis crema entre vosotras y os desabrocháis el sujetador/bañador para que no quede esa marca tan fea. Y mientras tanto ellos, vuestros amigos, siguen ahí, buscando la postura adecuada, mirándoos sin mirar. Y llega el momento en que os levantáis todos para ir al agua, y ese amigo tuyo tan correcto y amable, os dice:
– Yo ahora voy, me quedo un poco más.
Y lo dice boca abajo en su toalla, sin darse la vuelta. Se queda ahí, para ocultar su brutal erección. Puede ser uno de tus amigos, o incluso dos, o quizá sólo os vayáis a bañar las chicas durante un buen rato. Hasta que la sangre se reparta por vuestros colegas acorde a la imagen que tenéis de ellos. Lo mismo pasa si hay varias parejas, o con matrimonios, o entre gays, etc. La cuestión es que si has tenido que acudir a terapia porque hasta hace poco no bajabas de las diez pajas al día, ése ambiente no te ayuda nada.

La única diferencia entre un salido y quien consideras que no lo es, es que uno de los dos habla más de la cuenta. Pasa con todo; la próxima vez que salga la foto de un pederasta por la tele, piensa en si te negarías a tomar un café con él de no saber su condición. No te debería importar el interior de la gente sólo por dar una buena imagen. Por regla general suele ser mejor ser una paranoica. A cierto nivel el miedo será lo que te hará llegar a vieja. Si eres mujer. Y si no, deberías evitar ser como yo, o como mínimo saber esconderlo.
Pero si eres como yo, sabes valorar las virtudes de follar con alguien sin ni tan siquiera saber su nombre. Las personas que te tiras no son tanto seres humanos como chutes que te hacen pasar el mono. Si eres como yo, hay días que dudas sobre si hacerte tu doceava paja. Así que no seas como yo. Y no olvides que no se trata de una cuestión de moral, sino de tiempo. De cada veinte excusas que les pongo a mis amigos para no quedar con ellos, quince tienen que ver con la masturbación, y cinco con el sexo. Mi problema es que no quiero tanto conseguir superar el problema como convertir cinco en quince.

El paseo marítimo no está muy poblado a estas horas. El clima es suave, hay mucha humedad pero el calor aún no aprieta. Mi polla está en reposo.
Enamorarse. Eso me dicen algunos que es lo que cura mi vicio. Y digo vicio, porque hoy por hoy una novia mía debería tener como mínimo diez vaginas para poder soportarme. Así que no sé si es amor exactamente lo que necesito. Si el sexo fuera como la heroína, ya haría mucho tiempo que habría dejado de peinarme y lavarme los dientes y trabajar. Lo malo de las mujeres es que no puedes tirarlas al váter y tirar de la cadena como si fueran pastillas. Lo malo para mí, quiero decir. Esto no es misoginia, se llama desesperación. Y además soy demasiado aprensivo como para acostarme con putas; después me remordería la conciencia como a un vulgar católico no practicante.

Si por lo menos fuera escritor o tuviera un grupo de rock, o si fuera actor o triunfara de verdad en algo en esta vida, mi problema sólo sería anecdótico, un complemento divertido para la gente cuando hablara de tus obras de arte, tus libros, tus pinturas, tu última peli. Si por lo menos fuera “alguien”, esto sólo sería una minucia, un detalle, y hasta me aportaría glamour. Pero si tu vida sólo gira alrededor del próximo cargamento de kleenex, eso te acaba carcomiendo.
Mientras paseo puedo ver de lejos a una pareja, cerca de unas rocas, donde acaba una de las calas. Están desnudos, y no parece que lo suyo sea un amor adolescente de verano. Creo que se importan el uno al otro sobre todo por la forma en que “encajan”. Me siento en un banco sin dejar de verlos de lejos. Y comienzo a fumar un cigarrillo. Y para cuando el cigarrillo ya se está consumiendo, he podido imaginar el futuro. He podido ver un mundo en el que el sexo es como otra visita al Inem o a la frutería, como quedar para ver otro piso con el de la inmobiliaria. He visto un futuro en el que la gente mayor se indigna cuando ve a una pareja joven haciendo el sesenta y nueve en el banco de un parque. He visto máquinas de condones justo al lado de las de tabaco en los bares. He visto que el nuevo beso en la boca en público será hacer el amor con tu novia delante de tus padres. Y he visto que el sexo se ponía a la altura de la violencia y las drogas, y a nadie le importaba.

(Para los que hayais leído a Bret Easton Ellis y no hayais visto ninguna adaptación cinematográfica de sus libros por miedo a encontraros con un churro, no temais. Hay una película que capta a la perfección su mundo: «Las reglas del juego», adaptación de «Las reglas de la atracción». En el video podeis ver la para mí ya antológica escena en la que uno de los personajes les cuenta a sus amigos el viaje que ha hecho por Europa. Para enmarcar. La peli es de Roger Avary, entre otras cosas coguionista de Pulp Fiction… casi na…)

3 comentarios en “Salido

  1. El momento Heidi me ha costado leerlo… creo que todos hemos pensado alguna vez así de Clara. Reprimir es la forma más fácil de convertirse en una puta…
    Lo has conseguido. Me he sentido igual de salvaje leyendote que viendo el video, por cierto, una pasada.
    Ya solo le falta al del video ir a Santiago, ahí sí que no iba a necesitar ácidos! :p
    un besito…

  2. Qué típico los hombres boca abajo en la playa «cavando hoyos de golf» jiji.

    Es hipócrita poner el sexo al nivel de las drogas… yo siempre pongo como ejemplo «El informe de Brodie» de Borges. Si follar (que lo hacemos todos) estuviera bien visto, pero comer (que también lo hacemos todos) no y tubiéramos que hacerlo a escondidas… Nos parece una situación ridícula. ¿Entonces por qué tantos tapujos con el sexo? Si en realidad el sexo (y la promesa de este) invade todo: publicidad, ropa, películas, música… Pero bueno, tenemos que seguir pareciendo… «decentes».

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