Voy a vomitar un ensayo sobre sentirse como una mierda por preferir ir por el margen de la vida. Frase que he escrito sobre todo para poder utilizar las palabras Vomitar y Mierda, que resultan muy adecuadas para hablar con autentica sinceridad. Tengo el fondo de armario de Campanilla, un montón de esos vestidos de hombros al descubierto y falda a la altura de las rodillas; y muchas bailarinas, ese calzado plano que apenas te cubre los dedos. Y también muchos bolsos, infinidad de ellos, de cumpleaños y navidades y santos en los que nadie sabía qué regalarme. Te das cuenta de que apenas te conocen cuando cumples los veinte y te dan una colonia. Tus padres, tus hermanas, accesorios, kits de champú… Y sabes que no les conoces a ellos cuando haces cola en una perfumería los días señalados. Si la idea que tenemos de los demás se reduce a un estuche de maquillaje o una corbata, es que las conversaciones de verdad quizá hayan quedado soterradas en gráficos de evolución de empresa y educación de fecha marcada en el calendario. Si creemos de verdad en los regalos bajo designio popular, éstos deberían estar a la altura.
Miradme familia y amigos, con mi baja estatura y mis ansias de quedar bien. No soy así, creo que hay algo más de lo que nos han hecho creer. Me he masturbado imaginando un mundo en el que los locos peligrosos creen en la navidad y el papel de regalo, y son los demás los considerados gente corriente. Soy yo. Es como querer navegar sin vela ni remos, la vía directa al infierno, al limbo, después de haber notado en tus entrañas el desprecio de todos. Eres una cínica y todos te imaginan siempre sin sujetador. La objetividad es ese cáncer por el que debes someterte a tratamiento. Eres sólo una pesimista. O mejor, una amargada. Simplemente tienes un problema personal. No pasa nada grave a tu alrededor, sólo es cosa tuya. Eres Tauro, y como tal estás obcecada en tu idea sobre la hipocresía. Tienes solución, pero deberías ponerte ya en manos de un profesional. La gente sólo es buena, está llena de buenas intenciones, aunque a veces se equivoquen o estén un poquito alienados. Estás cerrada en tu mundo porque debes tener un trauma, te han hecho daño y ahora no confías en nadie. Y no, ese resplandor que has visto en la tele no era una bomba, sino una limosna para el tercer mundo. Ya sabes, fe, optimismo, ése es el camino; practica la postura del loto y controla la respiración, lo tuyo seguro que tiene solución: sólo tienes que poner un poquito más de tu parte. El primer paso para solucionar un problema es reconocer que se tiene un problema.
Familia y amigos, papás y demás conocidos: chupadme el coño hasta que me corra cien veces mientras habláis, o callad para siempre. Estoy harta de vuestro orden de sonrisas amargadas.
Feliz Navidad.
Nuria.
– Doctor – dice la mamá de Nuria al borde del lloro -, le dijimos a la niña que escribiera algo bonito para estas fiestas, algo para leer delante de la familia en Nochebuena, y esa fue la carta que escribió.
El doctor lee la carta con atención y mira a los padres de Nuria;
– Nuria debe seguir con su tratamiento. No se preocupen, mejorará.
– Ya hay semanas en las que ni tan siquiera sale una tarde a por algo de ropa, o cosas de chicas – dice el papá de Nuria.
– Está en una edad difícil, pero aún estamos a tiempo de evitar que descarrile.
– Ajá… ¿Por qué siempre utiliza algún símil relacionado con los trenes? Siempre me lo he preguntado…
El doctor hace un silencio, y parece leer otra vez la carta de arriba abajo. Al acabar la deja en la mesa.
– ¿Ustedes creen que es infeliz?
– Yo creo que sí – contesta la mamá al instante.
– No lo sé, ella dice que es realista – comenta el progenitor.
– Pero estos pensamientos quizá lleven a Nuria a tener un carácter autodestructivo, ¿no lo han pensado?
Se hace un silencio.
– ¿Lo han pensado o no?
Silencio.
– Verán – prosigue el doctor -, lo mejor sería que ella tuviera un comportamiento estándar. Eso facilita las cosas y ayuda a la integración. Yo creo que aún está a tiempo, queda mucho para la última estación. Pero tienen que vigilarla.
La mamá rompe a llorar;
– Hace una semana fue el santo de su padre, y ella no le compró nada… Dijo que ya no iba a hacer más regalos en fechas oficiales…
– Ajá… eso… bueno… La verdad es que es un síntoma fatal, no le voy a engañar. Hay que evitar que pierda las costumbres. Es vital que siga las tradiciones. Es muy importante si quieren que ella no tenga una idea tan hostil de su entorno.
El padre levanta la mano, como pidiendo la palabra.
– Ella dice que ustedes los médicos, y el gobierno, están locos, que todo el mundo no puede ser igual.
– ¿Lo dice usted por el tratamiento de electroshock?
– Ella dice que prefiere seguir siendo como es.
– Pero no se la ve muy feliz tal y como es…
– Pero dice que ella tiene derecho a ser infeliz.
– Ajá…
– Sí…
– Pero todo el mundo debería ser feliz, ¿no cree?
– Yo pienso igual, pero ella dice que eso es imposible, y que la mayoría de gente finge y aguanta, pero no son realmente felices.
– ¿Ella finge y aguanta?
– Ella dice que está dispuesta a fingir de vez en cuando, pero que ya no aguanta más, quiere ser ella misma.
– Y usted se quedó sin regalo en su santo.
Mamá rompe a llorar otra vez. Su cara se pone perdida por el rimel.
– A mí no me molestó que no me regalara nada. De todas formas le dijimos que no tenía por qué hacerlo.
– ¿Es verdad que le dijeron eso? – dice el doctor mirando a la mamá.
– Bueno sí… Pero ya sabe usted, la gente dice eso, pero aun así espera que le regalen algo.
– Bueno, yo no lo esperaba – dice el padre -, y no me molestó que no me regalara nada. Ella tiene su carácter, pero sé perfectamente que me quiere.
– ¡Luis por Dios! – gime la mamá
– Oiga, cálmese – dice el doctor. Y luego hace un silencio. – ¿Ella ha venido?
– No, ha dicho que iba a una manifestación – comenta el padre.
– ¿Acude a manifestaciones con asiduidad?
– Sí, pero bueno, es que forma parte activa de una ONG.
– Lo que debería hacer es comenzar a preocuparse por sí misma – alega la mamá, con voz irritada.
– Yo no veo mal que sea altruista.
– Lo cierto – dice el doctor -, es que no es malo ser altruista, pero a la larga puede potenciar ciertas tendencias a la depresión al ver que no se consigue nada, por más que uno proteste o consiga enviar cuatro paquetes de arroz al tercer mundo… ¿Ella tiene amigas?
– Sí, pero son igual que ella – dice la mamá.
– Yo no creo que sean malas chicas – dice papá.
– Pues yo creo que son una mala influencia – insiste la mamá.
– Oigan oigan, ella no descarrilará, háganme caso… ¿Le han dado la lista de libros inadecuados elaborada por el gobierno?
– Sí – dice la mamá -, pero dice que no están prohibidos, y que ella puede leer lo que le dé la gana. Por dios… A veces dice palabras que ni siquiera entiendo.
– Ya saben que un acceso no controlado a la cultura puede ocasionar desconcierto y dudas en los jóvenes.
– Pues yo creo que cada cual debe poder hacer lo que quiera – observa el padre.
Se hace otro silencio, esta vez más largo que los anteriores.
– Creo que Nuria necesita varias sesiones de electroshock más – observa el doctor, mientras repiquetea con los dedos en su mesa escritorio azul con el patrocinio de Pepsi.
– Yo sólo quiero que mi hija sea feliz – dice la progenitora.
– Hacemos todo lo que podemos, señora.
– Pues no lo parece, perdone que se lo diga.
– Perdóneme usted, pero aquí el jefe de estación soy yo, y su hija evoluciona de forma normal. Ella no es más resistente que las demás personas, tarde o temprano conseguiremos que coja el rumbo adecuado.
El padre de Nuria hace ademán de levantarse mientras comenta algo sobre que tienen prisa.
– Un momento – murmura el doctor – ¿No se ha planteado usted venir algún día a alguna sesión de terapia? Quizá sería mejor que rellenara el test psicotécnico; un electroshock a tiempo es mejor que arriesgarse a tomar cierto rumbo…
– Con todo respeto, doctor, creo que estoy perfectamente sano, gracias.
– Yo también creo que te vendría bien, cariño – observa su mujer de pronto.
– ¿Cómo?
– Reconócelo, últimamente has estado leyendo mucho, hasta vas a la biblioteca y antes no ibas. Ya no vas a los multicines como hacías antes y siempre me arrastras a aquel cine raro.
– ¿Van a un cine raro? – pregunta el doctor.
– Bueno, ya sabe – aclara ella -, donde dan esas películas extrañas, o muy antiguas…
– Si me permite, señor – murmura el doctor – tiene que saber que la primera fase para solucionar un problema es reconocer que se tiene un problema.
– Ya, pero es que yo no tengo ningún problema.
– ¿Qué quiere? ¿Eh? Ahora lee sin parar, y mañana puede que se ponga a escribir. Quién sabe si no le dará por fumar en unos días, o por beber o hacerse la vasectomía. Y no quiero alertarle, pero no sé si sabe de la cantidad de escritores y gente del espectáculo que pasa por aquí intentando encontrar el modo de volver a tener una vida sencilla y feliz. No le quiero sermonear, pero estamos haciendo un gran esfuerzo para que todos los pacientes se recuperen. Como puede ver por todas nuestras instalaciones, tenemos un montón de patrocinadores, y no sólo es publicidad; esas empresas están poniendo mucho dinero para que los hospitales y los centros de atención sean lo más competentes posible. Esta misma semana llegan dos máquinas más de electroshock. El futuro es suyo, pero sólo si usted quiere.
El papá y la mamá de Nuria se quedan de pie, sin saber qué decir. Finalmente el objetivo de las críticas, mirando al suelo, murmura:
– Bien… Y entonces… ¿Cuándo puedo venir a hacer el psicotécnico?
[Al fin he visto una película que tenía pendiente desde hace como dos años: «Soy un cyborg» (I’m a cyborg, but thats ok), y otra vez una peli de Park Chan-Wook me deja clavado en el asiento. Este tipo, que ya dirigió «Old boy», gran triunfadora de su trilogía sobre la venganza, es capaz de resultar original como pocos despues de cien años de cine. Una chica que fantasea con matar a todo el personal de un hospital para vengar a su abuela, y que además cree que es un robot, y que en sus fantasias dispara ráfagas de ametralladora con las puntas de sus dedos. Esos y muchos otros detalles convierten a «Soy un cyborg» en una película emocionante, romantica, surrealista, sangrienta a ratos, pero sobre todo en CINE, enorme y para paladares exigentes].