Colegueos de cáncer

No sé dónde me va a llevar esto. A la gente siempre le gusta acomodarse con el cojín que a mí me sobra. Abajo en la calle las cosas fluyen al margen de ciertos interrogantes. No sé si ha sido buena idea cambiar las espadas por peines y diseño de interiores. Todos se compadecen de la gente que duda. Pero el bloqueo, a cierto nivel, no es malo si con el tiempo llegas a darte cuenta del cojín que sobra.
Abajo en un bar hay una camarera que mira hacia todas direcciones siempre como si estuviera esperando a que alguien le dijera que todo ha sido una broma, y que ya puede respirar tranquila. La chica una vez me dijo que quiere irse lejos. Pero luego cuando le pregunté dónde, murmuró que eso da igual, y me miró con esa gelidez de “no me estás ayudando”. Cada día voy a tomar algo para verla, y cada día me fijo en si sonríe, pensando en si alguna vez la he visto sonreír. Lo que suelen decir todos es “tú te lo has buscado”. Si hubieras sido más honesto y esforzado o de otra manera, dicen, ahora no serías un ser triste. Luego, al acabar su discurso, vuelven rápido a casa para poner la tele, y descansan en la cuadrícula en la que intentan creer.
Y quizá les sigue sobrando un cojín bajo la espalda; pero ellos han trabajado duro para conseguir ese cojín; es un cojín precioso; queda perfecto junto a los otros dos cojines en el sillón y no ven discusión al respecto sobre el tema. Si eso les preocupara se sentirían un poco como la camarera del bar de abajo. Ellos no son así, no van a quejarse, no se arrepienten de nada, les hacen cucamonas a los niños y se mueven como un pez en el agua en el Zara.
Me siento otra vez y otro día en mi mesa habitual; la camarera va de un lado a otro con su deje emo involuntario. Al verme comienza a prepararme el cortado sin decir nada. Mientras tanto me trae el periódico y digo Gracias y dice De nada. Es lo más cerca que he estado de verla feliz. Esa contestación vagamente amable.
Hojeo el periódico. Cuando el café llega ni tan siquiera levanto la cabeza de la página de deportes; sé que para ella ese De nada ha sido muy valioso, y por tanto correspondo con silencio, veo la mano femenina dejar la taza junto a la esquina del diario. Luego se da la vuelta y le miro el culo. Comienza a recoger una mesa cercana. Siempre parece estar a punto de llorar, a veces tiene un tembleque en la mandíbula, como cuando un niño te avisa de que llega el drama. Pero nunca explota. Algo en ella puede más que su palpable principio de depresión. Ni tan siquiera puedo imaginármela derrumbarse más tarde en su piso.
Sé que vive sola y que su novio la abandonó; lo sé, sobre todo, porque una señora habitual del bar cree que la discreción es una planta de interiores. Debe tener veintitantos y su profesionalidad en el bar está a la altura del odio que tiene por su trabajo. Una vez un tipo de unos cuarenta años comenzó a tirarle los trastos. Al principio de un modo, entre comillas, sutil. Luego con frases descaradas, aludiendo a su trasero o sus pechos. Había tres hombres más y yo; nos mirábamos entre nosotros, teniendo diálogos silenciosos sobre si intervenir. Al otro lado de la barra, ella fregaba vasos y de vez en cuando miraba de soslayo al hombre. Su expresión no cambiaba, era como si aceptara que ese es el tipo de situaciones con las que una camarera tiene que lidiar.

Es una proyección personal descarada. Mi fijación por ella tiene que ver con el hecho de que si de algún modo la chica consigue sentirse menos chafada, si llega a sonreír o a animarse o etcétera, quizá yo también podré hacerlo, podré sentirme de otra manera. Es un juego clásico de supervivencia. Es involuntario, y algo que hacen muchos padres con sus hijos, aunque en ese caso sea más bien puro egoísmo paternal: esa manía de querer que otro sea lo que tú no has podido ser, como si a los demás tuviera que hacerles feliz lo mismo que a ti.
El día en que me dijo que quería irse, fue técnicamente el único que conseguí hablar con ella. Estaba cerrando y yo era el último cliente. Bajó las persianas hasta la mitad y me preguntó si tenía tabaco.
Se sentó en la misma mesa que yo. Si te miraba a los ojos te costaba seguir hablando. Quemaba. Cuando no estás acostumbrado a que alguien en concreto te mire así, es como mirar a Medusa: no sabes dónde meterte. Hablamos durante bastante rato. No sé si me utilizó como confidente. No la imagino planeando encerronas para desahogarse con nadie. Más bien creo que tenía ganas de fumar, y se sentó en la misma mesa que yo por lo que un amigo mío llama “colegueo de cáncer”.
Creo que solté un par de frases para darle un tono de calmada rutina a la situación; algo del tipo “Por las tardes hay poca gente por aquí…”. Algo así. Ella estuvo un buen rato en silencio, pensé que dejaría mi frase colgando y se limitaría a fumar. Pero sin cambiar su expresión sutilmente torturada, dijo:
– Tú también eres de los que no sabe dónde meterse, ¿verdad?
Me quedé algo parado. Pero sonreí, o algo así, creo que con vehemencia. Dijo eso en un tono intencionado de plural mayestático. No me dejó contestar y añadió como si se lo hubiera preparado:
– Me caes bien. Pero no quiero nada contigo. Porque si no, estas charlas acabarás teniéndolas con otra persona. Y serán sobré mí… Seguro que me entiendes.
Nunca había pensado en ella de esa forma, de ese modo en plan “me gusta”. En ese momento justo me di cuenta; y también en ese momento fue cuando comencé a intentarlo, a intentar gustarle yo a ella. Y a la vez lo que me dijo comenzó a dolerme, porque yo lo pensaba igual.
Le dije que ya sabía a qué se refería, que no se preocupase, yo no era peligroso y blablá. Me sentía ridículo, como incapaz de ponerme en su onda o comprenderla. Tenía miedo de que ella pensara que al fin y al cabo se había equivocado, y yo tampoco iba a saber escucharla.
Pero la chica no parecía preocupada; creo que entendía que yo estaba aún actuando de alguna forma, y se limitó a seguir hablando hasta que me sacó de esa entropía de falso tono amable de cotidianidad entrañable tan aceptado. Ese rollo habitual de quitarle hierro a todo sea lo que sea.
– ¿No te has fijado? -dijo-, siempre pasa lo mismo. La gente se junta y se quiere; y al cabo de un tiempo se encuentran contándoles sus mierdas a Pepito porque la persona que supuéstamente debería entenderles de repente no tiene nada que ver con la persona con la que ellos comenzaron a salir.
»Ya no quiero esa mierda, no quiero soportar más esas historias. Cada vez que alguien me ha gustado sólo ha sido cosa mía. Mi mundo. El tío que estaba en mi cabeza no era él. Ni siquiera el tío al que me follaba. Solo era lo que yo quería, pero no lo que él era. Me hace gracia cuando la gente dice “le dejé porque ha cambiado”. No, bonita, le dejaste cuando le conociste. Es como esas personas que dicen que no les gusta la ficción o no entienden a quienes leen mucho o van al cine, porque ellos prefieren vivir la vida y la realidad; y luego sueltan frases del tipo “le dejé porque ha cambiado”. De verdad, mírame, estoy a punto de partirme el culo de risa. Créetelo. A veces llorar y reír no son cosas tan distintas.
»Conozco a ese tío, y es el tercero o el cuarto del que me encoño de verdad. Soy una niña con él, quiero parecerle fuerte y vulnerable a la vez; quiero enternecerle y todo ese rollo. Le hago mis mejores mamadas, me esfuerzo. Al principio me encanta, carpe diem y todo eso, el futuro no existe; soy la chica punk que está dispuesta a vestirse de rosa para ponérsela dura al nuevo: El tío novedoso que no parece una fantasía mía, sino una realidad que estoy reconociendo; tengo la suerte de ser yo quien está con él…
»Vaya, que voy y le dejo. Me descubro otra vez en medio de un mundo de Oz que solo he creado yo, que tiene poco que ver con lo que es el tío. Le he cogido cariño y me parece buena persona, pero como pareja me aburre; y no solo me aburre, además lo de ser mi novio hace que sus otras cualidades desparezcan por el hecho de tener que aguantarle en calidad de algo con lo que yo ya no me siento identificada. Ya no soy la zorrilla colada. Vuelvo a ser yo. ¿Como podría explicarme?… ¿Tienes otro cigarrillo?
»Y voy y, como una gilipollas entregada a la causa, vuelvo con él. Al estar separada de él nos distanciamos, y por eso, nos sentimos violentos. Con lo cual no solo le he perdido como pareja, sino también como amigo. Total, me comienza a dar pena. Hoy en día es muy difícil superar ciertas fases; tenía el Facebook en el bolsillo, joder; hay como seis o siete vías distintas por las que me lo puedo encontrar. Así que empiezo a echarle de menos de esa forma en que echas de menos al perrito que te atropellaron, y vuelvo a confundir eso con algo más. Vuelvo al mundo de Oz.
»Reiniciamos como si nada. Creo que en parte lo más personal que echaba de menos de él era su polla. Por otro lado creo que también tenía miedo de quedarme sola, y a la vez sentía una pereza infinita de tener que conocer a alguien nuevo. Vaya, que… Nos pasamos un par de meses follando, y poco a poco todo vuelve a ser igual que antes de cortar. La misma piedra.
»Un día se lo digo, que lo siento y que no debería haber vuelto con él. De eso hace… dos meses. Mi móvil sigue cacareando a todas horas. Antes el tío no colgaba fotos en las redes sociales, y ahora de repente sale toda la documentación de viajes y cenas y… y algunas cosas son de hace tres y cuatro años. Ni Johnny Deep debe tener tanto material en Facebook.
»Hace una semana tiré mi móvil al suelo y lo pisé. La gente me miraba cómo si me estuviera follando a sus madres…
»Es algo que te hace pensar si la culpa será tuya. Y creo que no, o no del todo; creo que es por culpa otra vez de las fantasías. Por lo que quieres ver o te venden las otras parejas. No son las películas las que distorsionan las relaciones y… o sea, ya sabemos que son películas. Son las películas que nos montamos y nos montan en la realidad las que nos joden…
»¿Sabes qué creo? Esas parejas jóvenes que van tirando y que antes de llegar a los treinta tienen un crío… ¿Cómo es posible? ¿Qué nivel de conformismo hay que albergar para tranquilizarse hasta el punto de planear seguir para siempre con alguien cuando obviamente ya no sientes nada especial más allá del cariño con el tiempo? (Es decir, a no ser que estés enamorada de verdad, ¿entiendes?) ¿Pero me quieren hacer creer que han conocido al amor de su vida a los veintidós? ¿O que lo único que están haciendo no es marcar casillas de deberes en sus vidas como quien tacha el número de la tarea acabada?
»Son esos capullos los que te amargan si no haces las cosas cuando las hacen ellos. Te venden su bonita comedia romántica de años y años. Y luego la gente se lleva las manos a la cabeza cuando las parejas se separan, y hablan de que se ha sido por que sí, porque se ha acabado el amor. Y yo me pregunto: ¿pero llegó a haber amor? ¿Acaso la gente no diferencia el estar colado de alguien con la simple necesidad de no estar solo?… En mi opinión están jugando con un rollo muy grave… Se creen libres y no son más que más religión, más costumbre, más soplapolleces que tienen metidas hasta el tuétano… ¿Puedo pedirte otro cigarrillo?
»Quiero irme lejos…
»Eso es igual…
No es que yo no hablara, pero lo mío apenas eran acotaciones. Lo importante era que ella sabía que la estaba escuchando. Se fumó cinco de mis cigarrillos y al día siguiente no aceptó mi dinero. De eso hace diez días. Y ahora yo tengo, quiera o no negármelo, una sensación de nervios muy desagradable en la boca del estómago cuando la muchacha aparece por mi mente. Sigo viniendo cada día a la misma cafetería y soy incapaz de dar otro paso útil. Ni ella ni yo creemos en ello, así que ¿cómo coño se supone que vamos a intentarlo? Sé de sobras que está enfadada con la vida ahora, y que tarde o temprano volverá a estar con alguien, pero también sé que todo lo que me dijo lo decía en serio. Ella creía en ese rollo, y yo también. Y lo cierto es que hay algo peor que desear a alguien y no tenerla, que es estar con ella y que ella con el tiempo necesite a una tercera persona para hablar de lo que le importa porque tú ya eres solo otra parte de su rutina, una pelota más que tiene que mantener en el aire, otro novio del que no sabe cómo librarse para poder recuperarse de una nueva equivocación.
Hoy he venido tarde, a falta de cuarenta minutos para el cierre. La intención es provocar otro de esos colegueos de cáncer. Ella ya está fregando ciertas zonas. Solo hay otro tipo, que ya comienza a cerrar su diario, se pone la chaqueta. Solo quedo yo; pero es algo natural, hoy se me ha hecho tarde, y ya han pasado diez días desde la otra vez. Ella es lista y retorcida, pero no tanto como para pensar que estoy esperando exprésamente a que cierre para poder estar con ella.
El hombre que quedaba paga su café y se larga. Entonces ella se dirige hacia la puerta y creo que lo he conseguido. Se aferra a la persiana y la baja casi hasta el suelo. La oigo caminar hacia mi mesa. Se sienta en la silla libre, así, sin más. No puedo evitar mostrar una estúpida sonrisa. De repente me siento tan optimista que la idea de que la muchacha estuviera esperando a que me quedara a estas horas un día es más que factible. Entonces ella parece reír también; y justo luego se ruboriza de esa forma imposible de esconder, y me dice si tengo un cigarrillo. Saco la cajetilla y al abrirla veo que solo queda uno. Ella también lo ve. Le digo que puede cogerlo. Ella murmura: no-no-no, quédatelo tú. Yo insisto otra vez en que lo coja, que no hay ningún problema. Dejo la cajetilla en la mesa entre los dos. Ella la empuja hacia mí. Yo me cruzo de brazos. Ya no me da miedo mirarla a los ojos. Entonces ella baja la vista y coge la cajetilla con su mano derecha.

[Para reivindicar la figura de Ricky Gervais después lo de los globos de oro (que por cierto, cada vez somos más tiquismiquis con todo, excepto con lo obvio y de cada día…), arriba tenéis un video en el que los que no hayáis visto nada más de él, podéis comprobar que no solo es un gran cómico, sino que además es un cómico casi diría necesario. Abajo, pin-up.]

24 comentarios en “Colegueos de cáncer

  1. Interesante tu relato… el desahogo de la camarera, y todo lo que suelta a su interlocutor, imagino la escena, cigarrillo va y viene. Para estar con alguien te tiene que hacer ilusión, no solo porque te atraiga físicamente (y no tiene que ser un portento), sino porque te sientas a gusto en su compañia…y cierto es que puede que solo quieras que sea para un ratito o para más tiempo. El amor no se ve, pero se siente…y sí, puede que no sea eterno (como en los cuentos), pero una vez pasada la pasión, si uno continúa ¿sera así? ¿pura rutina? ¿por eso mejor dejar las cosas antes de que se estropeen? Me gusta pensar que la ilusión existe y las personas no cambian, solo maduran. Y si «cambian» ciertamente es que no lo viste tal y como era. No fumo, así que no cojo ningún cigarrillo, jeje.

    El vídeo, «brilliant!» me ha hecho gracia, visto desde el punto de vista de este comediante la biblia puede ser graciosa, jeje (no sabía de él mas que de los Globos de Oro, ja! qué grande). Y veo que en tus ultimso post has colgado fotos de pin up… que gustazo! a mi me encantan 🙂

  2. «La gente me miraba cómo si me estuviera follando a sus madres…»
    Esta frase me recuerda una muy habitual que yo uso «Cuando pienso de más, la gente piensa por mi gesto que me estoy haciendo pis»
    Supongo que no lo he dejado claro… pero así funciono, ya sabes
    Bueno pues creo que todo en el mundo debería (y mira que no digo debe) tener un equilibrio y quizás estos dos seres incomprendidos y perfectamente normales (aunque ellos no lo vean así) van ha tener un comienzo muy romántico, para una relación que al parecer se gesto con esas charlas de colegas de cáncer. Maravilloso relato, cuanta gente esta en esta situación, cuantos (y me incluyo) vemos lo que queremos ver en vez de lo que en realidad se nos presenta… definitivamente muchos, yo diría que todos, solo es cuestión de ser o no consciente de ello
    El video, me ha parecido muy interesante esa disección de la Biblia, porque la puta de la serpiente siempre he pensado que deberían haberla castigado de otra manera, si, ahí creo que se quedo corto el creador ese (o quizás se pasó con el castigo al resto, nunca lo sabremos, ya hace mucho…)
    Besos y hasta mi próxima dosis, aaiss ¡que bien que sienta el chute!

  3. jaj que bueno, aquí huele a que va a haber tema, sin embargo el discurso de ella es absolutamente real. Todos son «amores de nuestra vida» hasta que los conoces un poco, por eso es patético los que se creen que lo han encontrado en el primero que meten la polla…. pq efectivamente nadie cambia tanto, solo que el ir conociendo a tu pareja implica el completo deterioro de la relación. Por eso a mí a veces me gusta un tio, justo, justo hasta que me habla y me dice la primera palabra. Ya por el sonido de su voz sé si me va a gustar o ya no puedo ni aguantarle, jaaja

    Y bueno, lo del cómico he leído que se ha pasado un poco. Yo reconozco que las pocas veces que he oído monólogos de humoristas americanos no les pillo la gracia. Supongo que es un humor muy distinto. Los yanqus pueden ser muy críticos consigo mismo, pero luego les sale la vena censora. Tal vez no soportan que sea un ingles el que vaya a reirse de ellos. HOmbre, yo soy gay, pero la alusión a la supuesta homosexualidad de Tom Cruise fue demasiado evidente y creo que no debe sacarse a nadie del armario si no quiere.

    Bezos.

  4. Interesante tu relato, tienes un blog que lo hace distinto es una historia mundana e interesante, gracias por pasar por mi blog, te mando un saludo desde el sur.

  5. Creo que crecer es acumular dudas, y que madurar es aprender a ignorarlas; pero entre tanta confusión empiezo a tener algo claro: existe el amor y, luego, todo lo demás, no debemos confundirnos.
    Interesante y amena lectura.
    Hasta la próxima.

  6. Joder, te leo y me doy cuenta, estás a otro nivel, deberías hacer algo con esa imaginación y ese don que tienes para plasmar palabras que enganchen tanto. En mi lista de premios te merecías todos para ti, pero me reitero, tú estás a otro nivel. A veces me recuerdas a Mishima por tu capacidad para crear personalidades complejas.

  7. Qué es molar, o que algo «mola»?
    he leído algun texto traducido en español, y he encontrado una expresión usa esta palabra, pero no entiendo exáctamente el significado de eso.
    Gracias

  8. Hola
    Me encanto ete relato jordi, los relatos tuyos que se desarrollan en un bar me encantan. Noc creo que estas creando un universo singular..me gusta.

  9. Hoy he descubierto tu blog,y te aseguro que ha sido la misma sensación como cuando lees un libro…
    Y este relato me ha gustado especialmente, el diálogo entre dos desconocidos, ese acercamiento con cierta timidez…

    Enhorabuena!! Te seguiré leyendo.

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