Delirios

En realidad el lugar no es lo que se dice enorme; no es más grande que los sitios en los que suelen ensayar las bandas locales de rock atrapadas en algún cliché estilístico y estético. No es un lugar amparado por patrocinadores ni marcas. Hay tres camas alineadas, con barandas, como de unas trillizas que durmieran en la misma habitación, parecidas a las de los hospitales (las camas) pero con alguna modificación, refuerzos contra movimientos bruscos más allá de ataques epilépticos y derivados. Está quien se hacer llamar “M”, su discurso recurrente es que No siempre que alguien babea y tiene los ojos en blanco es porque lo esté pasando mal. Está quien se hace llamar “Jota”, que dice que Todas Pueden. Y también está “Meca”, que dice que No todas pueden, y que ella lo sabe porque ella sí es una mujer.
Están también las chicas que ocuparán las camas. Merche se ha querido disfrazar, lleva una especie de traje de lecherita muy aparatoso, una gran falda y coletas rubias; sonríe a todo el mundo y dice que Un pene nunca llega con ella donde es capaz de llegar una mano. Mabel no está disfrazada, lleva unos tejanos y una camiseta negra con el emblema de Rolling Stones; su discurso es: Merche es gilipollas (cosa que suele decirle a ella también a la cara, y que apenas provoca un leve sonrojo en los mofletes Merchiles). Y finalmente está Saray, aspirante a actriz porno, y que suele vociferar: Tío, esto es muy fuerte.

Situate unos días antes. Cuando Jota llama a Merche y le dice que a ella la gustará ese sarao, pero que aún no se sabe si se grabará o no. Merche le dice que se lo tiene que pensar, pero que casi seguro que sí, que quiere hacerlo. Jota le dice que se lo piense bien. Merche dice que casi que ya lo tiene pensado. Jota le dice que si acepta, él sería quien lo hiciese con ella. Ella se queda un momento en silencio y dice Vale, dice Por mí mejor. Entonces es Jota quien hace un silencio y Merche le acompaña en ese silencio, y es justo en ese momento cuando él no solo entiende del todo el rumor de que ella aún va detrás de él, además se da cuenta de que a él ella le enternece, y los siguientes días se pasa las horas viendo a Merche en cualquier mujer rubia de espaldas que sea bajita y den ganas de abrazar.

Jota prepara con mucho esmero la cama de Merche. Mabel le ha dicho a alguien que Merche es gilipollas, Jota le ha susurrado a Merche que no haga caso y Merche ha sonreído con los mofletes rojos y un monosílabo inaudible de resignación.

Día anterior. Mabel toma un café con M y le dice:
– Merche es gilipollas.
– ¿A qué viene eso?
– A que lo es.
– Pero qué te ha hecho esa chica…
– Iba conmigo al colegio.
– ¿Y?
– Es aburrido de contar…
Mabel lleva una camiseta de AC/DC, bebe de su café. Dice:
– Hay cosas que nunca se superan…
– Como cuáles…
– Como que Merche es gilipollas.

Meca y Saray se dan un beso frente a una panadería. Faltan dos días para Delirios. No obstaculizan el paso, pero están realmente cerca de la puerta. Dentro de la panadería hay dos mujeres mayores de cincuenta, dos dependientas de unos treinta. Una de las dos mujeres de cincuenta lleva de la mano a una niña de unos ocho años; la niña mira a Meca y Saray a través de los cristales. Ellas se comen la lengua mutuamente, se muerden los labios y se amorran. Saray se separa y dice Esto ya no va de lesbianismo, cariño, es una cuestión de mal gusto… Meca no dice nada y vuelve a atacar. La niña sigue mirándolas. La dependienta le da dos barras de pan que la niña coge con muchas dificultades; la dependienta y la cincuentona sonríen con la imagen.
Meca y Saray se despegan cuando la señora y la niña salen. La cincuentona mira al suelo y tira de la mano infantil. La niña se vuelve y mira a Meca, y sonríe. Meca, con sus enormes ojos grises y sus labios gruesos, le manda un teatral beso a la cría, besando y soplando después su mano derecha en la dirección en que la cincuentona tira de ella. Saray extiende su mano izquierda y dice que ya han pasado los diez minutos, y que hoy nadie ha dicho nada. Meca abre su cartera, paga y dice que las panaderías no son buenos sitios, que el odio existe igual, pero es ese odio de ama de casa que odia en todas direcciones pero nunca lo expresa. Te apuesto lo que quieras, añade, a que si esa mujer nos vuelve a ver se cambia de acera, lo cual también hará con los negros y todo lo que no quepa en su microcerebro lleno de potaje.
Luego te quejas de que la gente crea que las lesbianas solo somos tías cabreadas con la nuca rapada, dice Saray. No, de lo que yo me quejo es de que las lesbianas sí tenemos motivos para estar cabreadas. Es entonces cuando Saray le dice a Meca que si va a querer hacer eso del Delirios. Meca saca un cigarrillo, y tarda más de tres minutos en responder.

Jota le dice a Meca que él nunca ha fallado, que no existen las mujeres frígidas; Meca mira al suelo y dice con un hilo de voz que vaya si existen, que se llaman Heterosexuales… Saray inicia un ataque de risa y dice Tío, esto es muy fuerte. Jota dice que Meca está desviando el tema porque sabe que él solo se basa en hechos; que si dejaras a cualquier mujer con él durante al menos veinte minutos podría hacer que la chica que fuera regara todas las plantas del piso de una pareja gay a base de orgasmos. Meca le da la espalda a Jota y Mabel le dice a alguien que Merche es gilipollas. Merche está sentada en su cama, apartada, aún con su traje de lecherita; mira a Jota haga lo que haga; tiene, constantemente, esa mirada perdida de quien acaba de conocer una buena noticia inesperada, como si esa noticia cuadrara y le diera sentido a toda su vida actual.
Meca mira al suelo y dice que ella no dice que haya muchas mujeres que no puedan correrse, lo que dice es que no todas pueden salpicar como un puto aspersor porque el señor Jota quiera.
En el local, al margen de los implicados, hay unas diez personas más; se pasan porros, observan cómo los protagonistas de hoy en Delirios charlan y se aseguran de que todo está preparado.

Diez años antes. Jota y Mabel se besan en el lavabo del colegio.

Tres meses para Delirios. Messenger;
Merche Singer dice:
hola?
Merche Singer dice:
estás?
Jota es genocida de moscas dice:
🙂
Merche Singer dice:
Hola 🙂
Jota es genocida de moscas dice:
cuanto tiempo… 🙂
Merche Singer dice:
buff… sisi…
Jota es genocida de moscas dice:
qué te cuentas
Merche Singer dice:
poca cosa, currando mucho 🙂
Jota es genocida de moscas dice:
ajá, muy bien
Merche Singer dice:
y nada que como vi tu dirección por Facebook, me entró curiosidad y te agregué, no te molesta no?
Jota es genocida de moscas dice:
nono, qué va, bien hecho 🙂
Merche Singer dice:
y bueno, cómo te va, aún sigues con Mabel…?

Merche, Mabel y Saray están cada una en su cama. Desnudas. Las barandas preparadas. A los pies de cada cama hay un pequeño cubo transparente. M recuerda el mecanismo. En cada cubo hay una línea de medición de hasta cuatro litros. Habrá tres voluntarios que se encarguen de coger los cubos, los cuales tienen que estar muy atentos de que nada salpique fuera; las propias chicas tienen que ayudar a que la eyaculación no acabe en el suelo o sobre sus propios vientres. La potencial inexactitud de todo teniendo en cuenta que lo que se intenta es recoger una medición -ya subjetiva en sí- de los orgasmos, hace que las personas que están presentes, como voyeurs (aunque tienen prohibido tocarse), deberán ayudar a decidir qué pareja es la vencedora si el suelo o las camas o las propias chicas acaban demasiado mojadas con fluidos que deberían haber acabado en los cubos.
Cada chica será masturbada de forma manual. Está prohibido usar o enseñar cualquier otra parte del cuerpo como ayuda extra, física o mental.
El sistema irá con las tres parejas concursando a la vez. El cronómetro se parará a los treinta y cinco minutos. Luego se revisarán los cubos y se discutirá el resultado.
A diez minutos de que el cronometro llegue a las ocho de la tarde (hora fijada para empezar), Merche le susurra a Jota que ella suele perder mucho el control, y que qué pasaría si se le escapara algo de pis.

Los seis protagonistas el día de antes comiendo en un restaurante aconsejado por M. M, de algún modo, lleva las riendas del asunto. M tiene cuarenta años y ha rodado más de cincuenta videos gonzo que están repartidos por Internet. M dice que ya ha hecho esto algunas veces, aunque nunca planeado, siempre improvisado en ciertas fiestas que ni Mabel (que es novia y amante y amiga y no-novia, no-amante y no-amiga a la vez) se cree que hayan existido. Fiestas entre universitarios en las que había chicas que se prestaban y chicos que sabían lo que hacían. Dice que ha llegado a ver cómo niñas con los dieciocho apenas recién cumplidos dibujaban un arco de fluidos disparado con tal presión que una vez una chica francesa de erasmus llegó a hacer saltar los plomos del piso de un colega suyo. Sí, eran fiestas organizadas con compañeros del gremio, pero os aseguro que todo lo que pasaba en ellas era espontáneo. Eso dice.
Mabel le pregunta a Merche que cómo le va. Merche le dice a su reloj que bien. Mabel dice: Tú eres gilipollas, niña. Jota mira fíjamente a Mabel, Mabel mira a M. M dice que ha llegado a ver cómo una mujer eyaculaba hasta dos litros de fluidos. Saray vocifera que se lo cree, que una vez llegó a estropear su ordenador masturbándose; Meca murmura que es verdad, que ella lo vio. M dice que está deseando que llegue el día siguiente. Una pareja de mediana edad se levanta de la mesa de al lado, y se va con los postres a medias. Saray le da un billete de diez a Meca.

Jota se lleva a un rincón a M. Le dice que qué hay del pis. Qué pasa si la chica se lo hace encima. ¿Me hablas en serio?, dice M. Sí, Merche dice que eso puede pasarle. Pues es un problema…, murmura M. Lo siento, de verdad, añade, pero si va todo al cubo… a no ser que tengas algo con lo que separar el pis de los fluidos, tío… no lo sé, tío. Aunque no sé cómo no he pensado en ello, yo he conocido a más “Merches”…
M se da la vuelta y se dirige a todos:
– Un sola cosa antes de empezar. El pis no vale… ¿Entendéis?
– Joder -suelta Mabel; mira a Jota, a M, a Merche-, gilipollas y además meona.
– Mabel, callate la puta boca -suelta Jota.
– Vale -dice M-, un poco de calma; aquí nadie cree que va a ir al infierno, ¿verdad?
M se acerca a Merche. Ya falta muy poco para empezar;
– Cómo estás, guapa… -dice M.
– Bien.
– Lo que hemos dicho… ¿te pasa mucho?
– No, solo a veces. Solo se lo he dicho a Jota para que quedara claro.
– Muy bien. Pues venga. Esto está a punto de empezar.

Tres noches antes de Delirios. Messenger;
Merche Singer dice:
http://www.xvideos.com/video661214/masaje_vaginal 🙂

Ochos días antes de Delirios. M entra al local con Mabel. Las camas ya están dispuestas. Son las once de la noche y tienen alcohol y están solos. M dice que si no sabe que Este local antes era el garito de una productora cutre que se llamaba Delirios. Ahora Delirios se ha convertido en “Ríos de transparencia”, y se dedican a rodar videos guarros con pretensiones; esos videos pasados de moda llenos de niebla y paneles y esa música que pone de los nervios. Hoy en día ni a un adolescente se le levanta con ese rollo.
Ambos se sientan en una de las camas. Se pasan una botella de vodka caliente. Mabel pregunta que cuántas parejas habrá al final. M bebe, dice que aún no sabe si Jota vendrá con alguien. Mabel frunce el gesto y mira hacia otro lado. M bebe, y le pregunta si está llorando.

Nueve años antes. Mabel encuentra una carta escrita a mano entre los papeles de la carpeta colegial de Jota;

No sé cómo decirte esto. Así que voy a dejar que lo deduzcas tú mismo. Es fácil, es una carta, yo soy una chica, y no puedo dejar de pensar en que tienes novia. Tienes novia a todas horas, todos los días, desde hace dos años. Pero yo tenía que escribirte algo y desahogarme. Lo siento.

Merche

Todo empieza según lo previsto. Todos, tanto M como Jota como Meca, usan la mano derecha. Se oye un ruido como de chapoteo. M es bastante conocido en la ciudad, y en el otro lado del portón, en la calle, se oye a gente; de vez en cuando alguien llama con los nudillos. Uno de los voyeurs está encargado de sacar de vez en cuando la cabeza para decir que el aforo está completo. O que ya lo verán cuando se publique. De hecho hay tres cámaras con trípode, una para cada cama, cada una colocada frente a cada pareja, a media altura. Lo que coge cada plano fijo es a una mujer espatarrada y a alguien vestido que desde la parte izquierda de la imagen mete -normalmente- dos o tres dedos en la vagina, intentando producir lo que M -en un alarde de falta de tacto- llama: “zumo de coño”.
Merche comienza a hacer que no con la cabeza. El glande de Jota se hincha y aprieta contra los tejanos, la tienda de campaña es evidente. Merche dice que no va a poder aguantar, que seguro que se lo hace encima. Jota sigue como si ella no hubiera dicho nada; una gota de algo viscoso ha atravesado ya sus calzoncillos y se comienza a notar en los pantalones.
Meca mete la mano entera en Saray, que abre los ojos como platos. Esa mano se remueve, luego sale de golpe y los mismos dedos palmean la zona del clítoris; eso provoca una productiva eyaculación descontrolada, que va toda directa al cubo que sujeta un chico que no puede evitar palparse la entrepierna con la otra mano.
M trabaja en Mabel, pero ésta parece estar en algún otro sitio; M no puede decirle nada, está prohibido, solo valen las manos. Mabel está en París, de viaje de fin de curso. Jota coge su mano y hacen cola para subir a la torre eiffel. M mete otro dedo más; tres dedos en la vagina de Mabel. Y Mabel está en Las Vegas, y Jota la defiende de los tíos de un casino que aseguran que ella ha hecho trampas. Y M mueve la mano como a él siempre le funciona con las mujeres. Mabel celebra el cumpleaños de alguien, no recuerda de quién; Jota durante la cena le mete un paquete minúsculo en el bolsillo. Luego Jota en el funeral del padre de Mabel; Jota se queda tres días en casa de Mabel faltando al trabajo, y ella llora en su hombro, en su regazo, entre sus brazos. Y ahora mira hacia un lado y ve cómo Merche explota. Todos miran en esa dirección. Un chorro transparente. Otro más amarillento. Merche se aferra a las barandas. Convulsiona. Al menos tres chorros transparentes más. Todo el mundo ríe mientras Mabel comienza a hundirse. Con todo, el cubo de Meca y Saray será el claro vencedor por goleada. Nadie ve llorar a Mabel; la mano de M hurgando en su vagina es como estropajo; está quieta y M mira a Merche. Todos miran a Merche. Jota ríe, y besa en la boca a Merche.

[Para el vídeo, una de esas escenas míticas que a veces pongo. Esta vez es muy reciente, y es de un personaje descaradamente carismático, la HitGirl de «Kick ass». Sobre el texto, decir que ya lo publiqué en Desaparezca aquí y ahora ve la luz en el blog. Abajo + pin-up.]

12 comentarios en “Delirios

  1. «Hay tres camas alineadas, con barandas, como de unas trillizas que durmieran en la misma habitación, parecidas a las de los hospitales (las camas)», coño, no van a ser las trillizas.
    «que sea bajita y den ganas de abrazar.» Jooo.. Ains.
    «ese odio de ama de casa que odia en todas direcciones pero nunca lo expresa». Joder, ¿De dónde te sacas esas cosas?.
    («En en local,» En el local)
    «Saray le da un billete de diez a Meca.» eso le pasa por apostar dinero.

    Bueno, cómo te has pasao con lo de los cubos y con lo de «Se oye un ruido como de chapoteo.». Es que no sé cómo calificar este relato. Pero es más cómico que otros. Y bueno, es una bonita historia de amor en la que al final el amor verdadero, el de Merche para Jota, triunfa.
    El vídeo de Hit Girl ya lo conocía (ya te dije en su día que fui a ver «Kick ass» por tu culpa; y de hecho ese vídeo lo he pasado yo alguna vez por ahí a alguien.)
    Bueno y ahora me voy a buscar qué es un vídeo gonzo. (No, no lo sé)
    (Por cierto, ¿hay que ver el enlace que pones de masaje_vaginal_orgasmos, o es solo decorao?)
    Muacs.

    1. En lo de la aclaración de las camas…, a veces me gusta hacer aclaraciones absurdas 🙂 Lo de «En en local», lo estoy buscando…
      Para mí el texto es una historia de amor y sexo, más de amor que de sexo; seguro que las historias de amor no suceden siempre en contextos políticamente correctos o neutros, por eso me gusta perfilar un entorno bizarro…
      Esa dirección por cierto es un enlace a un vídeo real, pero no es necesario su visionado para la comprensión total del texto 🙂

      La japonesa me gustaba , pero la foto quedaba muy pequeña…

  2. He leído el relato, y me venía a la cabeza la imagen de las teenagers hentai más que preparadas para este concurso. Me parece difícil escribir este tipo de cosas sin caer en la ordinariez, has superado el obstáculo con creces.

    Sobre el video, que me he visto entero, como profesional te digo que yo no iría a que este tipo me tocase la espalda, me dolía a mi ver como le soltaba la escápula. La tía se lo ha pasado pipa, la cara de tonta que pone al final no tiene precio.

  3. OHHHHHHHHHH WWOOOWWWWWWWWWWWWW!!!!!..
    revisaba el blogg y cuando vi el link «masage vaginal».. me gano el morbo y accese.. WOOWW!!!!.. menos de un minuto me basto.. nunca habia visto una imagen asiiiii jajajajajajajja.. WOW.. sin palabras.. jajajaja

  4. Vale. Ya vi el vídeo.
    Y me arrepiento. (no lo vi entero, me aburría)
    Joder macho, en serio. No me extraña que te salgan esos relatos.
    Pero, ¿ESO QUÈ LO QUEÈ?

    1. Hay que catarlo todo, gata 🙂 Y no me dirás que la lección no tiene interés, o la muchacha pasa un mal rato… (Y hay por supuesto vídeos más chocantes, todos por supuesto material potencial para relato; no se puede desaprovechar nada…)

  5. Qué coño va haber que catarlo todo.
    Menuda gilipollez. La tía esa tenía problemas psicolçógicos, si se lo han «apañao» por ahí, pues mira tú qué bien.
    Y el tío ése…Buf, qué rarito.
    En lo que sí estoy altamente interesada es en saber con qué se hacen las partes éstas para que les quede tan limpito y sin un granito ni una rojez…Yo creo que con depilatorio…Con cera no se queda así…

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