El diario de Alicia Bot

Diez de la noche. Es el momento del bajón; los lloros contenidos (cuando los contengo), las miradas perdidas por la ventana, pasarse media hora clavada en el mismo párrafo de un libro. O con la página de Google mirándome, con Facebook parpadeando: notificaciones que me resbalan. El libro (el mío) a medio hacer. Me miro las piernas, una carrera en las medias; me pregunto si habrá estado ahí todo el día. Alicia, ¿estás atendiendo? Alicia, ¿aún no sabes si vendrás a la cena del sábado? Alicia, nunca sales de compras, ya no ves a nadie (suposición), no hablas con nadie (invención directa), se te va a olvidar cómo tratar con la gente (repetición por falta de ideas), nunca te da el sol (esto técnicamente no es verdad…), ¿cuándo nos vas a presentar a un novio? (si puedo evitarlo, jamás)…
Alicia, tu Glock intra-uterina es del año de la pera, ¿cuando te la vas a cambiar?

Ahora las intra-armas son los nuevos móviles, si la gente te calcula más de tres años con la misma (lo cual se deduce por la carencia superficial de secuelas post-operatorio), se extrañan y te hacen preguntas. La nueva mendicidad es tener tan solo un cañón interno de cincuenta balas en el cargador. Da igual que no lo uses. El día que decidiste convertirte en bot porque todas tus amigas se estaban apuntando al carro de Pretecnotimes, no eras tú misma. Porque eso es lo que a los demás les extraña, ver rasgos realmente particulares en alguien. Quizá hasta les molesta, porque ellos ya hace mucho que se extirparon esos rasgos para encajar. Es practico: ¿por qué vas a ser tú misma pudiendo ser aceptada por todos? Pero sólo tengo diecinueve años, joder, creo que aún me queda un tiempo de ser Alicia de Verdad; y no Alicia la Responsable, Alicia la Siempre ocupada, Alicia la que Mantiene varias pelotas en el aire, Alicia la que Tiene que apuntar las citas en una agenda electrónica, o Alicia la que Va tirando. Creo que aún deberían quedarme unos años antes de convertirme en otra de esas personas que necesitan decir en voz alta que son felices y libres intentando convencerse a sí mismas.

Cuando mi madre me informa con segundas de lo bien que se está por ahí fuera paseando o con el sol en la cara, en realidad habla mucho más con ella misma que conmigo (autoconvencimiento maternal). Es el primer fallo típico de los padres, proyectar frustraciones personales en sus propios hijos. Esa máxima tan cierta que habla de dejar libre a lo que más se quiere, pues bien, los padres suelen hacer todo lo contrario. Los padres creen que sus hijos son una propiedad. Pero claro, luego tú no puedes preguntarles si te tuvieron porque de verdad querían o porque ya estaban aburridos de salir y pasear y tener el sol en la cara.
Por ejemplo, ¿sería una completa estupidez que dijera que las madres están muy sobrevaloradas?
De todas formas esto no lo va a leer nadie… y si no es así… Hola, mamá, ¿otra vez metiendo las narices donde no te llaman?; yo no soy como la tele que ves, sal de mi cuarto, por favor, y deja el diario donde estaba…
Por dios, si hay algo chismoso y chabacano y simple y deprimente como un donut sin azúcar, es ciertas madres. Sé de algunas que llevan más de treinta años sentadas en el mismo puto banco comiendo pipas. Cabronas xenófobas y machistas pasivo-agresivas que parecen no entender por qué no informas de adónde vas cuando pasas por delante. ¿Eso tiene algo que ver con el amor?
Estoy harta de oír esas idioteces, todo eso de Esa fuente inagotable de cariño que son las madres, o Nadie te va a cuidar como una madre o… O todo ese rollo sobre cómo cocinan, como si el ser madre te tocara con la varita mágica de la Cocina o alguna chorrada parecida…
Estoy harta de clichés, de mentiras, de verdades a medias… Y no creo que pase nada por decirlo. Tengo una Glock con un cargador de cincuenta balas dentro de mi cuerpo, por el amor de dios; vivimos en un mundo absurdo, ¿es que nadie más lo ve?

Creo que tendré que acabar cediendo, a los veintitantos sonreiré en los cumpleaños y ya casi no me quedarán ideas propias. Todos estarán orgullosos de mí y algunos me recordarán lo arisca que era de más joven, cuando aún era yo misma y quizá aún podía aportar algo positivo al mundo. Pero no, acabaré siendo otro maniquí tipo Sexo en Nueva York (pero joven de verdad); encubierto, eso sí, con una fina pátina de dignidad tan de diseño como la ropa que me pruebe. Supongo que tendré que acabar siendo tan “diligente” como todos los demás ¿verdad? Por la vida y todo eso. Por evolucionar, salir adelante, “mejorar”. Ser adulta. Madura. Y si no es así… entonces qué ha sido de ti que antes eras divertida, que eras discreta, que tenías gustos propios y ganas de ser libre. Qué ha sido de ti que eras única y ahora sólo eres un anuncio, un montón de eslóganes, un cinturón mono, datos, una marca de cosméticos, o lo que los demás piensen de ti. ¿Por qué tú no has crecido sin dejar de ser tú misma?

Tías de veintidós años que de golpe ya son puro procedimiento profesional. Una concatenación de objetivos encadenados por fotos engañosas en Facebook. Sonríe. Valentía, dar el paso; hacerlo y hacerlo ya, joder. Todo lo demás es torpeza adolescente. Y ya no eres adolescente (recuerda que siempre hay fases, siempre, fases que superar). Eres una mujer; el modo en que vas vestida no puede ser casualidad, ni tan siquiera cuando lo parece. Ya no eres una niña, tienes cosas que hacer, que solucionar; no tienes tiempo para recordar cómo funcionaba tu mente cuando fantaseabas con pintar o escribir. Cuando disfrutabas leyendo un libro o viendo una película al margen de tus puntos en la agenda, la carrera, el cursillo, el taller, el módulo. Cuando hacías las cosas más por llenarte que por contar que te llenaste, más para reír que para rellenar una hoja con tus impresiones concretas y calculadas en pos de convencer a algún profesor que vive en un planeta distinto al tuyo. Estoy segura de que la mayoría de sonrisas sinceras jamás las captan las cámaras de fotos. Una vez una amiga me dijo que le había tocado una videocámara en no sé qué sorteo. Le dije Pues que bien. Me dijo No es para tanto, una día me grabaré follando con mi novio y luego se la regalaré a alguien. Me dijo que eso era lo más honesto que podía captar ese «chisme».

He decidido que me voy a operar para dejar de ser bot. Creo que ya no siento nada. “Nada”. Estoy en una fase radical de mi propio Yo. Una fase de rechazo excesivo hacia todo. Ahora soy mi Yo Nesquick; y quiero volver a ser Cola-Cao. Sé que puedo serlo. No sé cómo podré con el futuro. Porque imagino que si no puedo seguir siendo yo y me convierto en (sólo) una zombie reluciente y con estudios y con un “buen trabajo” del que quejarme los domingos por la tarde… ¿qué me queda? ¿el suicidio?
Tengo que dar con un modo de salir adelante sin convertirme en una urbanita que diga cosas como: “Uh, no podré, tengo los siguientes tres fines de semana ocupados”. La gente tiene miedo de que se acabe el mundo al estilo meteorito, o por lenguas de fuego solares. Yo sin embargo tiemblo de miedo cuando llegan las rebajas y, sentada a una mesa con otros veinteañeros, oigo que eso ocupa autentico espacio en sus vidas. La «tontería» pasa de unas generaciones a otras. Ahora somos bots de última generación; idiotas, pero en videoconferencia por Skype. Pijitas con Iphone (o Blackberry, que suena más… empresarial).
En fin. Al menos tengo la oportunidad de ser tu versión áspera: la Kitty mala (para entendernos).
Buenas noches. Procedo a seguir muriéndome.

[Para el video, grupo curioso: Metronomy. Teniendo buenos contactos en Facebook es más fácil encontrar las cosas interesantes. Me han recordado la primera etapa de Blur (hay que investigarlos). El videoclip, por cierto, es cojonudo. Abajo + pin-up (esta vez, Emma Stone haciendo posecitas, quizá el único motivo por el que me animaré a ver la nueva de Spiderman.]

10 comentarios en “El diario de Alicia Bot

  1. Al parecer esta pobre bot (que dejará pronto de serlo, no sabía yo que eso era posible y me gusta saber más sobre el tema, jeje) no es más que otra adolescente con las hormonas y pensamientos revolucionados, es verdad, es cuando todo a tu alrededor te importa una mierda y verdaderamente no eres alguien sugestionado y cincelado por lo que deberías ser, una sociedad de cuadrados estereotipos establecidos, es más, creo que si pudiésemos estar durante más tiempo sin el peso de lo que la maldita sociedad y edad te dictan, seriamos no solo más felices si no también más evolutivos e interesantes. Vale que me desvío del tema; esta chica me ha gustado, tanto que quizás la buscase y (aún a riesgo de que me metiera un balazo en la boca “véase donde tendría la boca la Irene”) intentaría quitársela a su novio, quien sabe quizás una relación lesbica no la viniese mal, jajaja (ahí la Irene de borrica total, y eso que yo soy de lo más hetero)
    Genial Jordi, espero seguir sabiendo cosas de esta nueva evolución de la especie, ya sea mediante bisturí (y si no, mira la de asiliconadas que hay)
    El video si que es una genialidad y la canción muy chula, un tanto Blur…no se, quizás, ese karaoke pelotero me hizo reír
    Besos guapo

  2. Con perdón de la intromisión, pero creo yo que ayudaría mucho (a mi me ayudaría mucho, al menos) si dedicaras un texto a explicar exactamente qué son los bots y cómo se llega a serlo o se dejar la condición…

    1. Yo creo que en el anterior relato ya está bastante explicado. De todas formas la idea es que cada texto pueda funcionar de forma independiente haya bots o no. Yo creo que la idea del cyborg (o en este caso humano operado para casi serlo) es muy genérica en la ciencia ficción; solo hay que meterse en la distopía si el relato la lleva implícita y ya está. Por lo demás, el texto habla de temas recurrentes de toda la vida, solo que con el detalle extra de que la chica es «bot».

  3. se me hace raro ese mundo futurista que describes y toda esa intromisión de marcas y lugares comunes.. raro, que no es lo mismo que decir que me suene mal, claro 🙂

    me has recordado a algo que escribí hace tiempo sobre un futuro parecido, lleno de gente extraña con absurdos implantes en su interior.. mi chica también empezaba por A, Allison 🙂

  4. «Eres una mujer; el modo en que vas vestida no puede ser casualidad, ni tan siquiera cuando lo parece.» Cómo jode eso, qué presión por dios.
    Cuánto entiendo a esta bot.
    Ayer hice un viaje de ida y vuelta (ida de mañana, vuelta de noche) en tren. Y mientras pensaba en unas cosas y otras mirando por la ventanilla me entretuve en pensar qué tipo de arma me metería yo y dónde si fuera una bot. No llegué a ninguna conclusión.
    Lo de ser bot es para jovencitas. Le metes algo de eso a una mujer adulta (aquí un eufemismo piadoso; y a quí una reiteración, ya que los eufemismos siempre son piadosos), y me río yo de Beirut en sus mejores tiempos.
    Muá.

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