La fiesta

De verdad, han venido todos. Está Pablo, ese tipo que no habla y todos dicen que va detrás de Verónica, que también está. Los detalles sobre Verónica son: La última vez que se refirió a Pablo fue como: «Ese chaval lechoso». Está Esther, con su bolso rosa de “Hello Kitty”. Esther tiene treinta y siete años, es la más mayor aquí al otro extremo de Tania, que tiene veinte, y que hace tres meses que no se me va de la cabeza y -quiera o no- estoy sufriendo.
También está Fran, ese hijo de la gran puta.
Y luego hay como diez o doce personas más, todas figurantes en lo que a mí respecta, amigos de amigos, hermanos de amigos, amigos de hermanos de amigos, y así sucesivamente. Todos son vácuamente amables, se dirigen entre ellos comentarios preestablecidos, bromas con telarañas, las conversaciones son tan moderadamente grises que huelen a cerrado; hay un montón de réplicas en forma de ocurrencias sobadas flotando después de cada anécdota, y todas acaban dichas en voz alta. La mayoría son tíos de veintitantos, normalmente con carrera, o estudiando una carrera, o un posgrado, o un master, o lo que coño se estudie cuando acabas los estudios y aún necesitas otra línea en el currículum. Todos son tipos centrados, chicas moderadamente simpáticas a la par que moderadamente atractivas; abunda ese look indie femenino, es halo pijo en plan imagina-como-son-mis-tetas-si-puedes-bajo-este-jersey-que-parece-de-mi-abuela. Es esa pátina superficialmente moderna que entierra una variedad seguro paralizante de conservadurismo “maduro” veinteañero. Aquí ser progresista tiene más que ver con un pañuelo cuco que con una idea original.
Un chico es un chaval sencillo y con estudios. Una chica no es sexual.
Esto es una coctelería, un antro que han cerrado para nosotros vía enchufe. El motivo es que una pareja de las presentes se va al extranjero un año o dos («Un año, y si nos va bien, ya veremos….») Esto es una fiesta de despedida. Ahora mismo podría estar pelándomela en casa, sin embargo tengo que ver cómo Fran mete mano sin parar a Tania, y se besan, y se besan, y se besan… En cierto momento, Luis, el tipo que se va al extranjero con su novia – … ¿Praga?… ¿Londres?-, coge un micro y comienza a decir que nos van a echar de menos, y que perro ladrador poco mordedor, a caballo regalado no le mires el diente, etcétera. Según lo que dice, son tan felices y se sienten tan afortunados aquí con todos nosotros, que parece que se esté burlando sutilmente en nuestra cara teniendo en cuenta que se van a vivir fuera. Sea como sea, el discurso nos deja perdidos de babas pseudo-melancólicas, como si fuera un aspersor que riega el césped con clichés. La mayoría sentimos esa vaga sensación de vergüenza ajena que, por suerte, enseguida se diluye cuando al término del soliloquio todos aplaudimos aliviados.
Fuera llueve. Hay accesorios, accesorios y extras por todas partes. Obviamente todas las chicas han traído bolso. Pero casi todos los chicos también. Cuando alguien llegaba al local, veías a dos o tres personas quitándose capas de encima como una cebolla trendy; pañuelos, jerseys, bragas… una chica incluso se ha descalzado unas Nike y ha sacado del bolso unas bailarinas.
Le preguntes a quien le preguntes, mañana todos tienen compromisos. Mañana, sábado. Alguien, un hermano de un colega que parece su versión sin gluten, me dice que si de verdad no voy a querer ir con ellos a cierta excursión para la que hay que levantarse dentro de seis horas. Sonrío, tengo una comida, una comida familiar, un montón de gente, comer paella con resaca; no puedo ir aunque quisiera, le digo. Ya sabes, le digo. Me muevo en este ambiente con cierta soltura, me he acostumbrado. La idea es tener siempre una excusa factible con la que rellenar el día siguiente. La mayoría de tíos y tías como los que hay aquí no entienden demasiado eso de que alguien no tenga planes para dos días libres. Es decir, ¿qué vas a hacer?, ¿qué vas a hacer si no has planeado hacer nada? ¿Cómo…? ¿Osea…? Así, se colapsan, y tarde o temprano salta la consabida frase: “¿Si no vas a hacer nada por qué no te vienes?” Cada segundo cuenta para ellos, aunque luego se los pasen fingiendo e imitando a los demás. Ellos controlan; ellos pueden planear la espontaneidad, calcularla. Pueden dibujar un mapa a seguir para ser felices. Incluso expresan en voz alta esas memeces. Tienen un intelecto con marca registrada: optimismo de folletín. Seguro que si les abrieras la cabeza a hachazos, en algún lugar del cerebro podrías encontrar una etiqueta con la “R” dentro de su circulo.
Es la fiesta, una cualquiera, como ésta: es mi época. Está el alcohol y el tabaco, las drogas blandas. Yo no tengo planes, y quizá debería buscar una pareja fija con la que salir en las fotos. Pero no sé si quiero parecerme a según quién. Ni siquiera tengo estilo estético propio. No sé si podría entrar en esa dinámica de protocolos constantes y Rollo Adulto. Soy un crío de veintisiete años. Y esta es la fiesta, y se repite cada dos por tres. Soy el centro irresponsable alrededor del cual se arremolina la diligencia occidental. Son guapos, saben elegir la ropa; ellas… dan ganas de dejarlas con la falda indie hecha jirones y el coño lleno. Y ellos no son malos tipos, pero no son yo. Sea como sea, sigue la fiesta.

[En la categoría de «Gente chunga de Youtube», podrían entrar perfectamente los del vídeo; hurgad en su canal, vale la pena. Abajo, + pin up.]

18 comentarios en “La fiesta

  1. Sobre esos discursos melosos: «La mayoría sentimos esa vaga sensación de vergüenza ajena que, por suerte, enseguida se diluye cuando al término del soliloquio todos aplaudimos aliviados». Me encanta todo, y la forma en la que te va llevando. Aunque apurada, como siempre, me quedé un instante pensando -¿las bragas? ^^
    Saludos y gracias, Jordi!

  2. He borrado varias líneas de este comentario porque no sabía como abordarlo, así que empiezo diciendo: ¡Narices!, que buen video has traído hoy. Brutal!

    Buen relato. Me voy enterando que la moda es ser feliz a la fuerza, estar siempre ocupado, siempre sonriéndole a la vida, tener todo planeado, llevar agendas, aprovechar el tiempo al máximo, tener millones de amigos, ser un puñetero optimista con varias – en lo posible – maestrías y doctorados porque sino tu valor como ser humano se reduce a cero. Sino estás en Facebook, no existes; más o menos así. De esto va hoy en día la presión social.

    Lo bueno es que al menos, hasta hoy, aún se puede ir a contracorriente.

    Un saludo.

    P.D: Me quedaba una pregunta, ¿Has leído Fahrenheit 451?, he presupuesto que sí por que lo mencionaste en una relato anterior (Idiotas por Facebook), aunque algunas cosas no se saben nunca; en caso contrario, quizá podrías hacerle un espacio en tu biblioteca :).

  3. Vistos desde fuera todos somos/parecemos idiotas, quizás desde dentro, a pesar de esa R en su circulito, alguno/a piensa como tú y se deja llevar por la corriente, al fin y al cabo ese es territorio conocido y fuera, quizás fuera esté la vida y ¿quien quiere vivir cuando se puede actuar?

    Un saludo,

  4. Lo que más me fastidia y me enerva es esa actitud de falsos sonrientes ante cualquier cosa, como si forzar la comisura a elevarse hiciera más feliz mi incomodidad. Después están aquellos que piensan que pierden el tiempo si no salen a recorrer el mundo, y finalmente aquellos que se van pero van a volver alguna vez. Gracias a la diversidad están ellas que te queman la cabeza y te humedecen los sueños aunque se freguen contra pelvis ajenas…

  5. Muy típico, y es que muchas veces sin el guión no sabemos improvisar, ni ser sinceros. Tal vez tenemos demasiado claras cuales son nuestras obligaciones, o las que creemos que son nuestras obligaciones. Piénsalo, el mundo sería caótico sin gente así (:

  6. He vivido tantas fiestas y reuniones como esa…la sensación de estar sola entre la multitud, de no comprender a los demás, de no ser una oveja más de su rebaño…pero acudir porque hay que cumplir…

  7. ya ves, hay gente que se enfrenta a la vida como una lista de la compra llena de cosas que adquirir, sitios a los que ir y difusos planes para la vejez. Luego todo se les viene abajo y todo son crisis existenciales. Un asco, vamos.

  8. Hace un par de años, fui a una fiesta privada que tenía titulo y todo “la fiesta del vino” cada invitado tenía que llevar una botella del dicho liquido, ya fuese blanco, rosado o tinto, y allí te ofrecían un surtido de canapés impronunciables. La música ambiente era tipo chill out, la gente (de entre 30 y 40) se amontonaban en rincones oscuros, con poses aparentando una incomoda soltura, hablando de cosas que estoy segura la mitad o más no entendían, pero todos asentían, sujetando sus copas de vino caliente (porque así es como se toma ¬¬) y sin probar la comida, a no ser que pudieran esconder sus mofletes hinchados por algún rincón; todos solteros, la mayoría sin compromiso y buscando alguien repelente parecido a ellos para follar esa noche. Mientras yo me emborrachaba con la única botella de vino (blanco) que estaba fría, salieron cuatro follinoches, para al final mentir al dueño de dicha casa, con que la “fiesta” había sido un completo éxito. Este relato me ha recordado en grado sumo aquel día. Por supuesto, y como siempre, un texto perfecto, pero tan solo por el recordatorio, no se si hoy darte las gracias. Jejeje
    El video genial, la pin up muy sexy y si, cha cha cha es preciosa
    Besos Jordi y… que siga la fiesta…

  9. A riesgo de sonar como va a sonar: creo que esa gente que rodea al protagonista es el común de los mortales, la «masa», que compone nuestro mundo y que busca por una especie de instinto o de regla aprehendida en la cuna ese camino a ser felices o parecerlo. Dificilmente se podrá encontrar a alguien que sienta o viva puramente, será más frecuente darse con esas personas que viven porque sí, que sienten lo que han de sentir, que aman porque ese sentimiento tiene una serie de adjetivos pegados y que pueden buscar sin más. se quedan en la superficie y jamás ahondan a lo profundo. De ahí muchos de esos dramas y mucha de la artificialidad de nuestra sociedad… Este hecho no creo que sea posible cambiarlo y en parte el ser consciente de él es triste por no poder participar de esa felicidad estúpida de la que los demás son partícipes. Por otro lado es un alivio.

  10. Sublime. Me ha encantado la entrada.
    Quien necesita siempre un plan es porque es incapaz de aguantarse a sí mismo, el silencio al sentir que tu cerebro no piensa.
    Besos.

  11. No tienes nada que hacer?..como?..qpaso?…etc. Aveces uno gusta solo!
    PD: Somewhere—–> me gusto (aunq tengo la sensacion deq tengo que verla otra vez XD)

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