Antes que nada, GRACIAS. (Y lo siento, pero repetiré mucho esa palabra.) Gracias por haber sido como sois. Si no fuera por vosotros no sería la persona que ahora soy. Gracias a ti, papá, por ser un gilipollas arrogante y anticuado, corto de miras y conservador. Has sido tan sumamente inútil y potencialmente dañino para mi educación, que con el tiempo he aprendido a ser una buena persona llevándote la contraria, alguien que acepta a los demás por lo que son y que está libre de prejuicios absurdos. Gracias por ser tan patético, por albergar tanto odio gratuito en tu corazón; al no hacerte demasiado caso, me has hecho ver que una actitud contraria es posible. Que es posible ser bueno de verdad. Es factible no ser un mamón de pueblo que cree que siempre tiene razón.
Recuerdo cómo de crío cuando no sabías qué decirme me plantabas un bofetón en la cara (o donde pillaras). Entonces pensaba que era lo normal. Luego supe que no tenías ni idea de qué coño hacer conmigo. No sabías hablar conmigo. Solo sabías dar ordenes sin argumentos, y esperar que te hiciera caso “por mi bien”. Repito: Gracias, papá; porque al haber sido un insurrecto ahora al menos sé lo que no haré si tengo un hijo. Un mal ejemplo puede ser tan útil como uno bueno. Es importante tener una figura paterna, y tú me lo has demostrado.
En cuanto a ti, mamá, también te debo mucho. Tú también eres en buena parte responsable de cómo soy, del adulto en el que me he convertido. El verte siempre en tu tiempo libre viendo televisión y más televisión, “el corazoneo” como tú dices. Ver esa actitud de desinterés total por todo lo que no sea cotilleo y susurros sobre los vecinos. Todo eso me ha enseñado a ir más allá. Jamás hubiera leído El guardián entre el centeno a los dieciséis años si no me hubiera fijado en la forma en que se te iluminaban los ojos con la miseria humana; cuando alguien te destripaba a alguna tercera persona a la que luego sonreías sin pudor.
Has llegado a ser tan simple. Tan cabrona. Te he escuchado incluso comentarios racistas (muy mal disimulados). Lo cierto es que las mujeres como tú son las que dan mala fama a las amas de casa. Pero al ser tan obviamente cutre. Mala persona, en definitiva. Al ser tan triste, yo enseguida supe que no quería parecerme a ti. Que el vecino podía hacer lo que quisiera sin que yo le juzgara. Que había vida más allá de la televisión. En definitiva, que había un mundo fascinante que tú negabas en pos de placeres tontos masivos. Un mundo que sin querer me ayudaste a buscar. Siendo zafia y malhablada, hipócrita y falsa. Gracias, mamá.
Lo cierto es que me habéis criado como habéis podido. A trompicones. De forma torpe. Contradiciendoos. Siendo más y más estúpidos a medida que yo crecía y ganaba uso de razón.
Aun así, habéis sido hábiles para salir adelante. Nunca me ha faltado nada de nada. Siempre he tenido un techo y comida; calor en invierno y una nevera cerca en verano. Así que, agradecido a ti, mamá, por parirme. Y supongo que gracias a ti, papá, por el dinero.
Ups, al menos este pobre chico tiene esas cosas que agradecer, otros ni eso. Deberían hacer un test psicotécnico y sicológico, antes de que la gente usara su polla y coño en pos de la procreación, y si no se pasa el examen, castración y esterilización, porque no todas las crías de estos especimenes tienen la suerte de ver el otro lado de la regla, y escoger lo que realmente esta bien, y no comportarse como sus «educadores», siendo clones de ellos en un futuro y alumbrar a más necios, insulsos o peor aún malas personas estupidas. Si hay algo peor que una persona tonta, es una persona tonta y mala, que ni siquiera sabrá usar esa maldad, y terminará por joder todo lo que su alo toque.
Lastima que la virtud de elección que ha conseguido tu protagonista, sea exactamente lo contrario a lo que normalmente pasa con padres así en la vida real.
Y para seguir la cadena: GRACIAS, gracias Jordi por estas gotas de brillantez en mis días (o noches)
Un beso guapo
Yo leí «El Guardian…» recién a los 32, justo el doble…
Pero a los 16 cualquier libro que caía en mis manos era debidamente leido y creo que lo qu epasa en sus hojas es más real que lo que pasa en la tele.
Los vecinos son bastante reales también y mucho más crudos.
Abrazos!!
Gracias a mi mamá y a mi papá también, aunque todavía no sea un «gracias» del todo sincero…
Leí por ahí que tu generación (jeje) va a salir diciendo: -al menos nosotros teníamos contra quién revelarnos.
Un beso!
Hola de nuevo.
¡Algo de cordura en este mundo! ¡Amo este blog! ¡Lo quiero en un libro!
Gracias, gracias, gracias por tus relatos, Jordi 😀
Gracias a ti Julieta. Me hacen siempre mucha ilusión tus comentarios (como para que no me la hagan…)
🙂
Si en este mundo nuestro más de uno se revelase, otro gallo nos cantaría.
Me ha gustado mucho la filosofía de fondo.
Ufff, qué valiente eres! y que clarito, sin patadas bajas, con las palabras bien utilizadas. Yo me identifico y hasta me pondría a crear una nueva entrada… quizás lo haga. Soy buena (a medias) gracias a lo mal que me trataron, me criticaron, me evitaron y sobre todo, me alejaron.
Aún lloro profundamente si lo pienso pero, no les doy las gracias, eso no!
Estos jóvenes, siempre con ganas de llevarle la contraria a sus padres…
Las verdades hay que decirlas así, de forma clara y directa, aunque duelan. Hoy en día queda tan poquita sinceridad en este mundo…
Los padres lo hacen como saben y entienden, pensando que es lo mejor.
Creo.
Me estoy fijando que a las pin ups estas (también he visto una de por arriba, ¡se les caen las bragas!, coño, que se las compren de su talla.)
Yo diría que quien es idiota, cuando tiene un hijo sigue siendo idiota, pero con un hijo. Nadie se vuelve de repente mejor por tener hijos… Igual que hay padres abnegados que solo quieren lo mejor para sus hijos, también los hay que no querían tener hijos y lo llevan como lo llevan…
Es un hecho.
De cualquier forma llega un momento que todo el mundo se muere.
Eso también es un hecho.