De repente pasa que cada vez que un chico recibe calabazas, las recibe literalmente. Intentas entrarle a una chica en una discoteca porque sigues creyendo que es el ambiente idóneo para hablar con ella porque crees que ella estará más abierta en todos los sentidos. Y ella te da una calabaza enorme de huerta que apenas puedes sujetar. Y ves la discoteca toda llena de tíos con calabazas entre las manos, el cubata roto en el suelo, y sin saber dónde dejar el muerto. Pero la chica había puesto varios “me gusta” en algunas publicaciones tuyas de Facebook y pensaste que era una invitación a algo, porque era una desconocida; y viste sus fotos –en apariencia todas abiertas al público–, estaba buena y pensaste que era una buena idea chillarle sugerencias el siguiente sábado por encima de la música en el local al que un pajarito (de esos que hay tantos que no veríamos la luz del sol si se materializaran como las calabazas) te dijo que la chica casi seguro iría, para quizá conseguir su teléfono y puede que planear un bombardeo controlado de mensajes más personalizados en los que se leyera entre líneas que, aunque no estás lo que se dice enamorado, has visto sus fotos, y que la vida son dos días y quizá podríais iniciar una sana relación sobre todo sexual amparada en una suerte de supuesto sentimentalismo que pocas veces suele ser real más allá de algo de cariño o la susodicha necesidad de sexo con alguien a quien tu grupo de amigos dé el visto bueno digan lo que digan luego entre ellos cuando no estás delante.
Pero lo de las calabazas se ha puesto de moda, y ahora en todos los locales hay calabazas por doquier (proporcionadas por los propios locales) y se ha disparado el mercado de las calabazas. Y los garitos de turno amanecen con la calle de turno llena de calabazas abiertas o reventadas, y nadie sabe muy bien cómo reaccionar con todo el asunto.
La cosa se vuelve cada vez menos higiénica y más asquerosa, de modo que algunas marcas comienzan vender calabazas artificiales en las tiendas de ropa y complementos que básicamente son habitadas por el mismo target consumista que las discotecas. Y comienza a haber calabazas Gucci y Prada y etc., y Zara comercializa una suerte de calabaza estándar que revienta el mercado hortícola artificial convirtiéndose en la sensación entre las chicas jóvenes, que pronto comienzan a llevar su calabaza los viernes y los sábados con ellas del mismo modo que llevan el bolso, el móvil y el maquillaje putero empastado en la cara. (Lo cierto es que la moda de las calabazas llega después de otra especie de moda, un uso generalizado “2.0” del maquillaje, que aumenta en cantidad –normalmente triplicándolo– el que las chicas se aplicaban antes, haciendo que al día siguiente, ver a la misma chica desmaquillada sea como ver su versión «humana», en contraposición con la versión histérica y excesiva nocturna.
Se abre cierto debate en los medios más idiotas sobre si lo de las calabazas no es una crueldad, y se suele comentar mucho lo violento que es el ritual de rechazo en las contadas ocasiones en que una chica recibe una calabaza sin ni tan siquiera haber tenido una noche de sexo con su objetivo (normalmente, además, el chico de turno la ha comprado exclusivamente para esa chica al saber que ella podía intentar algo con él, ya que raramente se ve al típico animal de discoteca engominado cargando una calabaza con él, ya sea real o de diseño).
Darle una calabaza a una chica es humillarla unas diez veces más que antes de la moda de las calabazas. De ese modo, la chica no puede cobijarse en lo alta que está la música o lo abarrotada que está la discoteca; no puede volver con su grupo de amigas y decir que el chico se ha ido o que no lo ve o que de cerca era tan feo que al final a decidido «pasar». Así pues, un chico que recibe una calabaza tiende a volver con sus amigos a veces incluso riendo y mostrándola casi sin vergüenza; pero una chica puede sentirse como si ni tan siquiera fuera válida para que se la follen, aunque al día siguiente despertara sola con la sensación de haber sido «utilizada».
Luego la calabaza comienza a verse fuera del ámbito de los locales nocturnos. Mujeres que se van de casa y en lugar de escribir una nota dejan una calabaza real en medio de la mesa del salón, y sus cajones y su parte del armario vacíos. Chicos que llegan a la bolera y en lugar de lanzar la primera bola, compran una calabaza artificial en el mismo centro, y la lanzan por la pista a modo de despedida ante sus novias (esto suele darse después de infidelidades femeninas descubiertas). Amas de casa que hacen ensaladas de calabaza. Cenas íntimas de Halloween en las que el anfitrión o anfitriona no ha vaciado ni perfilado ninguna sonrisa siniestra en la calabaza decorativa, para que la vea su pareja. Bodas en las que tras nuevos casos de infidelidad sabida, la novia o el novio le piden a alguien que les guarde la calabaza hasta que llegue el momento de decir «sí». Camareras que no sólo se dejan el anillo de casadas puesto durante el trabajo, sino que además llevan un pin-calabaza sonriente que te mira desde la pechera del uniforme. Novias de amigos que quedan un día para ir al cine contigo y que llevan el mismo pin a modo de broma que no es ninguna broma. Chicas recepcionistas que tienen siempre una calabaza “decorativa” plantada en el mostrador como aviso (muy habitual en los gimnasios). Anillos de boda con forma de calabaza. Tarta de calabaza en fiestas de cumpleaños infantiles llenas de padres y niños disconformes (con la tarta), como broma y a la vez no-broma, normalmente tras supuestos rumores de adulterio en el barrio. El caso de una mujer que dejó en coma a su marido a golpes de calabaza tras él sugerirle las bodas de plata después de haber tenido sexo con una veinteañera durante un año. Hombres que se follan a ligues y que no solo salen huyendo por la mañana, sino que dejan las puertas abiertas y vuelven al piso con una calabaza para dejarla en su lado de la cama. Un zeppelin con forma de calabaza que sobrevuela la mansión Playboy en respuesta de una de las chicas a Hefner-hijo tras una petición de boda. El grupo Calabaza Caliente, que arrasa en las discotecas durante un verano con la canción: “No me des la calabaza, mamita”. El meteorito-calabaza avistado por la NASA (en realidad no tiene forma de calabaza). En un estadio, grupos de danza perfilan formas con atuendos de colores en la ceremonia de clausura de las olimpiadas, formas de distintos tipos de calabaza, y acaban señalando al cielo y todo el mundo grita y aplaude mirando la luz de allí arriba y haciéndole cortes de manga. En los telediarios comienza a hablarse del “Apocalipsis Calabaza”. Se triplican las ventas de calabazas reales, y se multiplican por diez las de las calabazas de marca. A muy poco tiempo del fin del mundo, se comienza a vender el Ford Calabaza, el Opel Calabazas, el Calabazas Benz, etc. Un multimillonario crea la escudería Calabaza 1. Una chica inglesa se opera la cara y la cabeza para parecerse a la última calabaza de diseño de Gucci. Los coches se amontonan intentando huir de las ciudades por el Apocalipsis Calabaza. El ámbar de los semáforos ya es una calabaza que se ilumina. Hay antenas parabólicas con forma de calabaza. Tapaderas de cloaca. Condones sabor calabaza. Un chico colombiano se cambia el nombre por el de “Calabazo”. Existe la secta de Las Calabazas sagradas, la de Nuestro Señor Calabaza y la de Calabazas Vírgenes. Los moteros se tatúan el meteorito (falseando su forma para que realmente parezca una calabaza). Muchas familias se suicidan todos en la misma habitación junto a todas la calabazas reales y de diseño que tienen en propiedad. Se rumorea que los multimillonarios están huyendo del planeta en naves de una tecnología secreta hacia otro planeta habitable: el planeta bautizado como «Nueva Calabaza». Mucha gente comienza a llevar pins en los que se ve una calabaza-meteorito dentro de la señal de prohibido, junto a otro pin en el que se ve una sana calabaza terrícola. Muchas parejas agotan los últimos días practicando el sexo-calabaza, que consiste en juguetear con las tripas de la calabaza entre los dos cuerpos, mientras echan un traguito de zumo de calabaza entre coito y coito. El único canal (Canal Naranja) que sigue emitiendo en la recta final, ofrece casi todo el tiempo la repetición del concurso “Toma Calabazas”, en el que los concursantes comen calabaza y gana quien vomita el último. La revista Calabaza Total también se sigue distribuyendo hasta el final; el “Apocalipsis Calabaza” cubre casi todo el contenido; a excepción de la sección “La Calabaza da esperanza”, que sigue dando útiles consejos hortícolas sobre cómo cultivar las calabazas más sanas y hermosas posibles. Una pareja francesa insiste en casarse en un enorme huerto de calabazas a pesar del inminente apocalipsis ídem. La Miss Calabazas (alusión a los pechos) de 2032 declara a Canal Naranja: «esto ya lo dijeron los mayas-calabaza». La ilustre periodista Adriana Jonás escribe su último artículo para Calabaza Total; lleva por título: “Iglesias con forma de calabaza, y Dios ya se ha cansado”. Se forman reuniones a campo abierto de gente dándose la mano, cantando y brincando alrededor de montañas de calabazas (con el tiempo la calabaza natural pasa a ser llamada “calabaza analógica”; la calabaza artificial pasa a ser llamada digital). Se descubren bosques llenos de gente suicidada y abrazada a calabazas con valor sentimental. Normalmente familias, pero también multitud de nuevas sectas. Las sectas ganan más dinero que nadie poco antes del fin del mundo; todas se vuelven naranjas (en la jerga: alusión a que todas meten calabazas a presión en sus discursos). El ejercito dispara armas nucleares contra la piedra espacial (en un costado de cada misil hay una calabaza dibujada en blanco y negro; de hecho, la calabaza es el nuevo logo de cientos de empresas), pero no sirve de nada. Un polemista dice en el Canal Naranja que la humanidad merece morir; lo cual provoca la primera muerte en directo a golpes de calabaza por parte de un publico descontrolado (cabe aclarar que todo el mundo acabó llevando una calabaza consigo a todas partes; también los niños al colegio; lo cual hacía que no llevar una fuera casi como ir sin ropa de cintura para abajo). Muy poco antes del final, en las paredes de algunas ciudades hay artículos enteros escritos con graffiti sobre la redención-calabaza; sobre morir en un momento álgido consumista; sobre morir durante el mayor éxito de una campaña de marketing (de hecho ya existía el marketing-calabaza). Unos pocos se enterraron en dinero haciendo suyos los derechos de imagen de la calabaza como producto de huerta y símbolo (sobre todo un ex propietario de discoteca, que se rumorea ha creado una suerte de búnker-(forma de)calabaza subterráneo). Cuando el meteorito ya está llegando, algunas personas deambulan solas por las ciudades, aferrados a sus calabazas y a menudo llorando. Se abrazan a ellas, y tienen lo que todos ellos decidieron llamar: la propia tristeza-calabaza.
[Arriba un poco de Gorillaz. Abajo + pin up.]
NO voy a preguntar ¿ketasfumao? porque es evidente. Cuando se me acabe la Maria ya se que alternativa tengo, solo espero que el humo no salga naranja. Lo que más miedo me da es que algun marketinillo avispado podría usar tu idea para llevarla a la práctica, y entonces serías llamado El Profeta de los Ultimos Días…
Uh, qué va, nada de drogas, está todo basado hechos reales, de verdad.
fiebre de calabaza…seria sorprendente la verdad.