Mientras su mascota seguía ladrándole al rincón vacío, él encendió la luz y no había nada: eso era aún más terrorífico. Después de rezar media hora, seguía el miedo, pero la mascota se calló, y el vecino, aliviado, pudo seguir durmiendo.
Mientras su mascota seguía ladrándole al rincón vacío, él encendió la luz y no había nada: eso era aún más terrorífico. Después de rezar media hora, seguía el miedo, pero la mascota se calló, y el vecino, aliviado, pudo seguir durmiendo.
Sencillamente perturbador…