Bienvenidos todos y todas. Hoy es el primer día. Todos estamos algo nerviosos. Pero no os preocupéis, hoy aún no entraremos en materia. Todos en el centro queremos que os toméis esta primera cita como meros observadores y oyentes; para eso os hemos reunido aquí. Os explicaremos a grandes rasgos todo lo que haremos durante el año, y dejaremos una ronda de preguntas para los últimos diez minutos.
Queremos que os sintáis cómodos y que os adaptéis a la normativa sin problemas. Si alguien tiene alguna duda en adelante, podréis concertar cita los miércoles y los viernes con vuestros tutores.
Ya se os han asignado tareas en cada especialización y están planeados los tres trimestres. Todo está calculado para que podáis llegar desahogados –si trabajáis– a las pruebas finales, y vuestras notas de corte dependerán de lo que queráis hacer el año que viene.
(Ataque de tos de la oradora. Aplausos.)
En nuestro centro nos enorgullecemos de haber preparado a algunos de los más solventes profesionales. Pronto lo seréis vosotros si así lo queréis. Hoy el director no ha podido venir, pero os aseguro que él es el primero que se preocupará por todos vosotros, por vuestra preparación y por que consigáis cumplir todos vuestros objetivos. Fuera está la lista de objetivos entre los que podréis hacer vuestra criba.
Tenéis que saber que no os lo pondremos fácil; como ya habréis oído, este centro tiene fama de ser uno de los más duros, pero eso dará pie a que pongáis a prueba vuestro espíritu de sacrificio, y por supuesto también vuestras habilidades. Fuera, en los paneles, tenéis también la lista de habilidades, entre las que podréis elegir las más adecuadas según lo que hemos decidido que son vuestros objetivos potenciales.
En cuanto al sistema de trabajos, en cada especialidad habrá fechas de entrega según el grado de dificultad del trabajo, éstas las decidirá vuestro tutor, cuya decisión será irrevocable e improrrogable. Todos haréis los mismos trabajos dentro de vuestra especialidad, de este modo podremos valorar la calidad de los mismos en igualdad de condiciones.
Vuestro curso irá con vuestra edad, todos vuestros compañeros serán de vuestra edad, y todo cuanto hagáis partirá y acabará en la misma fuente, vuestro tutor, que será quien corrija todas vuestras labores, valore todos vuestros exámenes y decida el día y la hora de todas vuestras citas para hacerle consultas. Él es el hombre (o la mujer…)…
(Risas en la platea…)
… él es el hombre en quien deberéis confiar, y quien decidirá quiénes suspendéis, quiénes aprobáis, y quiénes seréis expulsados del centro si no sacáis la nota de corte básica promedio mínima en cada final de trimestre para poder seguir en el centro.
Repito, todo dependerá de vuestro tutor, y ni tan siquiera el director podrá revocar la decisión.
Más cosas… fuera en los paneles tenéis también una lista de lecturas obligatorias. Si consultáis las guías que os hemos dado a la entrada, veréis qué número de panel es el de vuestra especialidad y cuántos títulos tenéis que elegir entre los que hay apuntados. Como veréis, podréis dejar dos libros fuera de vuestra lista. La naturaleza de los trabajos que tendréis que hacer a partir de esas lecturas será decisión de vuestro tutor.
Todo lo que haréis en este centro y fuera de él contará para las notas finales, ya sean de trimestre o de curso. De hecho, si volvéis a consultar vuestra guía, veréis que hay una lista de enfermedades. Éstas son las únicas que os eximen de asistir a clase. Las que están marcadas con una cruz incluyen el hacer las mismas tareas que ese día tengan que hacer vuestros compañeros sanos en casa. Mañana en clase, cuando os sentéis, vuestro Amigo de Enfermedad será quien tengáis a vuestra derecha, y él será quien se encargará de llevaros a casa los deberes.
Os aconsejo que os llevéis bien con vuestro Amigo de Enfermedad, porque si hay roce eso no hará más que potenciar nuestra decisión de que debéis relacionaros.
Queremos que el ambiente en el centro sea amigable y esté exento de presión. Queremos alumnos centrados, colaborativos, proactivos, concienciados y trabajadores. Queremos que en unos años salgáis listos para afrontar vuestro futuro como personas de provecho. Personas preparadas frente al mundo laboral.
Personalmente, os deseo toda clase de suerte, porque ni la mala ni la buena pueden con alguien capaz de sacrificarse siempre.
Bienvenidos… … Oh… ahora el profesor Reverte subirá para la ronda de preguntas…
En general os sigo teniendo aprecio, aunque acabo de empezar y puede que más adelante me contradiga. Estuvisteis ahí en algunos buenos momentos. Incluso fuisteis vosotros a veces los que hicisteis que fueran buenos momentos. A veces creo que es verdad que cada persona es especial y única, aunque luego se me pase…; pero supongo que es bueno que en ocasiones tenga aunque solo sea esa sensación. Esa sensación debería significar algo; algo basado en un sentimiento y no en lo racional, para variar. A algunos os recuerdo mejor que a otros, a otros os añoro, y otros doléis en la mente, porque ya no podéis siquiera añorarme. Los sueños son una buena pista, algunos aparecéis a veces en mis sueños, aunque solo algunos me marcasteis lo suficiente como para apareceros como fantasmas. Cuanto más tiempo pasa más difícil es recordar vuestros gestos; están las fotos, pero en las fotos no están vuestros gestos, ni mucho menos vuestras voces o formas de sonreír cuando sonreíais de verdad. A veces pienso en si seguirá viva vuestra creatividad sea donde sea que estéis, o vuestro sentido del humor, o si seguirán en activo vuestros encantos. Me gusta pensar que sí. La verdad es que no puedo decir que os eche a todos de menos. A veces es una cuestión emocional, a veces lúbrica y a veces ambas. Mi abuelo decía que la muerte significaba la desaparición del ser querido; tenía razón. Decía que había que aceptarlo. Era parte de la vida. Respiras el aire que tienes cerca, y debes aprender a socializar con aquellos que comparten tu aire. La verdad es que hay demasiada gente, demasiado donde mirar y elegir. Es abrumador. Creo que por eso prefiero pensar que nadie es único, que de hecho hay mucha paja humana, y no en el sentido masturbatorio (que también). Como sea, esta carta es para vosotros. Todos, estéis donde estéis archivados, ya seáis de los que abandoné o de los que me abandonaron. Nos os tengo mucho rencor, o sí, pero en distintos grados, o sea, no a los que abandoné, pero sí a los que me abandonaron (puede que con alguna irracional excepción). Cada vez que me cruce con vosotros por la calle o vea vuestras actualizaciones en alguna red social, volveré a dudar sobre si decir algo. Mi abuela decía que una cosa era rezar, pero que hablar directamente con los muertos a veces no traía nada bueno.
Mejor Por Acumulación.
Ese es nuestro lema. ¿No siempre quieres padecer de Intensidad, verdad? La intensidad puede ser un arma de doble filo. El arma de doble filo de las relaciones, de todos los tipos de relaciones. Todos los habituales de nuestro centro lo saben. ¿Quieres tener amigos o quieres tener problemas? ¿En qué momento los amigos de distintos sexos son algo más y la cosa se complica? ¿Quieres más definición?, ¿clasificar tus relaciones como es debido? Para eso tendrás que venir a nuestro centro, pero aquí y ahora te daremos algunas de las claves de nuestra filosofía.
Aunque pueda sonar frío, debes ver a las personas como fases potenciales. A veces tendrás que superar una fase. Tendrás que marcarte objetivos y poner a cada cual en su sitio. Recuerda que los grandes hitos en términos sentimentales pueden acabar muy mal. Nosotros somos partidarios de las redes sociales. Sumas amigos, alertas te avisan, eliges o eliminas con un click, puedes evitar fácilmente a quien quieras; da igual lo que haya habido antes entre vosotros, si esa persona comienza a ser una molestia para ti, tienes varias opciones.
Una de ellas es eliminarla, claro; pero si lo que quieres es llevar a cabo un modo de actuación suave de separación (o incluso tener a alguien en una posición de reserva), lo mejor es ignorar, pero con clase, ofreces un saludo de vez en cuando…, juegas tus cartas de formalismo y buena educación… Sonará como suene, pero lo único que hemos hecho en este centro es ordenar y clasificar los mejores métodos conocidos para que todo el mundo tenga a su disposición un modus operandi más académico y organizado con el que gestionar los sentimientos y evitar los daños personales, así como los ajenos (al menos cuando hay remedio).
En el MPA tenemos, como nosotros lo llamamos, diversos procesos aconsejados. A continuación pasaremos a describir uno de ellos como ejemplo.
Esto es lo que llamamos Omisión por Alusión. Las redes sociales son ideales para llevar a cabo el plan, sí, pero también puede funcionar por teléfono y hasta de cuerpo presente. Todo depende del grado de unión que haya entre las dos personas.
Si eres tú la que se encuentra en esa incómoda posición de querer librarte de alguien sin dañarlo, o al menos de un modo gradual, la práctica de Omisión por Alusión es una de las estratagemas más inconscientemente practicadas, y que en el MPA hemos querido convertir en conocimiento escrito y oral para toda persona que acuda a nosotros y se encuentre en según qué tesitura. La opción consiste en la idea de atenuación de la relación. Lo que haces es bajar el volumen sentimental. Comenzáis a trataros menos, porque comienzas a tratar menos a esa persona. Ella lo notará, pero tú la saludarás un día y preguntarás cómo le va. Sonreirás. Así esa persona creerá que sigues interesándote por ella, y que simplemente has estado ocupado en otros asuntos. Eso te dará tiempo e incluso una buena excusa. No es que ya no quieras tratar con ella, es que eres una persona ocupada, con mucho trabajo, mucha vida social, muchos quehaceres en general. Esa carta deberás jugarla durante un tiempo; pero debes tener en cuenta que la otra persona se olerá tarde o temprano que la evitas. Vale, en ese instante, cuando ya te hayan dado a entender que pareces huir de esa relación, lo que debes hacer es mantenerte en tus trece. Saludarás de modo puntual. Incluso aumentarás un poco la frecuencia. Debes conseguir, o al menos intentarlo, que esa persona vuelva a creer que no pasas de ella, que solo era tu ajetreada vida, y que la valoras igual que antes y que para nada es un estorbo para ti. No es fácil, pero mucha gente, de ese modo inconsciente comentado (a veces incluso planeado), lo ha hecho en el pasado. Miles de relaciones de amistad se han roto –o llevado al plano suplente– con éxito. El siguiente paso, cuando hayas conseguido volver a ganarte mínimamente a esa persona, consiste en el desgaste. Volverás a pasar de vez en cuando varios días o hasta semanas sin decirle nada. De este modo, ella empezará a cansarse de ti, sea como sea, ya sea porque estás ocupado o porque pasas de ella: la clave está en que eso comenzará a darle igual. Así, le habrás pasado la pelota. Tu última jugada, será la de saludar un día y, tarde o temprano, recibir la respuesta crispada de quien no puede tolerar tu ritmo de vida, de quien no te comprende, etc. De esta forma, podrás alegar no solo que tú intentabas mantener la relación en pie pese a todas tus ocupaciones o motivos, sino que al final fue la otra persona la que comenzó a pasar y hartarse de ti. Así, ¿cómo podías seguir con esa amistad?…
(Nota: Si en cambio lo que querías era relegar a esa persona a la suplencia por el motivo que fuere, aun pasado mucho tiempo, y aprovechando que ella nunca quiso en realidad distanciamiento alguno, seguro podrás volver a recuperarla si ese es tu deseo.)
Sé lo que podríais estar pensando, ¿qué pasa si en lugar de ser quien abandona, eres el abandonado?, ¿no es sucio ese proceso? Lo cierto es que aun siendo el abandonado, nadie quiere seguir con una relación en la que se ha convertido en un estorbo, sea por lo que sea. A la larga nadie quiere que le eviten como a un apestado. El hecho de que la relación se corte, ya sea de un modo más brusco o con alguno de nuestros métodos, es un alivio al final tanto para el que abandona como para el abandonado.
En el MPA no solo entendemos a quienes acuden a nuestros servicios, sino que además tenemos un plan para acomodar el tipo de amistad que creemos más sólido, menos dañino, y a la larga, esperamos también, más sincero.
Mejor Por Acumulación. Así lo llamamos. Es algo cada vez más practicado. Esto vuelve a estar basado en un estudio de la realidad. El proceso disminuye la Intensidad e individualidad de las relaciones, pero eso se compensa con Cantidad (de amigos, claro). Todo el proceso, con sus cimientos en la redes sociales y un estudio psicológico del comportamiento de más de mil universitarios testados (una de las fases de edad más inestables), nos lleva a conclusiones fascinantes. Conclusiones que nos ayudarán a dar un sentido, prácticamente un número incluido en un apartado para cada relación que tengamos: y que tendrá como objetivo acabar situándolas a todas en nada más que dos niveles tajantemente claros y exentos de ambigüedades. Amistad y/o Noviazgo.
Es emocionante, pero esto es solo el principio. Todo lo que hay y lo que viene, será expuesto con meticulosidad a cada nuevo integrante de algo que ya llamamos a veces «nuestro movimiento». Si creías que tu vida sentimental tenía que ser un caos tarde o temprano por ley de vida, es que aún no has visitado nuestras instalaciones. Lo daremos todo por las bonitas amistades.
Estoy viendo el detalle desde muy cerca. Lo miro y casi tengo que bizquear para poder atisbar algo con claridad. Es mi truco, me entretengo, es la inteligencia.
Me levanto y piso con el pie derecho. Es el inicio de mi raíl. Es como cuando te mareas yendo en coche y te dicen que mires en línea recta hacia la carretera, que eso ayuda a mantener los jugos gástricos en su sitio. No como de crío, que acababa vomitando en el asiento de atrás y lo ponía todo perdido. Enfadaba a todo el mundo, preguntaba todo el tiempo, miraba desde el punto más alto para ver el mundo con perspectiva. Aunque fuera sin quererlo, hacía análisis comparativos. Sacaba unas notas horribles en el colegio porque me aburría y no veía luz alguna en los ojos de los maestros. No entendía que hacían todo lo que podían. Que venían de haber superado una y mil pruebas. Con plastelina hice ceniceros. Con bolígrafos comencé a recuperarme, aprobar y comenzar a ser alguien de provecho. Con condones en la cartera comencé a saber hablar de mí mismo y mi visión luminosa del mundo. Comencé a callar también cuando el paisaje se volvía ambiguo o alguien sonaba demasiado a contracorriente. Les sonreía. Me recordaban a mí mismo cuando era crío. El porcentaje de adultos que siguen siendo niños inmaduros aún de mayores es alarmante; se convierten en seres cínicos que buscan amargarte con explicaciones que se fragmentan y confunden. A pocos pasos de la filosofía te encuentras perdido. De todos modos nunca he sido de esos que funcionan con revistas y libros de autoayuda. Es importante la apariencia, incluso la “auto-apariencia”. E importa poco lo que lleves por dentro siempre que la certeza o el autoengaño te lleven por el buen camino. Es decir, ser consciente del papel que estás jugando no es necesariamente nocivo. Hay gente de mi misma naturaleza que lo lleva con bastante torpeza; se autoproclaman optimistas en voz alta y son capaces de perderse en largas diatribas sobre las lindezas de la vida. Error. Tu proyección de optimismo demanda sutileza, discreción. Y es importante cuidarla, como por ejemplo evitando el consumo de material cultural nocivo (no bromeo). Hablo por mí, obviamente, no todos tenemos la suerte de la ignorancia como pilar básico personal, no puedo basar mi empeño en ser positivo en el no-saber, porque por desgracia en cierta fase adolescente era como una esponja, y me puse demasiado tarde a mutar en el animal académico que puede hacer de ti alguien triunfante a la vez que vital y positivo.
No he conocido a casi nadie que luzca un optimismo real. Debido a mi condición de carácter, sé reconocer a los de mi misma especie. Muchos incluso han llegado a escribir libros sobre autosuperación, han llegado a lucrarse con esto. La pornografía emocional no se limita a la telebasura, pero bien hay demanda de eso igual que la hay de quien necesita inspiración para hacerse una paja. No seré yo quien juzgue. Todos hacemos lo que podemos. Está visto que intentar cambiar las cosas es una utopía. Se trata de encontrar, en este mar de complicaciones mentales, una actitud propia con la que convivir, que sea soportable para uno mismo y a poder ser deslumbre a los demás (eso facilita la autosugestión). E insito: ser consciente de todo el proceso no anula el proceso, no le resta sentido.
No se puede intentar ser realista; de todas formas te van a poner Nombre. De modo que, si te tienen que catalogar, ¿no es mejor dar una buena imagen? No seré yo el primero que diga que los logros funcionan por contraste; ¿vas a dejar que te usen como el Infeliz para sentirse ellos más llenos? Hay que saber jugar. La realidad se compone de demasiados matices. Y de todas formas, esto ya está instaurado. Así van a darte el buen trabajo, vas a ganarte a la chica, vas a madurar, vas saber controlar cada vez mejor aquello que la mayoría –excepto algunos inocentes que solo quieren pernoctar– llaman «conocimiento».
Voy a por ello, a por la vida. Los tengo bien puestos. Soy maduro. He pasado una mala época pero soy maduro por fin. Lo dicen mis vivencias: he aprendido de TODAS, y por eso más adelante el dolor potencial será menos. Voy a comenzar a saber vestir. He buscado consejo y me han dicho que sonría pase lo que pase. Ahora mis hoyuelos van a ser el pozo sin fondo de la complacencia de todos. Visibles las 24 horas. Voy a evitar las películas complicadas y las canciones tristes, voy a simplificar, a cerrar los ojos si quiero, voy a lo que antes yo mismo repudiaba en mi absurda ignorancia. Voy a cobijarme con ellos, los monjes de la sabiduría, de la estabilidad, de la inercia y la racionalidad. Cuéntales una historia y enseguida te dirán de qué padeces. Te leerán las manos o los gestos, o te dirán quién eres por tu firma. Te enseñarán el camino de baldosas amarillas para que puedas visitar al mago y que te dé el suficiente Sentido Racional de la Supervivencia; pautas y fases y reglas y apartados y archivadores y abecedario y números y notas de corte. Tu vida volverá a tener sentido y orden. Estarás a la altura de los más reputados adalides de la ética. Verás siempre el vaso medio lleno porque eso es síntoma de inteligencia. No hay una inteligencia propia, no seas gilipollas, hay una inteligencia tipo que debes aprehender si no quieres que te jodan. Dejarás de sentirte a veces amargado y te sentirás siempre respetado. Haz lo que yo, son los monjes de la sabiduría; a veces son meros universitarios, a veces ex-universitarios, a veces reputados académicos, muchas veces políticos y jueces, otras veces abogados y empresarios. Son el motor del mundo, y debes mantenerte en su engranaje para confirmar las reglas. Hay que reflotar el sistema ya escrito y aceptar la realidad sin chorradas. El futuro es tuyo si quieres, si te unes a los monjes de la sabiduría, a la gente preparada. La ilusión se transforma en deber se transforma en obligación se transforma en sacrificio, y por fin eres digno. Y no te equivoques, el mago no te dará ningún torpe libre albedrío, sino sabios consejos. Está escrito y subrayado, no puedes ser tan capullo de querer aportar algo nuevo. Todo es una perdida de tiempo si no te sientes productivamente agotado. Te lo dicen tus padres y tus abuelos, te lo dice el señor mayor que todo lo recuerda. La gente con experiencia, el pasado, hay demasiada historia detrás de ti como para que tu desvarío original tenga sentido. Cuenta tu queja pura un domingo por la tarde, cuentan y son valorados tus resoplidos diarios y tus horarios, es preciosa tu relación estable basada en una sólida base de planes de futuro, es valiosa tu cuenta sin perder la cuenta, y los errores se te perdonarán si aceptas siempre El Rumbo. Encontrarás malechores por el camino, pero tú sabes que solo quieren vagar e incordiar. Yo mismo era así antes, pobre animal estúpido y desvalido. Siempre condenando las supuestas imposturas, siempre malmetiendo cuando algo olía raro; pero ahora sabes que los detalles son los cimientos para mantener en pie esta torre. No eres un explosivo ni un cerebrito, no vas a cambiar nada, como mucho vas a ser un freak de moda pasajera; es mejor que te unas a quienes saben ver esas modas y luego pasar de ellas. Lo nuevo, lo flamante, la oportunidad del cambio de lugar constante. Viaja sin parar y vete a ver mundo, si sigues la filosofía de los monjes de la sabiduría no has de temer, con el tiempo da igual lo que veas, volverás a casa intacto e igual de racional y estable. Recuerda la importancia de los datos, de los pequeños detalles, las bellas fotos de los lugares exóticos que habrás visitado, tus álbumes de recuerdo, tus estrés posvacacional en realidad sólo señal de tu gran capacidad de disfrute y vuelta al trabajo. Vamos a reflotar esto, he visto esa luz que antes me negaba a mí mismo. No soy del rebaño porque no hay rebaño alguno, soy solo uno más, humilde y sacrificado, capaz de arrimar el hombro y salir adelante. No voy a quejarme más, no voy a ponerte en entredicho, no voy dejarme extrañar por la tristeza o las dudas, ni voy a complicarme las emociones, solo me moveré y mientras tanto querré a todos o dejaré en paz a quien me ponga en duda solo hablándole con buenas palabras si él insiste. Así lo quieren los monjes de la sabiduría. No voy a seguir insistiendo en una utopía. Recuerda que primero es la niñez y luego la adolescencia y luego la edad adulta, con todas sus fases intermedias. Recuerda que cada fase tiene sus deberes y que los deberes implican obligaciones. Recuerda que lo que te gusta es sinónimo de tiempo libre, de tu merecido tiempo de asueto, tiempo en el que te podrás expresar y mover como quieras siempre que mantengas a flote la parte seria de tu vida. Tu vida en presente también tiene fases, tu trabajo, tu vacación, y la necesidad de no mezclarlos. Ten en cuenta que debes saber dejar fases atrás: historias de juventud, personas, planes irresolubles; recuerda que eres responsable. No intentes seguir con delirios, conviértete en adulto. Si no, habla de todo esto con quien quieras y dime si acaso te dice otra cosa. Somos mayoría, y ni tan siquiera necesitamos evolucionar, ya estamos evolucionados, los baches son lógicos, pero podremos con ellos. Pregúntame, adelante, y no esperes otra cosa que una sonrisa y todos mis buenos deseos de que colabores por ti, por mí, por todos.
Cuando era adolescente, a los 14 o 15 años, si hubiese contestado con sinceridad a la pregunta ¿Qué quieres ser de mayor?, mi respuesta habría sido: Nada, pretendo estirar esto hasta los 25 como mucho, luego quiero suicidarme.
Ya de niño era así, lo tenía clarísimo, no veía qué coño hacía en el mundo. Y en la adolescencia esa sensación no hizo más que acentuarse; encima encontré motivos concretos para llevar a cabo mi plan. Los estudios no eran lo mío, de hecho solo me amargaban, las chicas me gustaban pero me aterrorizaban, y en lo que se refiere a mi familia, siempre pensé que tras mi muerte lo pasarían mal, pero que luego se recuperarían al tomar conciencia de haberse quitado un peso de encima. Para colmo, además todo el mundo te decía que la mejor etapa era la que estabas viviendo, que luego todo iba cuesta abajo…
Luego, lo que descubrí, es que si hay algo incompetente e ignorante en esta vida, es un adulto que se crea lo suficientemente maduro y sabio como para contarle una historia coherente sobre el mundo a un niño.
No es que no tuvieran razón en algunos aspectos respecto al futuro, pero con el tiempo puedes acabar descubriendo que ellos estaban al menos igual de perdidos y acojonados que tú, y que en realidad lo único que les hace sentirse normales y a salvo es parecerse a los demás, a la mayoría, sean como sean. Eso no dice mucho a su favor. Nada como el ser humano para unirse en la mediocridad y ser incapaz de cohesión alguna en pos de un cambio a mejor. En definitiva, estaba creciendo en una sociedad en la que la mayoría de gente no sabía cómo gestionar La Verdad en relación con ellos mismos, y donde por tanto preferían conformar sus vidas de pequeñas farsas aceptadas con las que conseguir la aprobación ajena, y ya de paso pagar la hipoteca y sentirse satisfechos y arropados cada fin de mes.
Eso hizo que todo cambiara; pasabas de ser alguien que se consideraba un inútil, alguien enterrado en dudas y miedos que pensaba que los adultos lo tenían todo controlado, a descubrir que en el fondo ellos no hacían más que procurar que no les tocaras las pelotas, que aprobaras en el colegio, que no hicieras preguntas, que no te quejaras, que no pusieras en duda nada de lo que ellos hicieran, etc. Cada relación padre/hijo (o profesor/alumno) sigue siendo poco más que una pequeña dictadura hipócrita. El porcentaje de padres que de verdad sepan gestionar la educación de sus hijos debe ser aún menor que el porcentaje de gente que lee. Si mucha gente no tiene ganas de poner el cerebro en marcha para leer, mucho menos lo van a hacer con un hijo –que es mucho más complicado– a partir del momento en que deje de hacer las veces de muñequito tierno y novedoso.
Estás metido con calzador en un sistema, y debes acatarlo; si no lo haces, quizá le vas a complicar la vida a todo el mundo. Es como soltar el yunque en un campo de concentración moderno y sacar un pitillo, quién sabe lo que estás provocando.
Hay un sentido común común cuyos parámetros parecen infranqueables. Lo único que puede desafiar, para bien o para mal, todo ese rollo de responsabilidad de diseño y sacrificio mal encauzado provocador de un mundo injusto y desequilibrado, es un acto irracional. Y cualquiera que alguna vez haya tenido a una sola persona en su cabeza durante meses o hasta años, sabe cuál es la única forma de que todo ser humano vivo pueda volverse irracional, imprevisible, y quizá incluso creativo. Ese rollo en su vertiente más pura es lo único que es capaz de provocar un pensamiento lateral en cualquiera. La locura no está tan cerca de la genialidad por nada.
El problema con el amor, es que incluso con eso hay gente que cree que puede comenzar a ordenarlo todo en fases de aprendizaje y apartados… Para poder someter siempre también eso a nuestros deseos y necesidades actuales (ooootra vez). E incluso llegan a convertir esa filosofía administrativa de mierda en frases aleccionadoras, alentadoras o supuestamente optimistas que tienen que ver con aprender a querer. Aprender a querer… ¿puede haber una frase más estúpida? ¿Cuándo nos entrará en la cocorota que no podemos controlarlo todo?
A no ser… que se refieran a las formas (ooootra vez), a dar mimitos y demás, lo cual no me parece una gran lección si no sale de uno mismo; el día de los enamorados el novio gilipollas que te está poniendo los cuernos te hará un regalo también. Si no, ya verás
Vas a quedar estupendamente. De eso van la mayoría de las lecciones de la vida aún. No hace falta que seas estupendo (probablemente eso ni tan siquiera encaja en el sistema). Lo importante es que vas a quedar estupendamente. Olvídate de ti mismo de una puta vez y cómprate rodilleras, o práctica la dilatación con zanahorias. Pero no, aquí llega el pipiolo que quiere ser él mismo, que quiere cambiar el mundo… Olvídate de la chica de ese concurso de una maldita vez. No te conoce, y aunque se te plantara delante no le dirías nada.
Eso te dicen. Aunque ellos sienten lo mismo que tú por ella. Joder, todos lo sienten. O lo sentirán.
Una operadora de cámara –la única que faltaba en el equipo– al final ha reconocido que ha caído también. Dice que lleva dos semanas soñando con ella. En los sueños no hay nada sexual, solo un prado luminoso a mediodía. Dice que la concursante coge su mano, sonríe, solas las dos. Me lo confiesa en un pasillo del edificio, me ha llevado fuera del plató. Ha roto a llorar. Le he dicho que no pasa nada, yo hace como dos meses que caí. Todos caen. No importa de qué sexo seas. Ya no es una cuestión de a qué lavabo entras. Esto trasciende todo plan que nadie pueda hacer con su vida. Ya no hay más control, el control en todo lo concerniente a este canal de televisión y su audiencia creciente, ya es algo demodé. Esos sentimientos que algunas columnistas de revista femenina te dicen que puedes gestionar, pues bien, ya pueden ir esas tías y hacerse dedos hasta que no puedan ni tocarse ahí abajo, si sus novios han visto el programa ya no tienen nada que hacer, ni de qué escribir.
No es hipnosis a escala global, aunque la teoría de la extraterrestre coge fuerza. Incluso yo estaba antes enamorado de otra chica, pero no sirvió de nada. Y lo estaba de verdad, hacía mucho, de una chica ya comprometida. Lo estaba tanto que cuando intentaba recordar qué había hecho algún día de hacía uno o dos años, lo único que conseguía rememorar con nitidez es que aquel día también había estado pensando en ella. Así de colgado estaba. Ya ni tenía recuerdos recientes distintos entre sí, todos los días y recuerdos y sueños solo eran el contexto de mi desesperación por no estar con esa mujer.
Y ni con ésas.
La peor pesadilla de todo el mundo es que un día la concursante decida dar un paso al frente y presentar a alguna novia lesbiana al mundo, o a algún empresario joven con metálica proyección de futuro. Alguna amante regordeta con el pelo corto, la cara llena de piercings, los brazos tatuados y un gesto de mala leche debido a la situación. Algún novio de cara rectilínea y sonrisa segura de sí misma. Pero nunca pasa nada parecido. Ella simplemente llega a plató cada día y arrasa con todas las preguntas. Destruye a sus rivales en la ronda final. Es entonces cuando los miembros de seguridad contratados que aún no han sucumbido, entran y se la llevan hasta el coche de empresa que conduce el nuevo conductor de turno que aún cree que puede controlar sus emociones.
Esos tíos existen; hay gente que aún cree que podrá mantener sus relaciones actuales en pie. Sus relaciones con personas normales, atentas, atractivas y responsables. Tíos y tías que no entenderán por qué sus parejas les abandonarán por la obsesión con esa concursante de la tele, a la que ni siquiera conocen. Luego, esos tíos y tías maduros y seguros de sus posibilidades, avergonzados, tardarán mucho en reconocerse a sí mismos sus sentimientos cuando acaben igual.
Esa chica es la primera persona con la cual relacionar el concepto Agujero Negro no hace gracia a nadie. Los chistes sexuales también pasan de moda. El mundo no te prepara para un Apocalipsis potencial sentimental en relación con una concursante de la tele. De hecho ya antes estabas muy poco preparado para nada; como mucho podías creerte que lo estabas. Podías ser lo suficientemente optimista, colgarte esa etiqueta a ti mismo, mucha gente lo hacía. O podías afilar tu negación en cuanto a todos los riesgos que comportaba estar vivo, y no digamos ya en relación a temas de estabilidad conyugal.
Uno, cuando imaginaba el mundo llegando a su colapso, lo que veía era containers y coches ardiendo, edificios oficiales amenazados de bomba, amenazas que con el tiempo pasarían a ser meros avisos al más puro estilo terrorista unos minutos antes de que estallara el artefacto. Uno imaginaba incendios y muerte, el parlamento invadido y sometido no tanto a golpe de estado alguno como a un tsunami anarco-hasta los cojones, puede que el presidente con un tiro en la cabeza, tanques saliendo a la calle mientras alguien dice por la tele que la democracia sigue en pie y hay que defenderla… En fin, se te podían pasar muchas de esas cosas por la cabeza mientras te era imposible disimular una sonrisa torcida.
Lo que no imaginabas era a una chica morena con el pelo ondulado por debajo de los hombros tras su atril en un puto concurso de media tarde.
Es ese tipo de programas. Empieza de golpe, con una sintonía estridente, focos de colores que se mueven alocadamente, cuerpo de baile mostrando un número en el que nadie en sus cabales se fija, publico por encima de los sesenta años, un regidor insistente, y un presentador cuarentón que iba para actor y al que puedes imaginar fácilmente durmiendo algunas noches en una habitación de hotel barata junto a una pistola mientras se secan las lágrimas en la almohada. Aunque solo sea por contraste emocional. Así de falso resulta en directo.
Fue el presentador el primero que cayó oficialmente. De golpe un día dejó de parecer que tenía un palo metido por el culo. Al menos cuando miraba a la concursante. El tío empezó a flirtear. Metía la pata haciendo las preguntas y se perdía con el guión, aunque solo tuviera que leerlo como siempre. Ese primer día en que la concursante participaba, ese tío, que llevaba cinco años presentando cada día de lunes a viernes un formato que en ese momento solo debían aguantar los jubilados y los enfermos de movilidad limitada, y que se mantenía en parrilla por estar en la tele pública, pues sin comerlo ni beberlo, el tío parecía un novato, un recién licenciado haciendo su primera prueba de cámara. Si de normal el hombre ya le resultaba gilipollas a cualquiera entre los 15 y los 45 años con las facultades mentales intactas, ese día en que se abrió esa brecha en su impostura, daban ganas de sacrificarlo solo de ver la cara que ponía cuando intentaba formularle preguntas a la concursante. Era como ver a tu padre intentar ligar con una veinteñaera mientras cree que ella no sabe lo que se propone. Todo encanto natural… Visto así, no resulta tan raro que ese día fuera el comienzo del primer agujero negro emocional en la historia de la humanidad.
Como siempre pasa con estas cosas, no se trata apenas del físico. El físico “solo” es algo… oportuno, y poco más; es eso que, si ella te deja, puedes tocar, acariciar y hacerle el amor para expresar de un modo inequívoco tus sentimientos. Es la mejor forma que conocemos los humanos de llevar lo abstracto a un plano tangible. Y también la mejor forma de joderlo todo, perder a una persona, o de ganártela, o de convertir la relación en un malentendido, o de echar a perder una amistad. Etcétera. Lo malo del sexo es que tiene demasiada personalidad en sí mismo para conformarse con ser solo el complemento de un sentimiento.
Pero claro, aquí no hablamos de dos personas. Esto es demasiado farragoso para llevárselo al terreno físico. El ojo morado con el que salió hace un mes el presentador en las revistas podría ser una pista. Por dios, imaginar el sexo con esa mujer ya es suficientemente perturbador. Hacerlo podría convertirnos a todos en eyaculadores precoces. Todo este asunto es como una especie de cachondeo global muy serio. Porque esta vez no hay un enamorado en el grupo de quien reírse. Esta vez todos vamos con nuestro yunque personal, y los que aún no, solo tienen que ponerse a hacer zapping. Miramos la tele como quien antaño iba en tren cuando comenzó a instalarse luz eléctrica en algunas ciudades, y de noche en cada parada la gente miraba ese resplandor del horizonte sin escuchar a aquellos tíos que aseguraban cartel paranoico en mano que todo el asunto era cosa del Diablo.
Esto funciona desde la misma mujer y hacia todas direcciones. De modo que tienes que recordar el momento en que te sentiste más “atrapado/a” por una persona (si eso te ha llegado a pasar), multiplicarlo por mil, y tomar conciencia de que ahora todos sienten lo mismo que tú. Por la misma persona.
Creo que estamos en esa fase en la que el cuelgue es tan evidente que ni tan siquiera tenemos conciencia sexual aún. Es esa fase mental que te podría joder una erección o evitar la humedad ahí abajo. La persona te impone demasiado respeto aún para poder relajarte y de un modo natural pasar a ponerte cachondo. Ahora ella es aquella chica a la que quieres proteger. No es como si fuera una hija, pero en absoluto se parece todavía tampoco a una amante. Es algo confuso, descolocante, a ratos incluso desagradable por la perdida de control personal que supone todo ese proceso. Todo eso que uno de esos sabios que bombardean a niños con lecciones cerradas catalogarían como: Bonito. Pero que, como suele pasar, es muchas más cosas.
La descripción vacía de significado teniendo en cuenta lo que está pasando, incluye un físico delgado de veinteañera, pelo ondulado por debajo de los hombros, grandes ojos oscuros, una nariz algo aguileña, labios bastante carnosos, manos sin anillos y muñecas sin pulseras. Uñas cortas y cuidadas. Maquillaje televisivo. Siempre tejanos y blusas sencillos. Pocas sonrisas, cierta timidez, buena vocalización. Desde su pecho se proyecta algo que late en el pecho de quien mira. La sola presunción de que tiene pezones y vagina te escandaliza, ablanda y descoloca del modo más tierno que puedas imaginar. En lo concerniente a ella, masturbarte se te antoja una falta de respeto. Hay cierto tipo de admiración exenta de datos verbalizables que hace que te vuelvas más místico que animal cuando la ves. Resulta extraño el hecho de que, cuando la gente habla de ella en términos superficiales, la mayoría lo hagan casi con un tono de excusa cuando dicen que sí, es muy guapa. Todos lo decimos como si fuera una revelación, o algún gusto propio que no estamos seguros que los demás compartan. Todos sabemos que los demás sienten lo mismo, pero también que imaginárnosla bajándose las bragas o duchándose hace que nos sonrojemos como después de un primer beso.
Hay más silencio en todos lados. Aumenta en proporción al aumento de audiencia del programa. Los datos son ya escandalosos, históricos, insuperables. Da miedo, aún más. El formato no se exporta, porque el formato no tiene nada que ver. Desde dirección se ha decidido que la chica sigue en el programa, como sea, no se la puede eliminar; sencillamente se la ha contratado como colaboradora. Ella ha pasado a ser la ronda final. Los dos mejores concursantes se enfrentan antes en una prueba; luego llega el momento de verla a ella. Un día el finalista de la ronda final tiene una erección. En lugar de reírnos todos, nos indignamos y repudiamos en voz alta al tipo, enrabietados y gritándole a la tele, salpicando de saliva la pantalla. Seguridad saca al tío del plató a golpes.
Las emisiones comienzan a ser en directo. Todo el mundo la ve en el canal internacional o por Internet. Y es a los cinco meses desde que el presentador se coló por ella, que se nos despierta a todos el deseo sexual por ella.
Un chico alemán que veía el programa por Youtube acaba hospitalizado sangrando por el pene. Parece el comienzo del despertar sexual a un nivel que el mundo jamás ha conocido. Las salas de urgencias se llenan de gente que asegura haberse resbalado y haber acabado con un botella metida por el culo. O una fruta. Un dildo gigante. Un poster enorme de la concursante empapado hasta ser una pasta y metido también por ahí. Etcétera. Llega un momento en que ese tipo de noticia deja de ser una novedad.
Al sexto mes, el presentador se suicida (al partir de ese momento se usa una seca voz en off para eso). Un compañero y yo nos lo encontramos desangrado en su camerino. No nos sorprende. Era el único del equipo que se atrevía a intentar ligar con ella, y además ya estaba bastante jodido antes. Llamamos a la policía y demás.
Fuera todo está lleno de gente siempre esperando poder ver a la concursante. El polígono industrial en el que se encuentra el plató ya es uno de los lugares más concurridos del planeta en personas por metro cuadrado. Ella siempre suele quedarse en su camerino al parecer mucho tiempo antes de irse. Apenas cruza una palabra con nadie. Y nunca sabemos cuándo se va ni por qué puerta sale. Solo sabemos que al día siguiente está otra vez aquí lista para la ronda final.
Fuera hace un frío de narices por las noches en invierno. Como nadie ve nunca salir a la muchacha, algunos “fans” acaban teniendo serios problemas de hipotermia. Es como si la chica se materializara en su camerino. Como si luego se desmaterializara. Nadie le hace preguntas. Nadie la avisa para que salga a plató. Sencillamente, cuando ella tiene que estar allí, está. Cuando tiene que responder sus preguntas, incluso cuando falla, da la sensación de que se ha equivocado adrede. Es como si intentara ponerse a la altura de los demás, como si sus fallos no fueran tanto fallos como parte de un plan. Es buena en eso, pero después de tantas horas de televisión ya se han publicado incluso un par de libros en los que no encontrarás datos personales sobre ella, pero sí un estudio meticuloso de su modo de moverse, mirar, hablar, asentir, negar, y reaccionar en general en plató.
Me la he cruzado contadas veces por el pasillo. Saluda con un asentimiento. Yo solo consigo mostrar una sonrisa horrible de intento de normalización. Huele como cuando llegas a la cima después de horas de excursión y respiras hondo. No deja ir ese aroma de olor tratado y prefabricado de venta en locales hiperiluminados llenos de dependientas a juego con el decorado. Es un aparte del mundo, le da un nuevo significado a lo de dormirse llorando pensando en alguien inalcanzable. Ahora eso no es algo puntual.
Llegan cartas de amor a un ritmo de tres camiones diarios. Se ha decidido que la gente que decide pasar la noche en la calle en el polígono pueda quemarlas en bidones para calentarse. Todos aquellos que han conseguido colarse en las instalaciones nunca han logrado verla. La cárceles se están llenando de gente sin antecedentes. Los hospitales se quedan sin medios debido a la demanda tras masturbaciones que no consiguen aplacar sentimientos. Los hoteles se han convertido en los lugares a los que familias enteras van a suicidarse entonando tópicos de turista. El personal de la policía local y nacional se renueva a medida que los nuevos integrantes caen en lo que todos. Marcas comerciales se disputan la imagen de la muchacha sea cual sea el producto que vendan, aunque no llegan a nada debido a que no logran nunca contactar con ella. Todo está lleno por todas partes de publicidad en la que la modelo de turno parece un sucedáneo físico de la chica. No se le conoce familia ni pasado. Por más que investigues intentando ver el asunto desde fuera, tarde o temprano acabas cayendo en el embrujo y posiblemente apostado en los alrededores del plató calentándote las manos con un bidón lleno de cartas de amor sin preguntarte lo que estás haciendo con tu vida.
Es una revelación global. De golpe todos descubrimos lo que se puede llegar a sentir por alguien.
Entonces algo sucede. El suceso de descompresión. El principio del final, y el comienzo de otra historia. De algún modo, es la vuelta a la realidad.
El enamoramiento provoca distintas reacciones. Una de ellas es destructiva, y parte seguramente de un principio sólido de obsesión, y de desesperación al saber que, además de estar así de jodido/a por alguien, sabes que todos lo están, y que no conseguirás nunca ni un mechón de ella.
Llega un momento en que solo se sabe de la existencia de dos tipos de personas: Las que no tienen problemas en reconocer lo que sienten, y las que insisten en disimular e intentar proyectar una imagen personal de dignidad y control.
Si llegar tarde a tu trabajo tiene alguna ventaja, es la de que un día desde la autopista veas que donde antes estaba el edificio al que vas cada día, ahora hay un cráter y miles de muertos. Ahora solo hay llamas y restos materiales y orgánicos. Gente muerta o muriéndose, y servicios médicos desbordados que, por si fuera poco, tampoco están muy por la labor, ya que junto a los supervivientes, casi todos han decidido también buscar el cadáver de la muchacha para quizá poder llegar a tocarlo o hasta olerlo, aunque ya solo sea putrefacción.
La descompresión social no es inmediata. Hay un tiempo de luto que en realidad es un tiempo de histeria que se va diluyendo. El porcentaje de suicidios se dispara desde las nubes hasta el espacio. En teoría la chica tenía que estar ahí cuando la explosión en cadena lo reventó todo, pero ni tan siquiera eso es una certeza. Todos mis compañeros de trabajo han muerto, y la ciudad gira en torno a un corazón inmenso e infartado cuyos latidos no cesan hasta al menos pasados unos meses.
Lo mejor es no saber, dice a veces ahora la gente. Lo mejor es sentirlo. Lo mejor es que deje de ser importante el hecho de si sabes o no explicarlo. Las barreras del orden cronológico, mueren. Ya no hay sabios. El nuevo estilo relacionado con la negación se está renovando, pero aún no se sabe qué será de eso. La vida aún es más complicada ahora, aunque más auténtica, pero al menos ya casi no queda gente que se atreva a disfrazarse en el sentido metafórico.
Cinco años después tengo una pareja estable. He decidido presentársela a todo el mundo. Cuatro meses atrás me dio conversación en la cola del cine. Yo iba solo, ella iba con amigas. Es una chica inteligente, cariñosa y responsable.
Todo aquel tema de mi curro volado por los aires debido a una revolución sentimental planetaria, quedó bautizado de una vez por todas como El efecto ANE (Agujero Negro Emocional). Se sigue estudiando qué pasó, qué demonios hizo que todo el mundo perdiera el control así. Se ha hablado incluso de una lección llegada desde el mismísimo ser supremo. Se ha hablado de una segunda venida muy aparatosa y actualizada de Jesucristo en femenino. Se ha dicho que había un mensaje en todo aquello. Y sería inútil negar que algunas actitudes han cambiado desde entonces. Todas relacionadas con las relaciones de pareja. Y obviamente con el matrimonio, cuya demanda ha caído en picado, y también con las, por llamarlas así, políticas de emparejamiento relacionadas con la edad y los momentos adecuados para asentarse con alguien. Ya nadie habla en términos como “mi compañera”, o “alguien con quien compartir este viaje llamado vida”. Etcétera.
Es como un tema tabú, pero es obvio que hay algo nuevo bajo la piel de todos.
El día en que presento a mi novia a mis nuevos compañeros de trabajo, todos ven enseguida lo que pasa. Eso que yo sospecho y aún no me he reconocido del todo a mí mismo. Creo que ella sí puede sentir algo auténtico por mí. El problema es que lo que antes era políticamente correcto ahora se ha convertido en pura irresponsabilidad. Ahora dejarse llevar no es lo mismo de antes. Tal y como lo están viendo mis colegas, lo que yo estoy haciendo es follarme a alguien que no está en la misma onda que yo; solo somos muñequitos de boda, igual de vacíos. Lo que estoy haciendo es encajar a la perfección con el nuevo perfil de violador con consentimiento. Da igual que ambos tengamos 35 años y estemos planeando vivir juntos. Da igual que hayamos dicho que queremos tener un gato, o que no tenemos claro, ambos, eso de tener hijos. Da igual que nos gusten las mismas cosas o que sonemos genial en las conversaciones grupales. El cadáver de aquella chica que lo cambió todo para siempre nunca se encontró, y lo que estoy haciendo yo ahora con esta tía es simple y llanamente repugnante.
Mis compañeros de refugio creen que soy idiota, y que algún día voy a hacer que los maten. No entienden lo de escribir un diario. Aunque lo cierto es que antes tampoco entendían por qué escribía en general. Lo bueno es que sé que tampoco lo leerán. No por nada, simplemente porque antes ya no leían una mierda por gusto o curiosidad después de haberse sacado sus carreras. Antes, de hecho, para ellos la cosa no era tan distinta. El problema ahora es que no pueden llenar ningún vacío con ruido, pose o frases rampantes. Ya no vale lo prefabricado. Ya casi nada anterior vale una mierda.
Se llaman infectados, me dicen siempre; llamarlos de otro modo llama a la confusión. No les sentó nada bien la primera vez que llamé a uno de ellos Podrido Soplapollas. Están enfermos, me dicen. Pero aun así no dudan en matarlos si hace falta igual que yo. Lo de escribir mientras ellos se preocupan me convierte en poco más que una ladilla. Lo que piensan es que todo esto me da igual porque no tenía nada que perder. Pero lo que yo creo es que a algunos de ellos lo que les cabrea es haberse dado cuenta de que ellos tampoco. Nada valioso que perder, porque en realidad no tenían casi nada auténtico. Esto es lo que yo llamo el final del capitalismo. Ellos lo llaman Apocalipsis (aunque la palabra también les disguste), Dios lo llama oportunidad, el Diablo se ha encendido otro pitillo, y –una vez me he acostumbrado a vivir sin Internet ni café y demás– solo hay una cosa que echo de menos, y es a una persona (que a día de hoy ya podría ser literalmente una cosa).
Día 72: Hambre
Me pregunto qué pasaría si algún día el mundo resucitara y volviera a ser como antes. Si cuando esta generación les hablara a sus nietos sobre el hambre, a ellos les aburriría tanto como a nosotros haber oído hablar de hambre a nuestros abuelos. Cada vez quedan menos lugares que saquear.
Teniendo en cuenta que cuando empezó todo me quedaban unas dos semanas antes de que me desahuciaran, ahora no estoy tan mal. Estoy bajo techo y en igualdad de condiciones con todos. Les he dicho a los demás que solo es mi forma de ver el vaso medio lleno; me han insultado en susurros entre ellos. La teoría popular aquí es que ellos no merecen esto, y que yo me alegro de que sus luchas personales hayan acabado así. En mi opinión lo primero no es del todo cierto en un sentido kármico (aunque solo sea casual), y lo segundo… bueno, en parte sí; pero lo que ellos nunca aceptarán es que en el fondo son igual de ineptos que yo.
Como sea, si el mundo resucitara, creo que con la misma materia prima solo lograría convertirse en un zombi de sí mismo. Me imagino al plantea Tierra con colgajos sangrientos y buscando otros planetas a los que destripar.
Día 82: Comida
Echo de menos mi blog de relatos. Echo de menos escribir relatos. No veo el sentido de hacerlo aquí, ya que nadie lo leerá. Aun así es probable que recupere las ganas, aunque acabe siendo mi propio espectador. El ego en solitario no funciona tan bien como el sexo en solitario.
Pero aun así, hace unos días una de las chicas del grupo reptó como una serpiente viciosa hasta la parte del suelo en la que duermo, y se me folló en silencio. Luego alegó que nadie se iba a creer que ella lo hubiera hecho conmigo, y que no podía hacerlo con ninguno de los otros, ya que tenían un alto concepto de ella, así como ella de ellos. Básicamente me usó, y me gustó mucho, pero no ha vuelto a pasar. Quizá solo deba esperar a que vuelva a estar lo suficientemente cachonda.
También hemos descubierto un almacén, aunque está algo lejos, pero nos abastecerá de comida y bebida hasta que se vacíe.
También hemos decidido que quien haga guardia esté en la calle para percatarse mejor y ahorrarnos más sustos.
Y también tengo miedo de que se haya quedado embarazada, aunque no me corriera dentro. Creo que podría ser que ella no hubiera conseguido correrse, y que por eso aún no ha vuelto a por más.
Sigo pesando por qué aun siendo en teoría el más odiado aquí me han procurado sexo. He pensado en metáforas relacionadas con lo que llamamos el mundo real (el pasado), pero eran aburridas.
Día 100 (creo): Puñetazo
Hace una semana me enzarcé con uno de los del grupo. Fue algo repentino y no supe a qué venía. Luego, obviamente lo asocié al sexo, que ya ha acontecido más veces con la misma chica. Creo que el tipo estaba algo colgado de ella, y no ha acabado de entender que el motivo por el que se me folla a mí es que no me tiene ningún respeto. Al parecer el tipo no moja con ella porque no parece que ella sienta lo mismo por él, y por tanto la muchacha debe haber pensado que follárselo implicaba enviar un mensaje equivocado, así como follarme a mí era más cómodo porque en la versión oficial yo no tengo nada parecido a un sentido de la responsabilidad, o sentimientos definidos, etc. Eso probablemente me convierte en el primer consolador humano del Apocalipsis. Pero lo mejor no acaba ahí. Lo mejor es que la chica me ha confesado que ha sido cuando ha sabido del cuelgue de ese chico cuando ha empezado a correrse follando conmigo (por estar siendo “mala”, por el morbo, obviamente). Es decir, primero follamos y luego se siente culpable, pero vale la pena, quizá por primera vez vale la pena de verdad más el trayecto que el objetivo, quizá también porque no hay objetivo aquí más allá del orgasmo, y además ahora el tipo del cuelgue mata zombis que da gusto de tan enrabietado como está con la situación.
Ahora duermo en otra habitación, pero al tío le basta con ver el hueco habitual de la chica sin bulto para saber que ella está conmigo, porque me odia y soy fácil y estoy vacío sobre el papel. Ahora no se hablan, pero yo con él ya no me hablaba antes, y el resto, si les importa algo lo disimulan muy bien.
Día 127: Joder
Quiero ser muy sincero, desde que se ha acabado el mundo estoy follando más que en toda mi vida. Pero hace dos días ocurrió algo desagradable. El tipo del cuelgue se enfrentó solo a diez o doce de esos Podridos Soplapollas, y acabó destripado mientras el resto entrabamos en la casa y reforzábamos puertas y ventanas. Mi amante “secreta” estuvo llorando durante unas seis horas de forma intermitente. No es que a mí no me afectara, pero ya he visto a los suficientes morir para que la experiencia ya no sea más desagradable en el pecho de lo que antes era levantarme un lunes a las 6 para ir a un trabajo horrible; esa sensación de hastío de los primeros diez minutos, que luego se va disipando durante el jueves (…). Solo que ahora tienes que superarla rápido, porque si no el siguiente puedes ser tú…
Aun así, la noche de ese mismo día en que el tipo murió, la chica volvió reptando otra vez a mí, y pareció disfrutar más que ningún otro día follando. Puede sonar enfermizo, pero digamos que los estándares de lo enfermizo han subido considerablemente. Ahora mi sensación escribiendo aquí ya es casi la misma de cuando podía leerme alguien. Es algo nuevo y extraño. Puede que yo también necesitara despertar de algún modo.
Día 134: El gilipollas
Era finales de noviembre, o puede que ya diciembre. El muy mamón llevaba uno de esos jerseys sin mangas (gris), una camisa blanca por debajo y un sombrero en plan años veinte que le quedaba premeditadamente pequeño. A cada rato sacaba a colación subrayados en latín para cerrar sus intervenciones en la conversación; contracciones gramaticales que a menudo resultaban ser más un añadido o hasta un complemento personal más, algo más estético que verbal. Había publicado un libro de poesía que yo no había leído. Tenía una novia que daba la sensación de estar con él más por cómo hacían juego ambos con el decorado de los lugares que frecuentaban, que por algo ni remotamente parecido a una amistad real o el amor “sufrido” de verdad. Te era imposible imaginarlos follando sin velas y copas de vino a medio terminar. Ella, aquel día, era como la madre de tu novia presente en una cita con tu novia; no sabías a qué venía, pero ahí estaba, sin motivo aparente, sin discurso, sin sentido del humor, sin tetas. Y pegadita a él.
El gilipollas hablaba por los dos. Me figuro que su novia admiraba eso de él; la determinación, la verborrea, el listado oficial de logros, la falta de vergüenza al vestir, su “modernidad”; supongo que lo que irradiaba él para ella, era seguridad en sí mismo. Es curioso cómo la debilidad personal se asocia siempre a la maldad o el cinismo, y cuando un tío se pone sombrero y se expresa como éste lo hacía, casi nadie ve en eso un escudo más. De todos modos, no creo que fuera su caso; no creo que él potenciara esa pose para disimular una terrible fragilidad. Él, realmente, era gilipollas, ése era su verdadero yo, y cada puntada de su ropa o poro de su cuerpo, supuraba gilipollez.
El muy gilipollas se adentraba en largos discursos sobre poesía, aunque al cabo de diez minutos la gente de su alrededor ya tuviera cara de poker y no supiera cómo decirle: «¿Es que eres gilipollas o qué?». El auténtico gilipollas no suele saber que lo es (lo cual le convierte además en tonto). Muy a menudo, las personas que tienden a estar más seguras de sí mismas, están a muy pocos pasos de ser gilipollas. Una línea muy fina los separa de la gilipollez. El gilipollas en cuestión ya hacía mucho que se había meado en esa línea. Su gilipollez ya era de una pureza natural indiscutible. Una gilipollez gran reserva, que había madurado con los años seguramente en un entorno plagado de otros gilipollas como él. Uno no puede saberse gilipollas cuando todo el mundo a su alrededor lo es casi todo el tiempo. Ése parecía ser su caso: parecía provenir de un ambiente de clase media-alta en que el arte no es una cuestión de belleza, sino de estatus, la realización personal tiene que ver sobre todo con los galones acumulados en la solapa, y la vida es una cuestión de optimismo sin fin aunque a tu alrededor la gente vomite con las tripas fuera debido a las minas antipersona que otros gilipollas sonrientes idearon.
Claramente, hay muchas clases de gilipollas, y seguramente todos lo somos hasta cierto punto. Pero lo interesante del gilipollas tratado aquí, es que no había mucha gente que se atreviera a reconocer en voz alta el que ese muchacho pudiera ser gilipollas. En cierto grado, obviamente él no tenía toda la culpa de ser así. Su look indie –aunque no necesariamente por ser indie– ya te estaba avisando de la que se te podía venir encima cuando lo veías llegar a cien metros. Aunque sólo lo traté durante aquel día en una de esas reuniones de amigos con amigos de amigos, ya pude determinar que estaba ante cierta clase de gilipollas cada vez más habitual.
Los gilipollas de pura raza, normalmente provienen de la moda. Cualquier moda. Da igual si es una corriente estética o musical o ideológica, o de cualquier otro tipo. Cuando un estilo original a la hora vestir o crear en cualquier campo artístico o mediático comienza a convertirse en moda por contagio, es cuando de ese grifo metafórico del que salía agua cristalina nueva, potable y refrescante, empieza a salir mierda; una mierda que se convierte en un moho asqueroso en el que se suelen criar todas las clases de gilipollas existentes. Así nacen. Se suman a una corriente a la que ellos no van a aportar nada, y que a su vez va a eliminarles en gran medida su propio carácter. A todas luces, está bastante claro, de hecho, que el haber caído enseguida en las garras de la moda que sea, es el resultado de una ya anterior escasez de carácter. Lo cual quiere decir que, este tipo de gente que acaba siendo tan gilipollas que ya ni pueden sospechar que lo son, siempre operan de ese modo. En todo. A la hora de estudiar o no (y cómo), tener vocación o no, a la hora de ligar o no (y con quién), incluso a la hora de lo que ellos suelen llamar siempre «madurar»… (a los gilipollas les suele encantar dividir la vida en fases). Es el sutil proceso a través del cual una persona con inquietudes propias se convierte en un títere. Y de eso, pasa a regodearse en su condición de títere, y hasta acaba presumiendo de ser como es (de ahí suelen salir esas máximas sobre la confianza propia total, el no arrepentirse de nada ¿?, o el querer forzar momentos mágicos en la vida que llegan cuando te mueves, pero no porque tú los busques; ya que tampoco sabrías cómo ni dónde buscar).
Sea como sea, estaba claro que el tío era gilipollas. Estaba claro que a su novia le encantaba que fuera así. No cabía duda de que se sentía cómodo consigo mismo, encajaba en un millar de clichés muy discutibles sobre cómo hay que ser para triunfar en la vida. Y, lo más terrorífico de todo, estaba clarísimo que le iba a ir bien.
Día 135: Pensar
Es decir, ¿cuántos psicópatas había en el mundo real de los que los conocidos hablaran pestes? ¿Alguna vez alguien oyó a alguien decir de un psicópata cuando le habían atrapado que era un tipo arisco y cínico, cabreado con el mundo o potencialmente peligroso? Coño, solían ser bellas personas, educados, amables, discretos… Eran todos subproductos del sistema educativo, del sistema en sí, de hecho. O sea, todo brillantez exterior y mala hostia por dentro. Y luego pasaron a ocupar cargos de poder, y luego llegó la infección. ¿Cómo es posible que nadie más aquí, entre los del grupo, lo vea?
La infección ha podido ser simplemente karma, o Dios, o la naturaleza ya harta moviendo ficha, pero ¿acaso no es sugestivo que al final haya explotado todo de verdad, y que no haya sido un declive gradual?
Y quiero aclarar una cosa: Lo que hacemos los tíos a los que se nos considera amargados es suicidarnos. O no. Pero no vamos por ahí jodiendo nunca a nadie más que no sea nosotros mismos. Lo cierto es que ser infeliz está muy mal valorado; pero la verdad es que ser todo el tiempo feliz es una mentira, y también el motivo por el que algunos tuvimos que sacrificarnos siendo infelices por nosotros y por muchos otros. Esa descompensación absurda, la negación clásica, no podía aguantar más tiempo, de un modo u otro la cosa tenía que reventar.
Día 142: Amistad
La verdad es que lo de la marcha atrás está funcionando. O eso o ella es estéril, o lo soy yo. Lo que ha pasado los últimos días ha sido raro. La muchacha que me folla porque no le intereso lo más mínimo se debe haber comenzado a aburrir de los demás, y ha comenzado a darme conversación. La verdad es que me descoloca cada vez que lo hace: cada vez que acabamos de follar y ella en lugar de irse a su zona se queda echada boca arriba y comienza a hablar del mundo real y de que ya no sabe si lo echa de menos. Hablamos de la perdida, pero la verdad es que yo no tengo mucho que decir, porque mis padres hace años que cascaron juntos camino a unas vacaciones, y hablar de la única persona a la que echo de menos sería como darle más forma y presencia a una carencia que solo me haría sufrir inútilmente.
Tengo una reputación que mantener aquí. Verme llorar o apesadumbrado sería demasiado incómodo para todos, ya están lo suficientemente desconcertados… siempre he sido de esas personas cuyos comentarios provocan risas tristes o negaciones sutiles de cabeza, y cuando alguien, puntualmente, se muestra de acuerdo conmigo, enseguida empieza excusándose con los presentes y pasa a detallar por qué podría estar de acuerdo con alguien tan capullo como yo en lugar de tomarse mis divagaciones «sanamente» a broma.
Estoy comenzando a tener la paranoia de que quizá sí acabe leyendo esto alguien, y no sé si debería editarlo o arriesgarme a quedar como un hijo de puta. Creo que hay cosas bastante fuertes aquí. La verdad es que cuando se trata de ser sincero, ningún confidente podrá competir nunca con un boli y una libreta vieja.
Otra paranoia que estoy teniendo, es la de que si esa chica sigue acortando distancias emocionales, puede que decida dejar de follarme. No bromeo, ha tenido que acabarse el mundo para que pasen varias semanas seguidas sin masturbarme.
Día 157: Hola
He decidido que el diario se quedará como esté. No voy a tachar nada ni a arrancar hojas. Es todo verdad. Así que si estás leyendo esto porque alguien decidió publicarlo tras mis amenazas editoriales, debes saber que aquí esta gente y yo pasamos un hambre de narices, te importe o no. Debes saber que todo lo que tienes lo tienes gracias a nosotros. Somos el año cero, niñato. Nosotros matamos a toda esa panda de Podridos Soplapollas. Nosotros follamos en condiciones horrorosas de higiene para perpetuar la especie, nosotros dormimos fatal todas las noches e hicimos guardias eternas con un frío que pelaba.
Más vale que estés atento, porque seguramente, quieras o no, te querrán meter esta historia por el culo en el colegio, y tendrás que soltarla sobre el papel. Apunta. Solo eres el nuevo ciclo, procura no cagarla.
Día 190: La persona
Solo quedamos cuatro. Pero dicen que alguien ha inventado un antídoto o algo así. Dicen que muchos infectados están volviendo a ser humanos. Ha comenzado a funcionar una emisora de radio. Y a no ser que se trate de algún tipo de locutor cruel, se ve que el mundo podría tener otra oportunidad.
En cuanto lo hemos sabido, la chica ha dejado de follarme y ha comenzado a hablar de hacerse pruebas, análisis de sangre. Ha comenzado a verme como un error. Ha comenzado a llamarse a sí misma puta. “Licenciada, profesional, recta, y voy y me comporto como una puta…” Da igual que le diga que solo ha follado conmigo, el solo hecho de haberlo hecho conmigo la hace sentirse como una guarra, una salida enfermiza. Se lo estaba entregando todo al fin del mundo, y ahora resulta que su prometido, el mundo real, ha vuelto, y tiene planes de boda. Se siente como si le hubiera puesto los cuernos al mundo real conmigo. No duda en divagar en voz alta ni le preocupa que eso me pueda humillar. Es como si la chica en la que se estaba convirtiendo estuviera cediendo en favor de la chica que era. Y no es que todo eso me haga sentir bien, pero al no extrañarme su reacción a las nuevas noticias, duele menos de lo que cabría esperar. Por no decir que ella nunca ha sustituido en mi mente a la única persona que echo de menos. Puede que ahora pueda encontrarla si ha sobrevivido.
Día 350 (más o menos): Poco formateo…
Nunca pensé que volviera tener este diario viejo entre las manos. Ya no recuerdo por qué puse lo de Frank Lachapelle en la cubierta…
Estoy a la espera de afrontar una entrevista de trabajo para quizá conseguir otra vez un trabajo horrible del que poder vivir/malvivir. Las ciudades no estaban tan jodidas como cabía esperar, los desperfectos no eran tan… apocalípticos. Ha muerto mucha gente, claro, pero aun así sigue habiendo mucha viva, y muchos de ellos serán recordados como la generación de las cicatrices. Infectados recuperados. Mucha pierna ortopédica y muchas mordeduras y heridas terribles que se han cerrado pero han dejado huella. Ha sido una especie de tercera guerra mundial.
Ahora vivo con mis tíos. Me acogieron con el extraño cariño de quien se ha pasado meses creyendo que iba a morir de forma horrible. Antes ni siquiera nos veíamos, ni en navidad, ni ganas. Ahora somos otra familia nuclear más (y tener a mi prima de 20 años pared con pared está siendo, por decirlo así, interesante). Sé que no tardaré mucho en cagarla. Y aún no me he atrevido a hablar con la Persona. Sé que está viva, y está intacta. Había tenido pesadillas con que hubiera quedado deforme y con cómo hubiera influido eso en lo que siento por ella. Pero está perfecta, y probablemente perfectamente comprometida con alguien. Necesito tener algo que ofrecerle antes de tener esa conversación. Necesito al menos parecer alguien estable, alguien a quien el Apocalipsis ha centrado. Existe una corriente psicológica que habla de lo muy positiva que ha sido para muchas personas la oportunidad de volver a nacer. Yo no me siento muy distinto; es como si me hubieran puesto con diez tíos más frente a un pelotón de fusilamiento y hubieran errado el tiro conmigo, como si estuviera en el suelo haciéndome el muerto, más por pura parálisis que por instinto de supervivencia, ya que ya me había mentalizado para morir. Pero no, de golpe tengo que asumir que voy a tener que gestionar muchos más años de vida, y encima con motivos para vivir.
Sé que suena paradójico y extraño. Me siento poca cosa en relación con lo que deseo. Me debato entre cobijarme en la dignidad que se cobija todo el mundo o perseguir lo que quiero, que son muchas cosas, pero quizá cosas para las que yo no estoy preparado, cosas que no merezco, o que no tienen la culpa de nada para tener que soportarme en su universo. La Persona que al final no es una cosa. El sol sigue indiferente arriba. No me gusta la sonrisa de la tía de Personal que me va a entrevistar.
A veces saco la libreta y tacho otro nombre. Los hay que tachan los nombres de las que se follan, o de los objetivos logrados. Da igual si la libreta es física o mental. Antes eran muescas en la pistola de alguien según quién moría en un tiroteo. Yo tacho según quién desaparece. El nuevo régimen, tanto emocional como sistemático, no va tanto de quién muere como de quién desparece. La mayoría de la gente que tienes a tu alrededor y en las redes sociales son los fantasmas modernos. Antes se hablaba de tumbas y alientos fríos en la oscuridad, ahora son estados que se actualizan. Medios al margen, a veces tacho gente porque me voy, otras veces porque se van ellos (algo que se acepta con más o menos dolor). En ocasiones los tacho incluso estando ellos delante. Es mi libreta de friki, no pasa nada, a nadie le molesta que garabatee algo en ella. Cosas mías. Algo hay que hacer mientras uno no muere en el sentido secular. La muerte se me antoja cada vez más relativa. Todo el mundo lo sabe si se detiene un momento a pensarlo, hay artistas físicamente muertos menos muertos que la mayoría de las personas que aún colean. Nada nuevo. Otra cena o comida multitudinaria, mira a tu alrededor, el aspecto exterior cuidado (al menos el de los demás), el ciclo tradicional que se repite, el amor con copyright. Las amistades no tanto por calidad como por cómoda acumulación, la defunción de la personalidad y el carácter en pos de cuestiones más prácticas sobre el papel. Y todo sigue siendo cíclico, y por más que todos intuyan que es un deja vu en esencia interesado y falso, ya lo han vivido tantas veces y son tantos, que por más que sean conscientes de las mentiras no hay nada que hacer. Hoy en día ya cuesta incluso que reaccionen ante un insulto o un empujón de cuerpo presente. El tipo de dignidad que predomina tiene que ver con cierta clase de apatía de la que solo se habla en susurros, quizá incluso en otra dimensión, y que tiene que ver sobre todo con no dejar de moverse. El paro más dañino –el de raíz– no tiene que ver con el trabajo ni la quietud, sino con el efectivo apagado gradual de las mentes y la pasión. Para mí eso es lo que más cerca está de la muerte, en su vertiente más terrorífica, física y abstracta.
Ese apagado es práctico para la mayoría de gente. Pero amiguitos, el amor sigue existiendo, y si llega puede ser tanto para darte algo bueno como para amargarte. Todo depende de lo que creas que puedes controlar, de lo rápido que quieras vivir, del miedo que le tengas a la muerte secular, y de tu idea de la dignidad. Si eres una oveja huida correteando sola por el prado de noche mientras te conviertes en lobo, no temas, un lobo solo es un lobo, es lo que hagas de él. No te convertirás necesariamente en maldad.
Edificio de obra moderna. Como una mesilla gigante con cinco cajones. Edificio de cristal de provincias más que de gran ciudad. Parte del engranaje por el cual todo brilla por fuera mientras cada vez más a menudo se pudre por dentro. El tipo de triunfo que sigue vigente.
En la tercera planta sigues sabiendo que te casaste hace dos años, que tienes un bebé, que hace ya bastante que pasas las navidades en casa de lo suegros, que no existe aún ninguna máquina del tiempo. En la tercera planta no se te resetea la mente. No has llegado a los treinta años, pero tenías que apostar fuerte y raudo, no podías perder el tiempo, no querías morir solo. Tu novia decía que no quería tener un niño muy tarde, quería ser una madre joven. Tú no te atreviste a decirle que era más importante el hecho de traer bien a una personita al mundo que el objetivo femenino de ser una madre joven. Bueno, eso, que no se puede dar carpetazo a todo de un modo maduro y profesional, porque luego llegas a la tercera planta y ves a esa chica de veintintantos con la que te pasa lo mismo que con el sol, que no puedes mirar mucho sin apartar la vista. Hay muchos motivos para ello. El principal es que te sientes irresponsable. No porque sientas que estás engañando mentalmente a tu joven mujer y madre de tu hija; te sientes irresponsable porque sientes algo dentro de tu caja torácica que no puedes manejar. Se te va de las manos; ese algo te hace sentir descontrolado, tu peor pesadilla. Ese algo parece vivir en los margenes de la agenda, fuera de lo académico y lo laboral, no tiene software ni se puede descambiar, no se puede calcular ni devaluar, no hay una droga eficaz tampoco contra ello. Además tú estás en contra de las drogas. De pequeño le oías decir a tu madre que la belleza está en los ojos del que mira, pero no entendías la frase. La belleza era belleza y punto. Lo fue durante la adolescencia y durante buena parte de la edad adulta; había tías buenas y tías que había que evitar, exámenes aprobados y exámenes suspendidos, gente apta y gente no apta. Había entrevistas de trabajo prometedoras y otras desastrosas. Mujeres neuróticas y mujeres tranquilas. Tener un hijo era un accidente químico provocado en pos de otro reto. Educarlo era tener dinero para que no te lo quitara el gobierno. Tu mujer está buena y tienes dinero. Y sabes guardar un secreto (tu pequeño sentimiento descontrolado), o más bien no dejarlo salir.
Como eres un tío que sabe valorar lo que ha conseguido, lo que haces es tontear formando una vida paralela con la chica sol. Aunque ella note que no eres capaz de mirarla mucho rato seguido a los ojos, no has dudado en decirle que estás soltero. El anillo no hace bulto en el bolsillo. Es una cuestión de organización, desde siempre has sido educado así, sabes encajar las piezas, y no vas a tirar tu futuro por la borda, ni vas a aceptar condición alguna de ver a tu hijita una vez por semana ni nada parecido. Qué coño, era algo pasivo-agresivo, pero todos te presionaron, serás un adultero, sí, pero les hiciste caso en todo momento, te dijeron que si te esforzabas y eras responsable podrías controlar tu vida, mantenerla estable. Eso es lo que sigues intentando, nada más. Estás rodeado de soluciones versátiles, condones, horarios ambiguos, bolsillos interiores, falacias, habitaciones de hotel, viajes ficticios; todo eso está puesto ahí para usarlo, la vida te da comodines y tienes que aprovecharlos. Ya no eres un crío, no es un noviazgo de verano, estás casado, por el amor de Dios, tienes un bebé, no puedes simplemente aceptar que te has equivocado; la culpa no es solo tuya, tienes derecho a probar otras cosas; te has enamorado, ¿cómo se supone que se lidia con eso?, siempre te habían dicho que eso aparecía justo después de la universidad, después de haberte sacado la carrera, después de las dos o tres novietas de práctica, estaba en el orden vital, mucha gente lo sigue pensando así. Ya no se trata de ser bueno o malo, sino de procurar aceptarse a uno mismo intentando no hacer daño a nadie. No siempre puede cuadrar todo, no siempre puede ser puro. El adulterio es algo que sucede porque todo el mundo sigue confiando en que hay un procedimiento vital normal en contraposición con vidas disolutas. Cuando descubres que no es necesariamente así, ¿se supone que has de cargar tú con toda la culpa?, ¿que has de aceptar no ver casi nunca a tu hija en adelante? ¿Cuándo se supone que se activa el resorte de la madurez?, o acaso… ¿existe la madurez?… ¿por qué toda la vida te han dicho que sí?… En fin, de algún modo tienes que seguir adelante, y no mereces todo el dolor del amor a estas alturas de tu vida, cuando ya te habías montado el asunto según como supuestamente había que montarlo, Dios bendito, si habrás llegado a tragar mierda para ser normal y respetable, y ahora esto.
Así que no había un orden emocional. Tu mujer real no era la chica que conociste un año después de la universidad. Ha llegado unos años más tarde… Ahora tienes ataduras materiales y emocionales. Y no es que eso te moleste, lo que te fastidia es que falla el factor Pareja. Te consideras desprendido, querías compartir tu vida con alguien y todo eso, pero pensabas que eso era algo que uno simplemente decidía hacer; algo que haces porque tomas la decisión de hacerlo; no algo que surge de la nada. Puta mierda… ¿cómo ibas a controlar algo que surge de la nada y que no sabías cuándo podía surgir? ¿Se supone que ibas a tener que esperar?… y de haber esperado ¿tu vida habría seguido por el mismo camino para conocer a la chica sol?
De repente estás cansado, o te duele la cabeza, o tienes demasiadas cosas en ella, o procuras cambiar de tema cuando tu mujer quiere follar, porque has follado hoy dos veces con la chica sol en los lavabos de la tercera planta y no crees que tengas mucha más fuerza, pero sobre todo porque no tienes más ganas, no con tu mujer oficial.
La chica sol comienza a creer que te gusta de verdad, pero además comienzas a gustarle a ella. Eres un tópico ambulante, un fracaso millones de veces escrito. Cuando veías desde fuera casos así te preguntabas por qué esos capullos engañaban a sus parejas. Ahora te preguntas qué porcentaje de ellos no las veían más que como el plan conyugal de vida. Es como coger a una persona y usarla del mismo modo que usas el metro o el avión. Algo para tu desplazamiento personal relacionado con el estatus, puede que con la descendencia. O por meros cuadrantes materiales o sexuales. Ahora te preguntas cuántas parejas se usarán así mutuamente. Pero sobre todo cuántas lo harán a conciencia o simplemente solo porque no saben que puedes colgarte realmente de alguien hasta perder el control y pasarlo quizá realmente mal, un mal rollo que ni siquiera se puede incluir en el currículum.
–Fíjese, me casé con una mujer que a la que en el fondo no quería, tuve hijos con ella, me enamoré de otra, y aun así seguí con mi mujer.
–Espléndido. Contratado. ¿Puede empezar mañana?
Esa mierda no va así. De modo que del lavabo pasas a los hoteles. De repente comienzan a acumularse reuniones ficticias a las que no puedes faltar, siempre nocturnas, a veces tanto que solo te quedan dos o tres horas para volver al trabajo. Surgen un montón de imprevistos por los que no puedes estar en casa para cuidar a tu hija y follarte a tu mujer, y claro, qué vas a hacer, tienes que estar al pie del cañón, es tu trabajo. El tema de los cuernos es tan topicazo que ni por un momento piensas que tu mujer vaya a pensar que has podido caer en eso. Reunión tras reunión, mientras buscas el siguiente orgasmo de la chica sol, las semanas se convierten en meses, y para cuando te quieres dar cuenta estás comiendo en casa de tus suegros en navidad y solo puedes pensar en el amor real que existe en tu vida.
Ahora la clasificación está así:
1ª posición; con mucha ventaja y toneladas de mitificación aliñada con fantasías oníricas y sueños diarios: La Chica Sol.
2ª posición; con vínculo sanguíneo y emocional y dependencia: tu hija.
Y la clasificación no tiene más gente, porque el resto ya están todos asociados de un modo u otro demasiado directamente con tu mujer y el hecho de que la estás engañando. Tu hija es aún un bebé, y de algún modo eso la mantiene en el margen. Ahora no se entera de nada, y para cuando crezca lo que le hace falta no es necesariamente a sus padres biológicos todo el día encima, sino amor, y una educación como es debido, llegue de quien llegue. (Difícil.)
Como no querías afrontar tu realidad solo, y como obviamente no eras el único, un día, tras sincerarte medio borracho con un tipo en un bar, él te contó que estaba en la misma situación. Erais de la misma generación. El tipo te dice que está en un grupo de apoyo, y que te vendría bien formar parte de él. Lo del grupo de apoyo te suena fatal, te suena a alguna treintañera que quiere dar la imagen perpetua de optimismo diciéndote que la sonrisa no es algo natural, sino algo que uno elije. Lo ultimo que te hacía falta –teniendo en cuenta a lo que te había llevado eso– era alguien más diciéndote que todo está bajo tu control. Pero acudiste a una de esas reuniones, y aunque la chica que llevaba el asunto también era de tu generación, no comenzó a estirarte los carrillos para que sonrieras (y no es que tú no tuvieras practica con eso), en lugar de eso lo que intentó fue tratar tus heridas; lo que intentó fue entenderte sin juzgarte solapadamente.
Reunión tras reunión, con diez personas más, comenzaste a confirmar no solo que tus sentimientos por la chica sol eran la primera cosa autentica que te había pasado en la vida, sino que además tu mujer era todo lo opuesto, pura pose, artificialidad, profesionalidad, vacío, incluso el motivo por el que el mundo es un lugar hostil y absurdo tantas veces, y todo por haber tantas personas como ella en él.
En el grupo no intentaban decirte lo que tenías que hacer, solo eran charlas, exposiciones personales. En la sala no había nada más que adúlteros, la mayoría jóvenes y con hijos; algunos acababan hablando con sus parejas, otros tardaban más en hacerlo, otros no lo hacían. La idea era que no había culpables, sino más bien víctimas. El sistema no era solo retorcido en el sentido material, sino también en el emocional.
Tampoco se condenaba la monogamia ni se hacía apología de liberalismo alguno: lo único que había allí era personas intentando quitarse etiquetas de encima. La mayoría de gente no lo hace jamás. Puedes sacarte una carrera si te dejan, o dos, o acumular cosas, aguantar horarios horribles y ser un adalid del formalismo, pero si hay algo complicado y que dé miedo, es intentar ser alguien de verdad.
Era la primera vez que entrabas en una habitación y sentías que nadie te podía señalar con el dedo en cualquier momento. Era la primera vez que nadie te iba a decir que todo era culpa tuya. La primera vez que hablar de la felicidad no tenía que ver con una serie de pasos a seguir. La primera vez que nadie academizaba nada, ni puntuaba a nadie, ni te hacía sentir humillado por contraste. Era la primera vez que una palmadita en el hombro no venía de nadie que solo quería quitarte de en medio.
No podías negar que era autocomplaciente, pero era un alivio que por fin alguien te mirara a los ojos y te dijera que no tienes el control absoluto, y por tanto tampoco la responsabilidad absoluta. Que el karma no existe, ni Dios, y solo en un mínimo porcentaje la suerte. Que puedes hacerlo todo bien y que te jodan, o hacerlo todo mal y que te vaya de perlas. Que no hay orden, sino solo una división entre adaptación y pasión. Solo esos dos tipos de personas.
El asunto estaba trascendiendo el aspecto conyugal. Con la pasión venía por defecto todo el pack de oportunidades para ser alguien bueno, con la adaptación corrías el riesgo de convertirte en un gilipollas. De repente todo parecía más sencillo porque te decían que en realidad todo es mucho más complicado de lo que te han querido vender. La contradicción era un pensamiento coherente. Eso te abría un abanico de posibilidades que suponían también por defecto la ausencia casi total de miedo, en contraposición con la seriedad del enfoque de la adaptación que te hacía ver la vida como algo tan serio que prácticamente te hacía creer que eras inmortal. Así pues la vida era sumamente seria porque no era tan seria como te habían vendido, y por tanto debías intentar hacer algo con ella que no fuera solo encogerte y parecer otro grano más en el desierto.
Desde luego si aquello era una secta relacionada con un mero pensamiento anárquico, a ti te habían captado por completo. Aunque la verdad es que lo único que había era un rato de reflexión semanal que tenía poco que ver con lo que hubieras oído ya mil veces. Porque no había una línea de pensamiento única, sino tan solo gente luchando contra su yo hecho por los demás para poder encontrarse a sí misma. Aun así, era psicoanálisis en la misma medida en que meterse en la piscina con manguitos te convierte en nadador olímpico. No había nadie «trabajando», tomando nota, nadie que ejerciera de líder natural. Solo había una chica que concertaba reuniones e intentaba que arrancaran las exposiciones, en las que ella también ofrecía su historia personal.
Tú no querías ser lo que llaman «fuerte», querías ser Terminator, el T-1000: puede que todo partiera desde un ánimo egoísta, pero es que llevabas tanto tiempo intentando negar esa parte de ti… Ninguno de los extremos era bueno, el altruismo exacerbado tiene tanto de masturbación como el narcisismo, de modo que querías aprender a ser el T-1000, ir más allá de uno de esos extremos para al menos recurrir a eso si fuese necesario. Es irónico que para cuando comenzaste a pensar en términos de fantasía y ciencia-ficción, todo comenzó a volverse estrambótico: cada día comenzó a consistir en pellizcarse unas diez veces. Cuando entraste el primer día a reunirte con el grupo, te creíste enseguida que una de las paredes era todo espejo simplemente porque el lugar antes había sido un gimnasio; eso te habían dicho. Luego resultó que tras ese espejo había un equipo de cerebritos de Pretecnotimes que buscaban un conejillo de indias.
Lo que te dijeron era que no buscaban a nadie demasiado desesperado, no querían a ningún tío que hubiera perdido a su familia en un accidente de tráfico, porque eso podía desequilibrar todo el plan. Lo que querían, más bien, era a alguien que estuviese lo suficientemente harto como para someterse a cierto experimento sin perder el juicio.
Te habían elegido entre once personas, y resultó que la treintañera que guiaba al grupo estaba en el ajo. Así que un día te pasan una especie de test en el que te hacen preguntas del tipo: ¿Estaría dispuesto/a a tener la valentía de aprovechar una segunda oportunidad en su vida?
Se trataba de una oportunidad real. Nada de puntos de inflexión ni de chorradas pseudo-optimistas. Ni siquiera de ese rollo en plan me-la-pegué-con-el-coche-pero-aquí-estoy. De lo que hablaban era de poder volver a la casilla de salida. A la que quisieras.
Pensaste que bastaba con volver al momento en que aún no habías embarazado a nadie. Pero luego decidiste que era mejor ir un poco más atrás, hasta antes de la boda. Te dejaron dos horas solo un día en una habitación sin espejos, pensando. El plan consistía en abandonar a tu mujer y a tu bebé en esta línea temporal. Luego aparecerías en la línea temporal elegida y tendrías que acabar con tu doble para suplantarte a ti mismo, y luego cortar con tu novia oficial post-universitaria. Así pues, todo el proceso incluía, en esencia, abandono y autoasesinato (por llamarlo así). Además, Pretecnotimes mandaría una carta a tu “viuda” en la que tu desaparición quedaría maquillada por un asunto de “Colaboración en pos de un importante avance para la ciencia”, y la manutención del bebé correría a cargo de la empresa hasta que terminase sus estudios. Pretecnotimes te ayudaría con todo, incluida tu “muerte”, y tú podrías localizar e intentar volver a ligarte a la chica sol ya en el pasado.
Evidentemente, lo que más te dolió era tener que dejar a ese bebé. Pero decidiste que ese bebé había sido producto no tanto del amor como de la inercia. No era tanto hijo de una pareja natural como de decisiones administrativo-conyugales. Un niño no podía ser una fase más de una pareja, tenía derecho a ser un niño. A ser una persona. No quisiste hacerte más preguntas, te dijiste que la cría estaría bien, y que quizá incluso la rareza de perder a su padre biológico la endureciese de algún modo. Pero en realidad sabías que todo lo que hacías era tan solo tu acto egoísta. Tu –eso sí– merecido acto egoísta. Era un acto egoísta, pero era el primero de tu vida. Te habías ganado a pulso tu segunda oportunidad. Te dijiste que la mayoría de personas la aprovecharían.
La capsula era bastante roñosa, pero sabías de la seriedad de Pretecnotimes; habías oído historias que luego se hacían realidad. Al cerrarse la compuerta, sentiste una extraña paz. Quizá porque era una paz autentica, y era la primera vez que la sentías.