Vorágine

La primera frase es muy importante. Hecho. Aún no ha cambiado nada (en mí), tampoco el grado de cinismo. Siguen las pulsiones intactas, todas las de los últimos años. Las malas y las buenas. Las pijadas y las vaciladas y los romanticismos (baratos o no). Las mierdas a todos los niveles, literales y metafóricas. Los tacos. La vaga sensación de inutilidad, de hincharse para poco después deshincharse. De ego. De búsqueda del halago. De codearse con quien sea siempre que habite la risa teatral del infierno. No maduro, porque solo las frutas lo hacen. Al menos no me engaño demasiado, o no con las cosas con las que la mayoría se engañan. Eso no me hace fiable, claro (creo), al menos en la versión oficial (que es la que cuenta), la M se dio cuenta. Puede que también el resto de letras. Lo abstracto sigue girando más bien lejos de mi alcance. La magia. Todo es un intento desesperado por encontrarla. Por Volverla a Tener (de haberla tenido ya). Añorar no es ver todos un álbum de fotos rancio, la añoranza debería funcionar con los ojos cerrados, en privado; no creo necesaria esa popular pornografía de los recuerdos. Y la autodestrucción… qué decir de esa amante común; de unos por abrazarla, y de otros por tener la ocasión de acusar a los demás de albergarla; si estos últimos creen que tienes tendencia a tratarte mal (o lo que ellos consideren tratarse mal), tienden a alejarse, creen que se les podría pegar algo. Esos mismos que no se reconocen guerreros de jerarquías, pero que necesitan rodearse solo de lo que ellos consideren individuos de su misma especie. Hay tantos tipos de odios, de apologías de la separación de grupos (excepto quizá en clase, donde haría más falta). Apologías Aceptadas. Por los intocables, dignos, respetables. Ciudadanos. Miserables, criaturas políticas futuras en los mismos raíles que las presentes. El señor Cabeza de Euro, responsable por la mañana y por la tarde, sacrificado desde el primer día de su vida en un aula, y luego en una molona oficina (porque él había estudiado y no iba a hacer trabajos de bajo perfil, ni de coña), y luego multiplicándose, teniendo al menos un par o tres de Cabecitas de Euro, proyecciones de futuro. Yo me sacrifiqué y ahora vosotros os vais a sacrificar. Para ser dignos. Bajaos los pantalones e intentad tocaros los pies con la punta de los dedos, ahora quedaos así hasta que os diga; enseguida vendrá mamá, luego papá, luego vuestros profesores, puede que algún buen párroco, jefas de personal, luego los competidores. Y ellos serán los que carguen con el gran cilindro fálico de la vida correcta, pringado con el lubricante de Dios (si es que no queréis que todo el mundo piense que sois vagos y maleantes). Sonrisa. M formará parte del pasado junto a las otras consonantes y vocales. Antes vuestros tíos os preguntarán si tenéis novia, a partir de… qué, los seis años, quizá antes. La presión os ayudará (que sí). Seréis vosotros mismos de la misma forma que vuestros padres fueron ellos mismos: el Señor Euro y la Señora Lavadora. O mejor: la Señora EuroMaternoLavadora. El Señor Moneda, la Señora Moderna. Y esos nuevos AA, los partidarios de las Apologías Aceptadas son los nuevos drogadictos anónimos, enganchados a las drogas “legales” actuales mientras critican el tabaco. Algunos ni tan siquiera creen que deban ser legales (ellos mismos). Pero aún no se reúnen ni reconocen sus adicciones a lo Normal, a Mamá y cómo era ella, a los Consejos de Papá, a cualquier trámite burocrático del que después quejarse (aunque en el fondo se quisieran quejar de otras cosas, cosas quizá demasiado profundas para que puedan aún reconocerlas, o que no las reconocen por no saberse aún los nuevos AA). Uno no se daba cuenta de hasta qué punto se estaba poniendo en peligro la primera vez que le pasaron lista. La Ratita del Salón del cómic no era un personaje reconocible para ti. No era Minnie Mouse, era algún personaje anime; debía tener unos 17 años, entre los 15 y los 19 (las tetas a veces despistan), y te miraba y eras incapaz de hacerte una foto con ella; no por reparos, sino por no sentir a esa chica en tu mundo, tu mundo avergonzado constantemente; se podía considerar que era una chica creativa (era un buen disfraz), desinhibida, feliz, atrevida, como si realmente fuera ella misma. Como si de verdad hubiera sabido sortear todos los rollos sectarios de las instituciones, los miedos del sistema educativo, las amenazas de lo desgraciada que sería si no aprobaba un montón de exámenes estandarizados. Era como si no perteneciera a ese porcentaje obsceno de personas responsables que se sienten con la necesidad de tener cierto Sentido Común único, quizá Hijos, y Habitaciones que enseñar a los amigos. “El piso es sencillo, pero nos gusta así.” Entonces estás a punto de pisar un gato que tiene nombre y todos te miran como el soltero irresponsable que eres. Demasiado tarde para ti, no tienes lo que la Ratita tiene. O bien te has dado cuenta de ciertas cosas demasiado tarde. No tuviste la habilidad suficiente para no tomarte en serio los imperativos “adecuados” de la niñez, de la adolescencia. Junto al batiburrillo de pseudocreéncias y gilipolleces adultas; esas mismas gilipolleces que otros de tus contemporáneos (las mayoría) han continuado alimentando, mientras otra generación entera vuelve a formarse olvidando… eso, cultivarse, ser personas únicas, encontrarse a sí mismas más allá de los putos fines de semana en la montaña de los cojones (que les importa cuatro mierdas). Tifón académico, viajes, idiomas. Si les das a elegir entre saber cinco idiomas o descubrir que estos “sólo” son el medio para profundizar en la vida, te preguntarán en qué hay que profundizar; al fin y al cabo si sabes cinco idiomas hay un montón de trabajos que odiarás disponibles para ti. El medio es la clave, la hoja de papel de circuito cerrado, sin confusión, el nombre de tu mascota, el plan apuntado en un post-it enganchado en la nevera, la ocupación, el entretenimiento, el reproductor de películas, el sillón nuevo. Hay muchos motivos por los cuales trillones de jubilados solo saben seguir reformando el puto piso o la casa aun sabiendo que están en la fase final de sus vidas: y el principal no suele ser que tengan una vocación extremadamente honesta en cuanto a la albañilería. (Y saber llevar esta última línea de pensamiento hasta algún tipo de conclusión, proporcionaría alguna de esas grandes Respuestas. Grandes, y Humillantes.) “Mi abuelo no es así.” Tu abuelo es así, tu padre también, y tu hijo también. No estás enfadado conmigo, que sí, que tienes razón… Solo te daré un buen consejo, si intercambias fotos obscenas con alguien, procura no confundirte de correo, no te despistes: tu vida seguirá igual, pero al menos vigilar eso te servirá para tu vida paralela… Saludos a tu abuelo. Dile que le dé duro, que tumbe ese tabique, de todas formas eso es mejor que ver la tele (si es que no dan el partido). Una clave en todo esto parece ser a veces el fútbol. Aficionados al fútbol. Yo lo fui hasta el fanatismo, hasta los 18 o 19 años. No había nada más en la vida (aparte de los instintos y las reacciones fisiológicas, como querer mear o cagar, o comer, o follarse a quien entonces fuera M). Todo era fútbol para mí, hasta que de una forma natural –y obviamente sin darme cuenta (en aquel momento era aún más imbécil que ahora)–, descubrí que el mundo está lleno, repleto de cosas, está a reventar de estímulos, y no solo eso, está rebosante de esos estímulos, sí, pero además estos van mucho más allá de la emoción efímera del gol de un (casi siempre) idiota con suerte que gana dinero al mes como para ahogar a un caballo con billetes de cien. Lo triste es que hubiese bastado con una sola asignatura teórica de fútbol en el colegio para que todo el mundo lo considerara un rollo aburrido e intelectual, algo más de lo que hablar en las entrevistas de trabajo. “Me dice que sabe cinco idiomas, pero… ¿sabe explicarme el fuera de juego?”. Coges el paquete de tabaco y el cenicero, y usas una mano para hacer de delantero, los objetos son los defensas, si el delantero está por delante de los defensas cuando el balón sale de la bota de quien da el pase, es fuera de juego. Siguiente clase, examen sorpresa, no es mi culpa si nunca estudiáis, pero si habéis estado atentos en clase lo aprobaréis. Lo que pasa es que si no estás motivado no sabes lo que significa “delante de la defensa”, porque no sabes quién está delante y quién detrás, cómo has de mirar el terreno de juego. No levantes la mano para preguntar, tienes treinta y cuatro compañeros que quieren que la clase siga y no la vuelvas aún más tediosa, y vais todos juntos. Y luego, trabajo grupal, tendrás que hacerlo con quien te diga el profe, con aquellos que te caen mal, porque así es como las cosas mejoran, con cojones, mirando al frente, comparando, haciéndote amigo de TODO el mundo. O eso o tendrás que aprender a fingir, la ventaja es que la gente adora eso; si mucha gente follara igual que vive, no ganarían para muñecas hinchables. Es ese amor por lo artificial, a todos los niveles. El descontrol no suele ser tal, la mayoría de veces solo es un resquicio de naturaleza colándose en el pastiche sintético que has montado con tu vida. “Pasad al baño, mirad, bueno, tenemos dos, DOS, uno está cerca de la habitación y el otro cerca del comedor, subid, os quiero enseñar a los gatos, GATOS, también tenemos dos, y por cierto, nos han invitado a otra boda, BODA, aish… ya no nos acordamos del último fin de semana que no tuvimos compromisos.” (¿Orgullo?) Y así sigue todo, siguen cantando los pájaros de mentira, aunque antes eran analógicos y ahora son digitales. El arte solo es un eco del que oímos hablar, cosas raras. Lo normal es tener dos baños y dos gatos y a los críos en el colegio, allí sabrán qué hacer con ellos. Gente formada para ello. Mientras tanto, tú no, tu bajas escaleras y cada vez huele más a cerrado, con tus sólo dos idiomas e intentando interesarte por la vida como si eso fuera productivo; o peor aún, por las abstracciones. Leer libros de los que no has sacado más partido que simplemente el placer de haberlos leído. No hay quien lo entienda. Has perdido tanto el tiempo, es vergonzoso. Perdido en esa vorágine de estímulos potenciales que ofrece la vida. Sin Iphone aún, sin billetes de avión, sin inglés, sin gatos, ni perros, escalera abajo, y cada vez huele más a azufre. Sin remedios caseros ni habilidades domésticas. Lo contrario al novio ideal, al yerno ideal, al consumidor ideal. Ya apesta a lo que haya en el fondo. La pesadilla de cualquier suegra; lo inadmisible para cualquier suegro. Ni siquiera puedes explicarte de modo que te entiendan aunque solo sea un poco. “Haz lo que quieras con tu tiempo libre, pero pon el culo como todos el 90% restante de vida.” No puedes explicarles que seguir cediendo a esos imperativos podría estar siendo el primer y mayor error. Atrapado en tu pupitre, con el cilindro de Dios haciendo que sangres, el lubricante mezclado con la sangre, por un buen futuro. “¿Qué os ha parecido el piso?” El piso está genial, el problema es el relleno. Los nuevos fantasmas siguen surgiendo, no mueren con las generaciones viejas. Fantasmas físicos, follan entre ellos, se independizan juntos, se mantienen ocupados, lo inundan todo, y, cuando unos pocos llegan arriba, cuando de verdad «triunfan», cuando logran atesorar poder y bienes, se dedican al montaje de cilindros fálicos, aun ellos mismos con heridas anales, heridas del pasado que no dudan en olvidar. Conoce a una chica en un ascensor, que no es la letra que sabes, detén el ascensor con ese botón que suele haber, sonríe a la chica, así, hasta que ella ceda (lo llaman conquista), luego dile que así ya estáis bien, tenéis todo lo que necesitáis, aunque ella no sea tu letra y tú seguramente tampoco la suya. Con el tiempo os olvidaréis de si el ascensor iba hacia arriba o hacia abajo, o cuál era vuestro destino físico. Fabricad un destino casual abstracto premeditadamente espontáneo. Salid de vez en cuando a por provisiones, resoplad saludablemente cada día hasta el fin de semana con del cilindro de la dignidad. Repetíos que todo podría ser mucho peor, la tele os ayudará con eso, seguid mirándoos en vuestro espejo favorito, el pasado de otros. Y, finalmente, reuníos con más habitantes de ascensores, otros modelos pero igual de modernos. Quedad con ellos para lavar esos ascensores los domingos con ropa cómoda. Y mantened el silencio en relación con todo lo que sea relevante, a excepción del dinero, y puede que también de lo tocante a cómo os han dado por culo esa semana con el cilindro. Compartid, pero sin trascender lo logrado. No sois tontos, conocéis el mundo, no os van a dar el cambiazo. Tachad, numerad, avanzad, caeros, levantaros (¡sonrisa!), contad, lunes, martes, viernes, sonrisa, etcétera, empezar, repetir. Pero tú no…, tú bajas. Las enumeraciones, tú querías que desaparecieran, que no fueran el centro de todas las cosas. Pensabas más en colores, en colores en un sentido emocional, en sensaciones reales, más allá de lo fugaz del orgasmo masculino. Pensabas más bien en un entorno femenino, a varios niveles, tonos de atardecer. En realidad no era tan distinto a lo conocido; de hecho incluso puede que fuera los mismo, gatos incluidos (por qué no). Es decir, lo mismo pero genuino; o sea, no necesariamente cuando todo el mundo, no necesariamente como todo el mundo, no con el mismo estilo, no por imitación o miedos post-académicos mutados en dos lavabos en un piso que necesitas enseñar para que todos vean que no te equivocaste (porque supiste conseguir lo mismo que ellos, o lo que se supone se ha de conseguir). No se trataba del qué, sino de que ese qué fuera algo real, y no producto de una puta competición entre los 20 y los 30 años. Rezabas para que un par de generaciones murieran y los hijos fueran distintos y las nuevas hornadas tuvieran otra mentalidad. No pudo ser, no parece poder ser. El mayor logro de ese Limbo terrenal, ha sido el de hacernos creer que éramos libres. Mucha gente aún lo cree. Fallecidos en vida a los veintipocos. Copias de la fotocopiadora de un Dios producto de la mística enemiga de la Aceptación. En lugar de observar y cambiar a mejor, nos inventamos a un creador con la gran excusa de que es imposible demostrar su inexistencia total. Muchos no han creído que yo, que tú, que los putos gatos o los maestros de escuela amargados, pudiéramos ser espirituales también, aunque no tragáramos porque sí. Aunque algunos nos caguemos en la madre que los parió cada vez que nos han querido romper el culo, amparados ellos en la «responsabilidad», en la «integridad», en la puta era del sacrificio aún latente.

sol chica

18 comentarios en “Vorágine

    1. Interesate y complejo este largo relato, un postsote, gracias por visitarme mencionas tantas cosas que me es imposible tocar un solo punto, pero me gusta esa catarsis, es fuerza volcanica con la que escupes palabras.

      Alvaro

  1. Joder me ha encantado, después de leerte, no sé que comentarte, es verdad pura y dura. Si somos algo así como zombies del sistema, te sales un poco de la vida gris y te tachan de fracasado y de gilipollas, cuando lo que haces es vivir de verdad, sin mierdas de plazos, sin convencionalismos rancios, sin futuro,sin importarte si acabaste antes o después estudios que nunca te gustaron, sin tener un trabajo sin interés ,porque es tu tiempo, y tus miserias y cada uno debería saber gestionarlas como le diese la gana.
    Genial, es un placer siempre leerte, tengo que decir también, que tienes un gustazo que tienes con tus banners jajajaj

    Saludos

  2. Quizá suene a pura pereza, pero de verdad que me he quedado sin palabras. ¿Qué voy a decirte? Menuda forma de escribir, Dios. Se te ve curtido en las letras, buen lector y gran escritor. ¿Cuántos años llevas ecribiendo para haber llegado a tal nivel? Me quito el sombrero ante ti.

  3. Interesante, complejo, profundo y muchos más adjetivos que ya te han dicho y te dirán pero es que me he quedado sin recurso ante tus letras

    Ah! gracias por pasarte
    Un beso

  4. No siempre hace falta madurar no? jejejeje, a veces es mejor no hacerlo.

    Muy bueno tu escrito, me has enganchado, parecía que me contabas todo a cámara rápida jejejeje.

    Te pido disculpas por no haberme pasado antes por aquí, supongo que cuando entraste a mi casita leíste que estaba un poco alejada por problemillas de salud, así que los blogs los miro con cuentagotas, aun así, aquí estoy y agradecida de que te pasaras por allí.

    Quería avisarte que he puesto en mi blog un concurso para que se apunte el que quiera para reseñar mi novela, no se si te gusta el género, pero, si quieres apuntarte, allí te espero.

    Un besazo.

  5. Varios de tus escritos e, incluso, de tus personajes, han dado vueltas en esta vorágine. Pero a pesar de ello, o quizá por ello, te ha quedado genial (nada raro).

    Sigo quitándome el sombrero. Que su tinta electrónica perdure por siempre…

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