Solo puedes ver una silueta tambaleante a contraluz. El fuego relampaguea tras ella, no muy lejos. Es un tío. Es su vuelta de la batalla. Apenas le oyes, pero parece decir algo. Cae de rodillas y sujeta con ambas manos la empuñadura de su brutal espada. Clavada la punta en el suelo, el ser apolíneo se apoya en su herramienta para no caer derrotado aún. Su frente apoyada en la hoja metálica. Caen gotas de sudor de su pelo al suelo polvoriento. Podría ser sudor o bien sangre. Descartas las lágrimas.
Le miras, indeciso, incómodo. Esperas a ver si puede moverse un poco más hacia ti. El calor te resulta demasiado molesto. La figura se queda quieta, intentando decirte algo.
Finalmente, con cuidado, te acercas a él. Apoyas las manos en tus rodillas e intentas ver algo más que una forma fornida propia de su época (aunque no de la tuya). Aun molesto como estás por tener que soportar tal calor en los aledaños de la guerra, prestas atención y ves aumentar el charco de sangre a sus pies. Das varios pasos hacia atrás pensando en irte a tu casa. El tipo gruñe. Pide claramente ayuda. Señala hacia atrás, hacia el fuego, o eso parece; quizá se trata de otro compañero herido, o de un niño, una mujer, un ser humano. Un desconocido tuyo. Alguien alejado de ti, en todo caso, a varios niveles.
Vuelves a acercarte. Consigues entender una de las peticiones del hombre. Pide agua. Es algo propio del estar desangrándose, deshidratación. Leíste sobre ello en la universidad. Algo así como cuando tú bebes Coca-Cola después de haber vomitado; ha de ser esa sensación de sed.
Tu móvil comienza a sonar en tu bolso masculino. El tipo se sobresalta. Le pones una mano en el hombro. Le dices –marcando muy bien cada sílaba– que te vas a buscar ayuda.
Cuando ya te has dado la vuelta, oyes cómo el fardo de su cuerpo cae del todo al suelo. Aceleras el paso, te sientes sucio y sudoroso, quieres tomarte una ducha.
Cuando ya has puesto distancia entre el tipo y tú, respiras más tranquilo y paseas aliviado. Atiendes los mensajes acumulados en whatsapp. Recuerdas, ya recuperado del todo, que por fin es viernes otra vez en el siglo XXI.