Gotas de ricino (2 de 5) – La Princesa Poline

–¿Está todo a su gusto, Señorita Poline?
–…
–¿Está bien? Puedo traerle lo que quiera, he servido en naves más grandes que esta, si me permite el dato…
–No, Aldurst, no necesito nada más… Sólo… quizá ¿algo de compañía…?
–Puedo llamar a su ahijado si así lo desea. O a sus primas, están en la cápsula de recreo…
–No, Aldurst… ¿puedes ser tú el que me haga compañía?… Es decir, si no te retraso demasiado en tus tareas…
–Bueno… Lo cierto es que…
–Solo serán diez minutos. No debes alterarte.
–Verá… Usted…
–Yo qué.
–Usted es la Princesa del Imperio, yo solo…
–Ya, tú solo eres Aldurst.
–…
–Ambos somos de la misma especie, Aldurst. Solo necesito un rato a alguien humano que no mire al suelo cada vez que se dirige a mí.
–…
–Siempre me ha gustado tu forma de mirar a los ojos. Es algo que te distingue del resto del servicio.
–…
–Toma asiento, por favor. No dejes que más planetas queden engullidos por su orgullo mientras estás de pie. La Vida es trágica, querido, si no vas a suicidarte es mejor que la aceptes descansando tus pies de vez en cuando…
–…
–¿No me dirás que ahora vas a mirar al suelo…?
–…
–Vamos, no tienes por qué rebajarte tanto, ahora no está mi padre delante. O mejor aún, no está mi madre.
–Señorita…
–Y dime, Aldurst, ¿qué opinión te merecen los planes de la Transacción Espacial Reductiva…? ¿También crees que por las venas de mi padre corre sangre de la Tierra demasiado fresca? ¿Sabes quién fue Hitler, Aldurst?
–Sí, Señorita.
–Ese alemán, o austriaco… de no demasiados años antes de la inhabitabilidad terráquea, si no me equivoco.
– …
–Y si estoy en lo cierto, tú también naciste en el lapso del Epílogo del planeta. Eres tan natural de allí como mi padre, ¿no es así?
–Sí, Señorita…
–¿Crees que mi padre puede ser el nuevo Hitler?… Ya sabes, a nivel extraplanetario.
–…
–No te preocupes, no tienes que contestar.
–La verdad es que no estudié a fondo la vida de Hitler, Señorita.
–¿No puedes llamarme Poline?
–No creo que sea adecuado.
–…
–Puedo llamarla Señorita Poline…
–Eso ya lo haces, burro…
–…
–¿No tienes opiniones políticas, Aldurst?
–…
–Soy estúpida, claro que las tienes… y no se las confesarás a la hija del jefe.
–Verá, Señorita, Señorita Poline, no soy un estudioso, no suelo estar al día con esos asuntos. Para decir la verdad, ni tan siquiera sé qué es eso de la transacción espacial…
–Transacción Espacial Reductiva, sí. Bueno, yo lo sé solo a grandes rasgos… Para serte honesta, Aldurst, creo que se trata de una ley que me beneficia a mí y te perjudica a ti. Se trata otra vez de la burguesía espacial gobernando de forma interesada…
–…
–Si quieres mi opinión, yo sí creo que mi padre podría ser el nuevo Hitler…
–…
–Pero en fin, te tiene en alta estima, creo, aunque a él no le hace tanta gracia eso de que lleves la cabeza alta. Prefiere miedo y sumisión. Créeme, lo sé; por eso encaja tan bien sexualmente con mi madre…; y no es que me haga gracia saber eso; pero ten por seguro que muchas veces sí se pueden oír tus gritos en el espacio. Yo me pasé media infancia en el espacio, estudiando el Epílogo de la Tierra y oyendo a mis padres fornicar… Creo que mi madre luego compensaba su sumisión en la cama siendo una tirana con el servicio. Lo hacía para justificarse a sí misma. Bueno, qué te voy a decir, mis padres lo hacen todo para sí mismos…
–…
–¿Tenías alguna vocación, Aldurst?
–A qué se refiere…
–…
–…
–Yo de niña quería ser pintora. Y ahora me siento inútil…
–Pero tiene usted un cargo importante, mucha responsabilidad…
–¿Tú crees…? Como sea, ese es el problema… En condiciones normales, haciendo lo que quiero tipos como mi padre se encargarían de que estuviera arruinada… o muerta. Como he dicho, a veces hay que elegir entre el cinismo o el suicidio… Soy una gran hipócrita, Aldurst; y lo soy para tener buenas vistas segundos antes de las explosiones de las que los demás son víctimas.
–…
–Una de mis pocas vías de escape conocidas son las palabras malsonantes. Suelo usarlas durante la cena, seguro que habrás oído rumores.
–Pues no, Señorita.
–Fíjate… Tengo la piel blanca como la leche… Solo tengo veintitrés años y ya me siento oxidada y vieja…
–Es… Es usted una belleza clásica, no debe decir eso.
–Vaya… gracias, Aldurst, aun mirando al suelo eres capaz de sorprenderme…
–…
–Supongo que…
–…
–Supongo que sabes que la mitad de la nave piensa que tú y yo follamos… Y que la otra mitad piensa que follaremos… Todos piensan, en resumen, creo, en el fondo… que deberíamos follar…
–S… Señorita, yo…
–No te estoy presionando, Aldurst. ¿Sabes a qué me refiero con follar?
–Sí, Señorita Poline, es el término terráqueo vulgar para denominar el coito…
–Dios… el coito. Suena como si un médico te pusiera una inyección en la vagina… Follar, me gusta la palabra Follar, Follar. No me atrevo a decirla en la cena. O bien nunca surge el contexto adecuado.
–Señorita Poline…
–Me encanta ese planeta… ¿cómo se llamaba?…
–Yo debería…
–Anexo… Anexo 7… Anexus… ¡Anexus 67, eso! Estaba superpoblado de humanos, recuerdo que fui con Therese y Alicia, ¿conoces a mis acompañantes? No sabes cómo fue, Aldurst, tuvimos tanto sexo allí que estuve preocupada durante meses por posibles enfermedades… Si mi padre lo supiera, un polvo contigo sería una minucia en comparación.
–Señorita… yo…
–No te fuerzo, Aldurst, no te voy a presionar, solo te ofrezco libertad…
–…
–La nave está llena de recovecos, bien lo sabes.
–Señorita, usted está comprometida, está… Y yo perdería mi empleo.
–¿Te refieres a Rómulo? Aldurst, Rómulo es una cuestión política, incluso aunque sea una cuestión política con un pene descomunal… Pero ya sabes cómo va, el tamaño no solo importa, a veces también duele. Creo que a mi madre le gustaría más que a mí. La polla de Rómulo es… no sé. Puedes hacerle una foto, pero poco más. He leído demasiado sobre desgarros vaginales… Y sí, sé lo que piensas, es muy probable que mi madre lo eligiera para mí porque cree que soy una depravada como ella… Soy una depravada, pero no como ella.
–Señorita, yo debería ir a…
–Dios santo, creo que a partir de ahora no me vas a volver a mirar a los ojos. No quiero que te cierres conmigo. Yo soy así, Aldurst. Los viajes son largos, la mayoría de los planetas son aburridos, pero no quiero complicarte la vida. No te volveré a presionar así, lo prometo.
–…
–Espera…, no te vayas. Quiero confiarte algo.
–…
–…
–… Usted dirá.
–Aunque no sepas bien quién fue Hitler, sabrás que a menudo los dictadores o las personas poderosas que en el fondo saben que podrían morir torturadas y asesinadas si son derrotadas, lo que hacen es guardar algo de veneno. Tienen en algún cajón cerrado con llave la dosis necesaria de veneno para morir en cuestión de minutos antes de que les atrapen… Toma este papel. Aquí te indico dónde está la dosis que guardan mis padres para ellos. Creo que solo hay dos pequeñas cápsulas. También está la combinación, es una pequeña caja fuerte. La habitación no es problema, la tienes en el juego de llaves…
–Señorita, por qué…
–No, por favor, escúchame… Si tú no… Tienes que informarte sobre esa ley TER, Aldurst.
–Transacción Espacial Reductiva…
–Sí…
–¿Señorita Poline…? ¿Está llorando?

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