Avistamientos Lolita

Bienvenidos una vez más a la sección más popular de esta revista. Ya sabéis, esta es la sección en la que podéis desfogaros. Por la que nos reunimos y discutimos para poder contestaros, aplacar vuestros miedos y ofreceros algunas respuestas.
Este mes, como siempre, ha habido muchos avistamientos. Tantos, que ya sabéis que no podemos contestaros a todos. En cualquier caso, esperamos que la selección realizada os pueda servir a la mayoría. Empezamos.

Mequetrefe_82 nos pone en marcha con su correo. Ha descubierto que la hija del dueño de su cafetería habitual parece tontear con él. Le calcula unos dieciséis años (como máximo). Habla de «Insinuaciones claras», «Posturitas mono-direccionales», y hasta «Un guiño mientras mascaba chicle»…
Amigo, estás ante una clásica “rompe-anillos”. No has comentado nada acerca de su físico, lo cual nos ha preocupado aún más; cuando eso pasa es porque la atracción es demasiado obvia para mencionarlo. Dices que tienes tres hijos y que quieres a tu mujer. No te preocupes.
Lo primero que vas a hacer es dejar de frecuentar ese sitio. No siempre se tiene el lujo de poder evitar a la Lolita en cuestión. Pero tú puedes hacerlo. A medida que pasen los días, dejarás de pensar en ella, y los daños colaterales que suelen causar sin querer este tipo de niñas (deserción del matrimonio, visitas a burdeles, divorcios repentinos…) también serán posibilidades cada vez más remotas. Ánimo, tu situación está en una primera fase fácilmente reculable, no es tan grave como crees.

Amigo_de_Satán nos hace llegar un correo extenso y alarmante. Nos describes con pelos y señales a esa hija de tu novia. Dices que llevas cuatro meses masturbándote con los ojos cerrados. Que cuando haces el amor con su madre sufres gatillazos si no consigues convencerla para apagar la luz. Incluso sabes que la muchacha (quince años) hace poco ha comenzado a salir con su primer novio…
Esta es una historia clara de llana obsesión, obcecación pura y dura. Para empezar, debes plantearte si la relación con esa mujer la sostienes por algo más que el hecho de que su hija se haya convertido en tu avistamiento diario. Si crees que ya nada te gusta de ella (de su madre), deberías plantearte el cortar y seguir tu camino. Es aconsejable, en todo caso, que dejes de seguir a la niña con el coche (por muy cauto que seas). Un hombre de cuarenta y cinco años aún tiene mucho recorrido, eso no debería preocuparte. Al paso del tiempo tu libido se buscará la vida, y tú podrás volver a ser el hombre equilibrado y sensato que en tu correo nos dices que siempre has sido antes de esa Lolita. Un abrazo y ánimos.

Profesor_Daño. Tu caso ha provocado acaloradas discusiones en la redacción. A saber. Tu Lolita: catorce años, propensa a seguirte, sin vergüenza para ir a por ti, busca el contacto, se te acerca, te vigila, te espera en el portal cuando llegas del trabajo, un día se pone ante la puerta de tu casa y te dice que no te dejará entrar si no le das un beso con lengua. Etcétera.
Añades además que parece mucho mayor de lo que es, y que aunque al principio no te llamaba la atención, ahora sientes «Algo parecido al enamoramiento».
Bien. No te sientas como un cerdo, no tienes más que hacer caso omiso de sus provocaciones. No sabemos si la chica se cuela en tus fantasías masturbatorias. De ser así, siempre es mejor eso que acabar haciendo caso a la Lolita. Siempre evitando el contacto físico, puede ayudar que te muestres “tosco” con ella, que la rehuyas, que entienda que nunca formará parte de tu vida. Ese sentimiento de protección (romántico) que comienzas a asociar con la muchacha, se irá conforme ella se deje ver menos. Intenta que poco a poco se aleje de ti. No te quedes ambivalente ni le devuelvas los saludos. Evita a toda costa las sonrisas (ver las suyas y mostrar las tuyas), y construye un muro de Edad con el que ella tope hasta aburrirse de la situación. Con todo, no deja de ser una cría. No desfallezcas. Actúa.

Alférez_K. No lo pienses más. Pide asistencia. Busca ayuda profesional presencial.

Faisán_76. Tu caso es particularmente complicado. Nos hablas de esas hijas gemelas de tu jefe. De que se pasean a menudo por el taller en el que trabajas. Dices que empiezas a tener erecciones difícilmente disimulables. Repites una y otra vez que no vas a hacer nada, pero que no te gusta la situación…
Has hecho bien en escribirnos. La clase más peligrosa de avistamiento son las Lolitas Satélite. Esas niñas que pululan en tu entorno diario, que no necesariamente se acercan o te hacen caso, pero que se acaban metiendo en tu mente y tu bragueta de un modo tan gradual como peligroso. Si algún día una de ellas se dirigiera a ti, toparía con alguien que quizá esté ya en su límite, y no se sabe en qué puede acabar el asunto. Es particularmente significativa además (en este caso) la cuestión de la edad. Ellas quince, y tú treinta y dos y recién casado. Una diferencia complicada. (De todos modos, el hecho de que hayas tenido hijas gemelas hace un año no creemos que tenga nada que ver con lo tratado aquí, así que no te preocupes.)
Le hemos dado varias vueltas a tu situación. Suponemos que recurres a la masturbación (aunque alegas cierta obsesión amorosa por ambas). Deberías mantener pues la imagen de esas niñas en tu plano de fantasía onanista, y no dejar que la ficción se apodere de la realidad. A menudo hablas de lo fácil que sería para ti engatusar a una de las dos. Obviamente eso no ayuda, tendrás que negarte esa habilidad para con ellas. Tampoco ayuda el hecho de escribir sin parar esos relatos de “ficción” en los que haces tríos y practicas todo tipo de actividades sexuales con las muchachas; cierto es que eso seguro forma parte de tu fantasía onanista, pero sería mejor que fueras dejando esa faceta de escritor poco a poco.
Por lo demás, sólo te podemos decir que evites hundirte aún más en la nube rosa de las Lolitas Satélite. Prueba cosas nuevas con tu mujer, intenta añadir picante a tu vida sexual. Pon tus erecciones en otra dirección. Y, honestamente, si la cosa no va a mejor, quizá deberías plantearte el dejar ese trabajo. Te deseamos toda clase de suerte.

Ramiro_Oral. Si está embarazada, debería ser ella quien tenga la última palabra.

Amable_69. Tu texto es desconcertante. Te afanas durante líneas y más líneas en describirnos que el tacto de cierta Lolita te ha trastocado; «su piel de melocotón…», «la suavidad de sus delgadas caderas…». Etcétera. Y acabas diciendo que no has tenido relación física alguna con ella. Te contradices cada dos líneas y nos confundes con diatribas sobre «lo frustrantes que son los condones asociados a las menores de edad».
Sencillamente no sabemos qué decirte porque no hemos entendido nada. Pero si es lo que imaginamos, es mejor que no nos vuelvas a escribir…

Osmosis_Pollo. Tu correo es la Historia Complicada por excelencia. La que aúna parentesco, amor, sexo, pederastia potencial, Lolitas Satélite, lagrimas, semen…
Así que, tú veintiséis y ella (tu prima) trece. Y te empeñas en aclarar cada dos por tres que casi catorce, y que su cuerpo es como mínimo el de una de quince. Aseguras que la quieres más que a tus padres o tu hermano. Más que a ti mismo. Y nos escribes esta carta después de que ella se haya dormido sobre ti en el sillón del apartamento en la playa de tus padres. Hablas de su escote, de tetas en general y de un irrefrenable sentimiento; «He sentido que podría parar un tren con mis propias manos…».
Lo cierto es que tu correo nos ha impactado por lo tierno, por lo sincero de cada una de tus líneas.
Hasta que…
… has «insinuado» que «quizá» mientras ella dormía sobre ti, has metido la mano derecha bajo sus bragas: «He pasado un dedo por encima de su rajita y enseguida he sacado la mano».
Tienes que saber que, durante ese instante, has cruzado la línea que hay que evitar cruzar. Todo ese “amor” puede confundirte. Y lo peor, puede ser una autojustificación inconsciente para lograr algo que sabes prohibido.
Hay una serie de cosas que tendrás que evitar hacer (o volver a hacer) si quieres evitar líos que podrías no poder afrontar. Sabes perfectamente cuáles son. (Las cárceles están llenas de “enamorados”.)
Antes de nada, obviamente no puedes volver a tocarla de “esa manera”. La entrepierna de una niña de trece años es veneno para cualquier adulto. Por otro lado, al ser tu prima, eso la convierte en tu Lolita Satélite. Además ella te quiere (o eso cree ahora). Además reconoces que ya te has tocado varias veces pensando en ella. Y además lloras por las noches si ese día no has podido verla o hablar con ella…
(Resoplido y encogimiento de hombros colectivo en toda la redacción.)
Lo cierto es que, pese a todo, para ser un hombre no pareces una mala persona. Pero, por mal que nos sepa, hemos de decirte que estás en medio de un lío de narices. Algo que probablemente sólo se resolvería con la desaparición de la susodicha Lolita. No hemos sabido orquestar un plan de acción que pueda darte esperanza. La verdad es que has nutrido nuestro buzón con una gran historia, y esta va a ser una de esas veces en que bajamos los brazos y nos rendimos a la evidencia (sea cual sea). De momento, lo único que te queda es sufrir. Sufrirás.
Sólo esperamos que puedas controlarte. Que el tiempo pase. Que seas capaz de contenerte.
Muchos ánimos. Lo sentimos. Y estamos contigo.

Surfer_Ro. Eres claramente un cerdo, y en nombre de nuestra becaria de recepción, te agradeceríamos que dejaras de escribir a esta sección insinuándote, y por supuesto que cejaras en tu empeño de enseñar tus partes a cada chica de la empresa que sale del edificio.

Ulises_Paj. Estoy felizmente casada, Ulises, y esta sección está dedicada tan solo a los avistamientos. Me “alegro” de que hayas descubierto que soy yo la que redacta esta sección (aunque sea un trabajo en equipo), pero agradeceríamos que no vuelvas a contactarnos si no es para una consulta seria.

Bola_12. Déjala en paz. No hay ambigüedad en tu caso. Sabes que hace ya mucho tiempo que se comenzó a legislar teniendo en cuenta que muchos hombres sois como niños, y en esta revista hemos intentado ser duros pero justos. O debería decir duras…, teniendo en cuenta que la mayoría en la redacción somos mujeres. Pero nunca creas que eso te da derecho a cruzar la línea. Se puede ser débil y a la vez un delincuente sexual, es perfectamente compatible. Si no frenas, dentro de poco estarás a una sola llamada de tomar café con un abogado de oficio.

Oropel_Pel. Oropel, tu historia con las Lolitas en Sonora nos desconcierta. Teniendo en cuenta el contexto, pasaremos por alto algunos de los comportamientos que has descrito con tanto detalle (y parece que también deleite). En todo caso –y aun a riesgo de que sólo seas un pajero que se excita explicándonos una historia– el lector ha de saber que esta revista ha contactado con la policía por tu caso.

Lapizero_Jack. Lapizero nos hablaba de su hermana menor. Leímos su carta a principios del mes pasado. Ahora Lapizero va a cumplir sentencia (28 años) en la penitenciaría de Periferia. El lector de esta revista, inteligente por definición, podrá llenar los espacios en blanco.

Arrimetalosauriopía_Pomolateraliporetmelioperactomía. Gilipollas.

Tizón_Tato. Algunas hemos llorado con tu carta, pero igualmente vas a ir a la cárcel, Tizón. Bienvenido al ya viejo siglo XXI.

Toni_Palangana. Simplemente no se puede confundir a una niña de doce años con una de dieciocho, Toni.

Pelele_Ñe. Un equipo de decodificación lingüística ha conseguido descifrar tu galimatías. No entendemos por qué has hecho eso, y menos teniendo en cuenta lo aburrida (disculpa) que era tu carta. Si la chica tiene diecinueve años y tú treinta y uno, es bastante probable que ella ya sea más inteligente que tú (disculpa), así que tú mismo…

Ñoco_Dos nos escribe sobre un caso complejo de Lolita Satélite a dos años de la mayoría de edad. Ñoco, dos años pasan más rápido de lo que crees, y aunque dices que tú tienes «sólo veinticinco», aquí nadie se lo ha creído. Ya no estamos a principios de siglo, ya hemos entendido que la naturaleza hace a las mujeres mujeres antes de lo que dictamina la mayoría de edad legal, y que por tanto pueden llegar a ejercer una gran atracción por estar su cuerpo mejor preparado que nunca a los quince, dieciséis o diecisiete años para un embarazo (etcétera), pero ya sabes cómo son las cosas. O más bien cómo siguen siendo. No morimos a los treinta años, Ñoco (y no importa que el hombre en la edad de piedra sólo viviera unos treinta), de hecho ya no es raro superar los cien, y no hay nada malo en marcar ciertos límites. Si es verdad que tienes la edad que dices tener, es mejor que esperes, aunque algunas compañeras aquí no creen que aún no la hayas tocado. De hecho sospechamos que tu carta está muy maquillada, disfrazada de algo mucho más amable de lo que debería ser. Si no es así, disculpa. Si es así, cuidado, Ñoco. Cuidado.

Operantonio_Rastaplov nos dice que es un buen hombre. Que tiene dos hijos pequeños (ocho y tres años) y que está casado desde hace diez con su mujer. Operantonio, no entendemos tu correo, y sólo lo contestamos porque creemos sano contestar todos los que no es posible contestar. Pero no nos describes nada más que fines de semana felices y juegos inocentes con tus críos. Una de nosotras ha dicho que puede ser posible que hayas hecho algo horrible, y que el solo hecho de mandar el correo aquí, aunque sin contar nada relevante, ha podido suponer un pequeño alivio para ti. Si es así, te animamos a que nos vuelvas a escribir y nos hables de tu posible avistamiento. Tenemos curiosidad (y, lo reconozco, un poco de miedo…).

Exetereo_Lumpa es un tío muy de los de antes. Hicimos unas llamadas. Su abogado nos ha contactado para decirnos que –pese a sus esfuerzos por convencer al juez de que coleccionar fotos de menores en la piscina es antropológicamente justificable– Exetereo va a ser otro inquilino para la penitenciaría de Periferia; porque Extereo, además, tenía encerradas a dos niñas en el sótano de su casa desde hacía un mes. Gracias por abrirnos tu corazón, Exetereo… (Que sepas que aquí somos muy fans de tu nombre…).

Umero_Idra, hacía tiempo que no nos llegaba un correo como el tuyo, rico en detalles y a la vez vacío. Tu convencimiento de que somos nada más que una rama de la policía que se dedica a cazar «villanos machistas y pederastas» es enternecedora. Así como también lo es que creas que yo en realidad soy un fornido agente con bigote que se hace pasar por «feminista mediática». Nuestro tono ocasionalmente amable no es una fachada, como tú dices, sólo es la última parada en la línea de la Comprensión de las mujeres respecto a la naturaleza depredadora de los hombres. Alejando cualquier tentación de lo que tú llamas hembrismo, nos estamos esforzando, Umero; a veces contenemos el aire y contamos hasta diez antes de contestar vuestros correos. Y en cuanto a lo de esa chica que mencionas que tiene diecisiete años, nos jugamos la empresa a que es mentira. Suenas demasiado aburrido y siglo XX para que tu naturaleza pueda expresarse libremente, ya sea para bien o para mal.

Carestio_Lestiopartesia. Las Lolitas Satélite, Carestio, no lo son adrede. Tienen la misma culpa de serlo que un árbol de ser árbol. Seguro que el chocolate te gusta mucho, Carestio, pero sabes que si te pasas comiéndolo puedes enfermar. Todo aquello que nos hace sentir bien necesita cierto Control. El exceso, tan malo como la carencia o más, es fácil de detectar. Puede que no de entrada, pero sí cuando goza de cierto recorrido. Las Lolitas Satélite son como mucho un regalo para tus ojos, no para tu entrepierna; eso es lo que algunos no entendéis. Creéis que la gente que no duda en controlarse no fantasea; os equivocáis. Ese ente llamado matrimonio es el mayor carnívoro abstracto de jovencitas; si el matrimonio estuviera exento de fantasías empezaría a cojear hasta derrumbarse. Pero sólo son eso, Carestio, fantasías. Porque en la realidad todo colapsa cuando uno quiere atrapar una. Seguro que has visto a esos tíos con pasta que llegan a los sesenta; seguro que los has visto siempre con una mujer al lado, una que nunca envejece, porque es cambiante y nunca pasa de determinada edad. Esa es la única mujer que os interesa a algunos de vosotros, Carestio, pero eso no es una mujer, sino una idea. Por lo general, una idea con muchas lagunas argumentativas. Si es o no una mala idea, está en tus manos decidirlo. Cuando esa chica de la que nos hablas cumpla dieciocho, quiero que reflexiones en serio, porque no se va a quedar ahí, va a cumplir más años, y en la redacción estamos bastante seguras de que esto no trata tanto de esa chica como de tu mujer cercana a los sesenta. Los tíos que babeáis así, creéis que habláis de la vida, pero en realidad sólo mostráis vuestro terror a la muerte. No sois los más conspicuos amantes, sino los más enrevesados perdedores.

Hasta aquí la sección de diciembre. Esperamos haberos ayudado. Recordad esos mantras que siempre os repetimos. Recordad no confundir las piernas de una mujer con el monumento histórico de una ciudad en la que sois turistas.
Aunque ya casi nos hemos rendido al respecto, os animamos también a las mujeres a escribirnos.
Desde la nube que ha decidido que la lluvia sólo caerá con moderación sobre los justos, os decimos: ¡¡FELIZ NAVIDAD, y prudencia con las Mamá Noel del mundo!!

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