La dulzura

La verdad sea dicha: que una chica pierda demasiado pronto su dulzura, aquello que la hace chica (al margen de la edad), es una tragedia. La lástima es que la gente no le dé importancia; es como decirles que un bebé acaba de morir en África. Quizá sientan un leve pinchazo, pero nada que no se solucione con un chupito o diez minutos de televisión. Y es que, joder, naces y, si has tenido suerte geográfica todo empieza bien, pero luego, ya se sabe, te contaminan entre todos; primero tus padres, luego los demás y, si eres creyente, incluso Dios. Eres una fosa séptica andante. El único individualismo que todos valoran, el de abrazarse con fuerza a lamparitas de diseño, plasmas o teléfonos móviles, es justo el contrario del que deberían valorar. Por eso da igual si un buen chaval se convierte en un ejecutivo cabrón, o si una chica dulce se transforma en una tía enfadada y pintada como una puerta. Por eso nos resbala que mueran bebés en África.
Ya suena incluso a perogrullo decir que damos asco. Pero uno se da cuenta de esa realidad más que nunca en los momentos en los que experimenta esas perogrulladas en sus propias carnes.
Valoremos la vida según cómo la mayoría dirían que hay que vivirla (aunque luego vayan de pseudo-liberales): Estoy en un bar; una chica, la camarera, no para de esquivar los trastos que un tío con anillo de casado le tira. Sí, todo el mundo no es igual, pero me pregunto si es más honesto ese tío o muchos otros que llevan años como en coma junto a alguien simplemente por una cuestión de positiva percepción ajena, pereza, o en el mejor de los casos, cariño. Me pregunto si lo que pone el mundo patas arriba no tiene más que ver con engañarse a sí mismo que con engañar a los demás. Y sí, creo que en el fondo todos querrían dulzura, cada uno el tipo de dulzura que más se adaptase a sus necesidades. La camarera sigue evitando la mirada del tipo, sigue esquivando piropos cutres y bromas idiotas. Hay quien ha dicho que el ser humano está pensado para vivir unos treinta años, y parece tener bastante sentido; así no se agotaría el amor con tanta facilidad; quizá ni el sexo monógamo; así, incluso con muchos menos años de existencia, estaríamos más cerca de conseguir eso que llaman una “vida plena”, sin que ésta acabara convirtiéndose muchas veces en una farsa o un aburrimiento. Del mismo modo que mucha gente necesita llevar encima un Ipod con días de música para elegir y luego sólo escuchan lo que ya cabía en un walkman, de esa misma forma hemos alargado la vida con ciencia, y es probable que nos sobren muchos años de los que viviremos y también tendremos que llevar encima.
Donde algunos piensan longevidad, yo pienso alzheimer.
No lo puedo evitar, soy así. La camarera, ya enterrada en frases hechas y chascarrillos obscenamente sobados, le da conversación al fin al tipo casado. Porque no tiene salida; le quedan horas de trabajo por delante y es más fácil empezar a prestar atención al tío que seguir pasando de él. Es como no suicidarse por desgana; a veces todo se reduce al miedo al dolor. Quizá si la chica continuara haciendo mutis ante el “cortejo” del tipo, éste podría mosquearse y esperar a la muchacha hasta la hora del cierre para vete a saber qué. Hablamos de un tío casado, cercano a los cincuenta, algo borracho, con la mirada vidriosa y ya algunos años que sobraban encima. Lo suficientemente quemado por la vida como para convertirse en carne de programa de sucesos. Es este tipo de personas los que dan contenido a la televisión que ven mis padres. Es lo que ponen antes de las noticias del corazón. El tipo es el acosador, violador, maltratador o asesino, y la camarera es la joven acosada, violada, maltratada o muerta. Hemos visto la historia demasiadas veces como para no intuir cómo empieza.
Es la chica dulce, lo que el tipo amargado ya no tiene en casa. Los contrastes basados en la edad cuando se trata de mujeres son más severos. En algunos casos, cuando ves a alguien de sesenta años, idiota, enganchada al sensacionalismo, a quien nunca has conocido joven y que se llama algo como Francisca, se te hace casi imposible creer que alguna vez ese ser estuvo libre de prejuicios, etiquetas y brutalidad moral. Pero pasó.
Y lo que aquí pasa es que la camarera, una chica de unos veintitantos, aún parece conservar cierta dulzura relacionada no tan solo con su físico, sino también con el hecho de no haber sido arrasada aún del todo por las fuerzas del mal -y o las circunstancias- que nos rodean; eso que ha convertido al prototipo Francisca en alguien que, aun siendo muy mayor, no rige, no parece tener la más mínima inteligencia emocional o de cualquier otro tipo; entre otras cosas porque, en muchos casos, no ha tenido la posibilidad de tenerla. No le han dejado.
E incluso ese tipo odioso, entrado en carnes y pisoteado por la vida, parece saber reconocer a su modo a una persona aún con posibilidades de ser algo más que carne superviviente. Se nota esa energía, algo no necesariamente asociado a la juventud, sino más bien a la actitud, el carácter; algo que ha hecho que celebridades con esa misma fuerza innata acabaran con un tiro en la cabeza. Ya que, esa energía es realmente fascinante, pero también da miedo; y sobre todo les da miedo a quienes nos llevan y nos traen, a quienes les va muy bien con el prototipo Francisca enganchado cada día a la tele, ya tenga veinticinco años o sesenta.
Es ese tipo de dulzura, de magia. A veces la ves en un rockero de aire cínico y a veces en una camarera.
Ese rollo abstracto del que hablo, que hoy en día solo trasciende realmente en forma de películas, literatura, o ciertas piezas de arte concretas, aún no ha salido a la palestra en los ámbitos en que esa energía trastocaría de verdad el mundo tal y como lo conocemos. Se han formado ejércitos de millones de Franciscas que transmiten sus “conocimientos” a las nuevas generaciones. Es la amargura elevada a la máxima potencia. La necesidad de ver sufrir al vecino para poder tener algo de que hablar. Esa misma gente que dice ser feliz vería algunas veces el telediario comiendo palomitas si no fuera por el qué dirán. Es el otro extremo de lo que el tipo del bar ve en los ojos de la camarera. Todo lo cual es demasiado teórico o intangible así expuesto, pero te hace sentir bien, te lleva a lugares en los que jamás has estado y en los que no hay turistas, igual que las canciones, ya sean en tu idioma o no.

El hombre, apestando ya a alcohol a un metro, sigue hablando con la camarera. Son las ocho de la tarde. Ella habla solo cuando el tipo se impacienta. A este sitio le faltan unas tres horas para cerrar. Quizá más.
Todo el encanto que ella desprende solo fregando vasos o sirviendo café y cerveza, para el cincuentón en cuestión se reduce a sexo.
Probablemente por el mismo motivo por el que esta versión masculina del prototipo Francisca jamás sabría disfrutar de una película compleja, un cuadro o un concierto acústico, la camarera solo es carne fresca para él; aun no siendo una belleza espectacular, ese algo intangible que lleva de serie y que haría que otros se enamoraran, a él sólo le provoca una erección. Es como cuando un crío que apenas sabe hablar se ríe viendo Los Simpson; ve colores, movimiento, golpes, y eso basta.
La chica no muestra señales aparentes de agotamiento o agobio aún; sencillamente va de un lado a otro con los ojos del tipo en su culo, e intenta normalizar la situación. La información que le ha sonsacado Francisca/o: Es estudiante, trabaja aquí para pagarse los estudios, no tiene novio. Y nada más. Se a negado a decir su edad y apenas ha sonreído lo justo cuando su interlocutor ha soltado una risotada sarcástica en el momento en que ha oído que “la niña” no tiene novio.
Luego el tipo ha dicho que no se iba a ir del bar sin saber el nombre de “la niña”. Ella enseguida ha dicho que se llama Lillith. Hasta lo ha deletreado, ha contado por qué su nombre es extranjero y ha seguido fregando vasos con Francisca/o justo delante.
En realidad, el nombre Lillith esconde su propia historia genérica detrás; se dice que Lillith fue antes que Eva. Lillith, al parecer, fue la primera novia de Adán, la primera opción de Dios. Quizá aquella Lillith, que dicen era “un demonio de la libertad”, hubiera hecho otro papel en el paraíso. A veces es más interesante el borrador que el texto final. Quizá Eva no fue más que la primera cagada de Dios. Puede que no fuera una mujer dulce, ni desde la supuesta bondad ni desde la oscuridad. Por suerte casi todo en esta vida es mentira, menos lo que yo siempre he llamado dulzura.
Lillith, la real, la camarera explotada, dirige miradas hacia su jefe, un tipo con barriga, calvo y canoso en la nuca, que no ha dicho una sola palabra en defensa de su empleada. Yo diría que se siente en la misma onda que él, y cuando alguien flaquea en lo mismo que tú, te lo piensas mucho antes de recriminarle nada.
Si el ser humano pudiera volver a empezar, debería comenzar por hacer una buena lista de lo que podríamos llamar “roles inútiles”. Desde un punto de vista, debo decir, radicalmente basado en mi opinión personal, ¿de qué sirve por ejemplo un psicólogo? En el pasado, otra chica dulce que ya tenía su vida organizada lejos de mí, me dijo que al final lo que pasa es que tú pagas a un tío para que te escuche, y es casi seguro que si el tipo te habla no acabe diciéndote más que lo que tú ya sabías; sólo que como tu dinero se ha ido en ello y el hecho de acudir al psicólogo era un claro síntoma de voluntad de cambio, vas y le haces caso. Y en realidad eres tú mismo quien te has ayudado. Así que, ¿ese es un oficio noble? ¿Un proceso de iluminación a través de obviedades y pagos por sesión? ¿Cuántos pacientes hay de verdad necesitados de ese tipo de servicio, es decir, realmente jodidos, con traumas de infancia y mierdas que hayan enterrado tan profundamente que ahora necesiten auténticamente ayuda?
¿Y las sexólogas? ¿Qué demonios hacen esas tías aparte de recomendar lubricantes? ¿Cómo es posible que hayamos sobrevivido sin ellas durante milenios y ahora de repente sean necesarias? ¿Qué hay de los instintos humanos, ya no tenemos de eso? ¿Y alguien realmente en sus cabales que no sepa usar un condón o lubricante o tenga un problema fisiológico realmente grave, de verdad es una sexóloga lo que necesita? ¿Por qué dan ganas de ahogar con tus propias manos a las que salen por televisión?
¿Y los dietistas? Otra vez, milenios sin ellos y de repente están entre nosotros, y al igual que las sexólogas solo parecen estar para rellenar programas de televisión para Franciscas.
Y así un largo y en ocasiones mucho más obvio listado de roles que no parecen más que despistarnos de los asuntos importantes. “Profesionales” que no hacen más que hablarnos de minucias y chorradas, llenándonos y ocupando un espacio que podría servirnos para algo útil de verdad desde un punto de vista primario. Quizá esos problemas mentales, sexuales y alimenticios muchas veces no sean más que el resultado somático de haber ido escuchando año tras año tras año a esos supuestos linces de la mente y la salud idónea.
Francisca/o no se hace ninguna de estas preguntas mientras sigue atosigando a Lillith, sólo camarera, sin ambigüedades. Francisca/o sólo quiere sentir la jugosa cavidad de esa chica envolviendo su pene casado. Y no sabe el motivo, pero lo sabe, pero no. Y esa irritación de no entender exactamente por qué se siente tan atraído por ella, es lo que hace que esto se esté volviendo cada vez más violento. No solo aquí, sino donde sea; imagina esta situación pasando cada día en un lugar distinto, por los mismos absurdos motivos involutivos. Si Lillith, la primera Eva, está en el cielo o en el infierno recibiendo noticias de aquí, debe estar pasándoselo en grande, como si su sed de venganza de primera opción desechada pudiera llevarla a cabo sin mover un solo dedo, solo esperando.
El tipo se baja de su taburete de repente y se pone a bailar de forma absurda. Apenas hay clientes. Yo estoy sentado en una mesa con mi café y un periódico. El tipo dice, canturreando, que está muy contento porque se ha echado novia, una novia guapa y simpática, y la señala con el mentón. Supongo que no solo yo me habré dado cuenta de que lleva su anillo en el dedo anular. Lillith parece estar ya realmente harta; friega vasos que ya están fregados sólo para estar ocupada. El encargado sigue sin hacer nada. El resto de clientes tampoco decimos nada ni movemos un dedo. Me doy cuenta de que llevo aquí hora y media, observando, como espectador. Y creo que esa chica dulce de detrás de la barra está muy cerca, realmente cerca de dejar de ser dulce. Parece ser así como funciona; te aprietan hasta que te rindes, hasta que ya no tienes fuerza ni para seguir ni para detenerte. Y sencillamente vagas, vas perdiendo poco a poco lo que sea que te hace distinto a los demás, y vas mutando gradualmente hasta ir convirtiéndote en otro/a Francisco/a. Las lágrimas comienzan a correr por las mejillas de Lillith mientras el tipo dice que va a esperar a que ella salga del trabajo, ya sin canturrear; dice que quiere dar una vuelta con ella, que por qué no, joder. Grita. Yo me levanto de mi silla. El encargado me cobra. Vista de cerca esta chica aún encantadora es blanca de piel; ahora hace pucheros mirando sus vasos, se limpia la humedad con la manga, incapaz de pronunciar palabra. El encargado me da el cambio. Y salgo de aquí.

[En el video, un plan útil de Sarah Silverman (una de las mejores cómicas del mundo) para paliar la pobreza en el mundo (no os lo perdáis). En la foto (intentaré superar este tema rápido) la explosiva Christina Hendricks, una de las protagonistas de la indispensable “Mad Men”. No suelen irme mucho las mujeres que parecen diseñadas por un salido, pero en este caso no puedo hacer otra cosa que rendirme a la evidencia. Sólo verla pasearse por los platós de la serie ya vale la pena.]

57 comentarios en “La dulzura

  1. Los fines de semana, por las noches, se echa de menos ver por las calles, por los bares, esa dulzura en las chicas jóvenes (y a mi como mujer me da rabia… adolescentes berreando cual energúmenas o tiradas en cualquier acera totalmente nubladas por el alcohol).

    Un abrazo

  2. Me repito, pero me da igual, eres como un gran vino, que hay que beber cada X tiempo, porque lo bueno tiene sus tiempos para disfrutarlo (hacía tiempo que no te leía).

    Siempre me dejas pensando, tienes un «don» para eso cuando escribes.

    ¡Feliz día!

    Miguel

  3. Cada vez más sorprendida con tu perspicacia para ver al ser humano. Un poco defraudada con lo que me ha parecido una visión sesgada en ciertos aspectos… Pero me sigues pareciendo de lo mejorcito perfilando personajes.
    Un saludo.

  4. Vaya… yo tampoco suelo fijarme en este tipo de chicas, y este vestido es… impresionante, pero ella también me encanta. Por si la quieres ver interpretando la dulzura sale en un par de capitulos de FireFly.

    Gran texto.
    YoMisma

  5. Soy mayor de treinta años, psicóloga, alguna vez me siento a ver programas horribles en la televisión, para tí soy una francisca, mejor que ya estuviera muerta y mi trabajo no sirve para nada. Te aseguro que estoy viviendo la vida más plena que a los 20 y quiero seguir haciéndolo hasta los 100 y la dulzura no se pierde sólo porque un baboso te hable.

    1. ¿Eres psicóloga y no sabes discernir Autor de Personaje? ¿Realidad de Ficción? ¿Objetividad de Sátira? Eso que has leído es un relato con un personaje que habla en primera persona, y que obviamente tiene opiniones distintas a las tuyas. Lo interesante es ver si aun con su extremo discurso se equivoca tanto como cabría pensar. O si tú aciertas tanto como crees por pensar como piensas.

    1. Muy bien. Aun así no me da la sensación que hayas leído el texto como relato.
      Y eso de vivir hasta los cien… piénsatelo mejor. En cuanto a la dulzura de la que hablo en el relato, yo diría que por desgracia la mayoría de gente la pierde bastante antes de llegar a trabajar como camareros o como lo que sea… Y sí, una experiencia, por tonta que sea, puede ser la gota que colme el vaso.

  6. Un relato radical y directo como una bala al hombro izquierdo. Dudo que guste a quien salpique demasiado.
    Creo que la sensibilidad es algo con lo que se nace o no, que se atrofia con el desuso, y que forma junto con el encanto lo que interpreto que el relato llama dulzura.

    Tanto el discurso como la imaginaria narrativa me han gustado. Me deleito al pensar que ha terminado con el personaje observando en silencio a Lillith mientras un Francisca/o bailotea gritando.

    Si algún día te ves con ánimo, te recomiendo que veas Satantango, de Béla Tarr. Aproximadamente en la cuarta hora (secuencia anterior al ‘quinto capítulo), hay una escena de bar que me recuerda al final del relato.

    Saludos.

  7. Apuesto a que el principal error de Dios fue Adán, lo que pasa, que cuando el resto de los adanes contaron la historia, quisieron torcer los hechos achacándole la responsabilidad del fracaso primero a Lilith (menos dócil y sometida) y luego a Eva, menos cuestionadora y mejor adoctrinada. En ambos casos el quid del problema se repetía: no sólo la soberbia de Adán por creerse el ombligo del mundo, sino además su necesidad absurda e imperiosa de demostrarle a todas las lilith, evas y franciscas del mundo el forzado hiper protagonismo de su pene!jejejej

    un abrazo.

  8. Para mi en mi trabajo la dulzura es primordial. Una persona enferma, que esta en un hospital, muchas veces solo, necesita la dulzura de la persona que le atiende. A cualquier lado que vayas, si ves una sonrisa que sale del alma es como si ya te sintieras en casa, tranquilo. Creo que las chicas de ahora la tiene, pero escondida, eres independiente y por lo tanto tienes que ser dura, eso solo es la fachada. Un abrazo

  9. Yo sigo creyendo que la dulzura se mide por la capacidad de emoción en los ojos, ese brillo hay que conservarlo. En cuanto se pierde, llega Francisca/o.

    Un placer, como siempre, un «algo» en el estómago al leerte.
    Lu

  10. La dulzura a modo de inocencia sólo existe en los bebés… el resto, estamos contaminados.
    Con respecto a lo de la idiotez de psicólogos, yo en estos momentos tengo que asistir a una, y a un psiquiatra, dicen que algo en mi cabecita no funciona bien. Bueno, yo ya me había dado cuenta. Por ahora, pastillas y más pastillas, que por cierto, llevo dos días confundiéndome y tomándome una que no es, jajaja, pero para el caso, es lo mismo. Lo único que puedo dar fe de las pastillas, es que se te quitan las ganas de suicidarte, porque te pasas el día atontada y durmiendo, pero mi problema aún no está arreglado, está solapado. No puedo ver telediarios, ni prensa, ni determinados blogs, porque me aterrorizan, y ese es mi problema, se ha convertido en pánico constante.

    Bueno, todo ese rollo para decirte que no sólo un borracho o baboso puede hacerte perder la dulzura, si en algún momento yo la tuve, son otras cosas las que me hicieron perderla.

    Besito (ya sabes que me encanta leerte)

  11. Un retrato amargo de la existencia, de la vida vivida no como deberíamos, sino como nos enseñan o nos obligan.¡una pérdida de tiempo!!!!
    Utilizo un sistema muy sencillo para desconectar de ese «paisaje» que has descrito tan acertadamente (con su variedad de contextos y matices): veo y disfruto el atardecer cada día, me tomo un buen rato de reflexión y «tiro» lo que no me gusta. Aún sigo pidiendo deseos… Hay algo más que forma parte de los secretos personales:)
    Besos

  12. Me ha gustado el relato en general, yo suelo fijarme más en el estilo que en lo que cuenta. Pero en particular me quedo con la reflexión de por qué necesitamos ahora sexólogas y antes no. Hay montones de trabajos que surgen con el ánimo de que alguien se gane el dinero por la cara y me gusta leer que alguien lo ha visto también así, je,je…

  13. Asi es, la dulzura no debería perderse, peor a veces te la quitan sin más…

    Buena solución la de Sarah Silverman para apaliar lel hambre…

    Saludos y gracias por tu vista en mi casa.

  14. Todos tenemos un poco de mágia, un poco de ese tierno caracter que nos quitan a la mínima de cambio con simples acciones o palabras.
    Es la primera vez que te leo, y realmente me ha e-n-c-a-n-t-a-d-o.
    me pasaré aquí más a menudo:)

  15. jordim, gracias por tu visita.Tu texto es largo y repleto de sentido.Lo he leído y me parece una buena crítica sobre la falta de valores de nuestra sociedad…El vacío de la materia termina quemando el espíritu y nos convertimos en marionetas. Espero que,la camarera Lilit tenga la suficiente fuerza interior para resistir y no claudicar…Me alegro de haber encontrado alguien tan joven como tú, con la suficiente claridad como para distinguir el camino del bosque…No pierdas tu intuición y no dejes de escribir. Te dejo mi felicitación y mi abrazo,amigo. M.Jesús

  16. Me apabullaste con esta entrada… poca gente lo logra y no es porque yo sea especial… vos lo sos!

    Quitémonos el maquillaje, vendamos el vaticano y sequemos las lágrimas al lado oscuro de la luna…

    Abrazos, un placer la visita.

  17. Me quedo con la nota y la relevancia que le das en este texto a la dulzura, una de las virtudes que no deben faltan en ninguna mujer… hace parte de nuestra seducción innata en nosotras pero que muchas han olvidado y han falladoen sus vidas.

  18. Qué manera de enredar las cosas y de simplificarlas al mismo tiempo. No creo que toda la gente acabe siendo Francisca/o ni que todo lo que brille en «una» sea esa dulzura. Aunque si que te doy la razòn con lo de que te aprietan hasta que te rindes y entonces todo cambia.
    Por otro lado, psicòlogos, sexòlogos y nutricionistas son puestos de trabajo que se los habràn sacado de la manga, pero son puestos de trabajo, al fin y al cabo.

  19. Hola! Gracias por pasarte por el blog!
    1-Uf! por este post, definitivamente, está todo plagado de muertos vivos, aún de pequeños, como en «Wally»… Dulzura y juego, risas! ¿Adónde han ido? La gente «grande» seria, aburrida y superficial, deformada, y nosotros en ese filo intentando no caer también…
    2- Si!!!! qué se venda el Vaticano! me encantó!!!
    3-Bonita chica!

    Saludos y la seguimos, me gusta como escribes…

  20. Hay personas dulces toda su vida, bueno en algunos episodios la pierden pero en algo nato en ellas, aunque reconozco que hay cada vez menos.
    Un placer leerte.
    Primavera

  21. quizás la dulzura se pierde por el camino pero la esencia de las cosas se queda. Sabemos que en un futuro no seremos como somos ahora… por eso mejor aprovechar la vida al máximo!

    Gracias por tu comentario… motivan!

    Mercè

  22. quizás todos nazcamos con algo parecido a esa dulzura y, digo quizás, sea el paso de los años las que nos hagan perder ese encanto de quien mira el mundo con los ojos muy abiertos..

    me gustaría pensar que no todos nacemos malos mezquinos y estúpidos…


  23. Me gusta como escribes… pese a la longitud, que siempre es un hándicap en este atareado mundo.
    Cierto, el aserto de que somos fosas sépticas a donde viene a parar todo, sin apenas filtro. Tal vez eso nos haga humanos, no la obra de un Dios creado por Eva.
    El vídeo… ¡vendamos el Vaticano, regalemos los inquilinos. Matemos el hambre mientras las guerras matan a los hambriento. Aspiremos a la utopía de cada día.

    Saludos

    CR LMA
    ________________________________

  24. Magnífico relato. Has esbozado perfectamen el germen de un asesino en potencia. Tipos realmente patéticos, con los que nos cruzamos a diario.

    Te agradezco la visita a mis casas y tus comentarios 🙂

    dos abrazos

  25. Hola Jordim paso a devolberte la visita, Gracias por tu comentario en emi Espacio, sobre tu post decirte que creo que nacemos dulces y buenos pero nose en que momento de nuestras vidas cambiamos, quizas por las amistades o por la sociedad que nos envuelbe…..nose es una pena.

    DEJO UNA INVITACION PARA TODOS A MI ESPACIO EN EL ENCONTRÁREIS UN REGALO DE BIENVENIDA MAS ABAJO DEL BLOG, ESPERO VUESTRA HUELLA EN EL.

    Besos en el Viento a Todos y a ti Jordim todo un Placer Visitar tu Espacio y Haber tenido el Placer de Conocerte.

    ♥♥Yesi♥♥

  26. Hola, Jordim.

    Disculpa pero, no he estado mucho por aquí pero, ha valido la pena. Qué decirte, que me ha encantado todo tu análisis, la situación a la que nos has embaucado. De verdad, que me ha encantado y te pongo un 10, un 11 o más si cabe 🙂 Es que es tan real… La verdad, es que este es un mundo lamentable y poco a poco, te hacen cambiar, bueno, supongo que somos seres en constante evolución… Fijándome en mi caso, yo me consideraba algo diferente, pero supongo que te arrastran, te obligan a acabar siendo como los demás. Es cierto que somos diferentes y tan parecidos a la vez… pero, por otra parte, noto en mí un cambio… Es lo que dices, rendición, que llega un momento en que todo te da igual, como parece pasar con los demás. ¿Quizás sea un signo de fortaleza? Aprendes , te ves obligado a sobrevivir como sea…

    Y sobre lo de los psicólogos… pues yo también lo pensé. Los llamaba cuentacuentos, que te podían contar cuentos que te podría contar tu abuelita y cualquiera… Yo he ido alguna vez en el pasado, porque me forzaron pero, nunca había creído en ellos. Pero, ya no sé ni lo que pensar, de eso, ni de nada… Bueno, aunque he leído algún libro psicológico en plan más técnico y sí que me ha gustado; puedes intentar con ellos entender a los demás, sus reacciones, aunque no las compartas… Quizás, al fin y al cabo, sí que tenga su utilidad, hasta cierto punto, claro, los libros psicológicos, por lo menos y es muy interesante intentar entender el por qué de los comportamientos humanos, aunque cierto es también que la práctica de la experiencia ayuda… Pero, por otra parte, incluso hay gente a la que nadie quiere escuchar o que incluso le es más fácil contar lo suyo con un desconocido, y aunque sea un papel que podría prácticamente intentar hacer cualquiera, ellos dan el calor humano que a veces alguien necesita, incluso diciendo cosas que ya podrías sacar de por sí, quizás hay cosas que sabes pero, necesitas que alguien te las diga, que te dé consciencia de ellas, que te dé un mínimo de calor humano que otros no te dan… Bueno, aunque a veces, no sé lo que pensar de nada, es todo tan relativo…

    De los dietistas, yo sí que creo en su utilidad. Mi madre, por ejemplo, estaba como un camión (con perdón) y la han ayudado bastante… ha bajado kilos… Te dan pautas… y siempre es bueno tener a mano conocimientos, sobre hábitos que puedan ser más saludables, otra cosa es que no les hagamos caso.

    Sobre los sexólogos, qué decirte… supongo que su utilidad tendrán y más en esta sociedad donde lo único que le importa a la gente es el sexo, que si Fulano lo hace bien o mal, que si es guapo, juerga, botellón, y si te he visto no me acuerdo. En fin… Para que veamos qué importancia han tomado los instintos primitivos, más que la senda de la espiritualidad. Me llamó la atención una que vi en Lo Pagán, hablando por teléfono enfadada y diciendo, con malas palabras( y me disculpo porque a mí no me gusta esa palabra que todo el mundo suele usar pero, por lo menos, ya no dicen hacer el amor, cuando realmente no lo hacen, ni saben seguramente lo que es eso): -… ¡Que no sabes ni follar!- así mismo lo dijo. Porque eso es lo que busca la gente, no les importa más que lo mismo, que se suma al temor terrorífico de quedarse solos. Da igual que quieras a esa persona, que no. Y el ser humano, que se cree tan diferente al resto de la naturaleza… prácticamente hacemos lo mismo… ¿acaso nos diferenciamos algo de los perros? Pero, es lo que importa, sexo, botellón, fiesta, cotilleos, insensibilidad y ése es el peligro, que si bien no sigues sus conductas, llegas a sentir tanto frío que te arrastran al lago de la insensibilidad. Yo mismamente, prácticamente, no creo que sea la misma… dejas de creer en todo, porque te obligan con lo que ves, lo que sientes, lo que te rodea… Y cada uno sobrevive como mejor puede. La sociedad es así, te absorbe los sesos… Llega un momento en el que ya no puedes más, te rindes y todo te da igual.

    Y es verdad, en la tele sale gente a la que te encantaría extrangular ¡Je,je,je! Detesto los programas de cotilleos; últimamente siento que me dan cada vez más rabia y en cuanto puedo y me dejan los cambio. ¿Qué me van a solucionar esas personas?Prefiero poner la dos, a la que antes no le hacía ni pito caso pero, que ahora, cada vez me gusta más. Un día me encontré una historia triste de dos leopardos, Samu y Toki, que se hicieron amigos de un humano, sobre todo.

    Gracias por tus ánimos.

    Un saludito y encantada de haberme pasado por aquí.

  27. Como mujer sé lo que es y lo que se siente cuando un impresentable que encima apesta a alcohol y te lo estampa en la cara, se cree con derecho a todo.
    Menos mal que la vida va pasando y la coherencia y el saber poner límites se instala.
    Por lo demás, tu relato me ha dejado muy buen sabor. Interesante.
    Te felicito, me has atrapado palabra a palabra.

    Un abrazo

  28. Difiero radicalmente con tu forma de ver al ser humano en este cuento, a la mujer concretamente. Yo no veo la dulzura perdida en mujeres de más de cincuenta, de sesenta, de setenta, en todo caso, al revés. La sensibilidad a flor de piel en la vejez.

  29. Vengo a agradecerte el regalo que para mí supusieron las parabras que, en forma de comentario, dejaste hace pocos días en mi blog «ALMA, CORAZÓN Y PLUMA», en la entrada «SIN TI, NO SOY NADA»… Y aprovecho para felicitarte por el tuyo: ¡¡¡MUY INTERESANTE!!!

    Un beso y una flor

  30. Dulzura es un término un tanto ambíguo. Uno nace con ella y según crece la predisposición a perderla aumenta. Si eres demasiado dulce te llueven los bocaos y si no lo eres las críticas. Estaría bien encontrar un término medio. Aunque hoy en día, vende más la violencia física y verbal que los buenos sentimientos. no hay más que encender la tv para darse cuenta de esto.
    Como siempre, lujazo leerte.
    besos!!!

  31. Susana Moo:

    El personaje del cuento (que como cuento es extremo, etc) habla de cierto tipo de personas, no necesariamente relacionado con la edad o el género. ¿Realmente no conoces a esa gente que se sienta a ver el Diario de Patricia? ¿Que habla en cuchicheos sobre las desgracias del vecino y que disfruta -si, disfruta- con las desgracias ajenas? (Pues son legión) ¿Crees que si realmente eres una persona sensible, con mundo interior o quizá incluso altruista, puedes ser así, dedicar horas y horas de tu vida a eso? Ese es el prototipo Francisca/o del que se habla en el relato.

    Saludos a todos.

  32. Creo en la ternura, en la dulzura y en la picardía de una mujer tenga 1 o 100 años, esto es algo intrínseco solo en seres dulces por naturaleza, quien crea que el Amor no existe, que todos los hombres son unos cretinos o que a las mujeres se les acaba la inocencia a los 2 años sencillamente esta AMARGADO/A
    Por lo tanto tu relato es solo eso un buen relato dotado de cierto toque de verdad y cierta fantasía, la realidad supera la ficción y por ello yo sigo creyendo en los humanos sean féminas o machos me da igual el genero, adoro creer que este hermoso planeta lo habitan millones de seres mucho mas listos, serenos, solidarios que lo que quieren hacernos ver los noticieros a diario, a mi me basta salir a la calle para seguir viendo miradas cargadas de bondad.

    Me ha gustado leerte sobre todo porque tu Blog logra mostrarme otra perspectiva » la tuya»,
    besitos desde mi pequeña orilla.

  33. Alexia:

    Más que mi perspectiva, es la de los personajes. Yo no soy tan categórico, pero cuando escribo me desahogo. En el relato hablo de la dulzura como concepto, no de hombres o mujeres. Y en cuanto a todos esos cuidadanos serenos y solidarios que ves tú en el mundo… sí, ya sé que hay mucho sensacionalismo en los informativos; pero no creo yo que el mundo esté como para decir que somos más buenos que malos (y o egoistas, individualistas, etc).
    Y no se trata de estar amargado o ser optimista, sino de ser mínimamente observador e intentar ver las cosas como son. No se puede reducir todo a etiquetas.

    Gracias por pasar y leer.

    saludos.

  34. Una de las cosas que más me ha dolido de crecer es perder la inocencia, de tanto aprender, ver y superar, sentir que se va llendo y no encontrar nada para recuperarla; quizás a ese horrible sentimiento de tener cada vez menos situaciones que te provoquen asombro, queda el que cuando llega la ocasión te sabe mucho mejor, como los buenos vinos.

  35. Pordió mushasho!!! Cada vez más largo…!

    Re de acuerdo con que se venda! Siiiiii…!!!!! que se venda!

    Yo he notado que la dulzura queda tapada por la mugre. Y que si uno rasca un poquito, (con dulzura, obvio) se vuelve a encontrar.

    (qué desagradable el tipo….)

  36. ¡Joder!
    Has dado tan en el clavo con la entrada que me he quedao a cuadros.
    Solo añadir que si el ser humano pudiese empezar de nuevo, volvería a cometer los mismos putos errores funestos que ha ido cometiendo a lo largo del tiempo.

    Hemos pasado de los instintos a necesitar, como tú dices, de psicólogos, sexólogos, dietistas… y 100 patochadas que no llevan a ningún sitio y que solo son la muestra evidente de que algo anda podrido y está empezando a oler ya.

  37. Es fácil que la búsqueda de lo que llamamos felicidad sea la búsqueda de lo que tu llamas dulzura porque creo que todos la hemos tenido en algún momento de nuestras vidas, la mayoría antes de encontrarnos con los Franciscos/as que andan por ahí. E incluso ellos lo que ansían es poder robar esa pureza a camareritas indefensas.
    No sabes cómo te entiendo cuando dices que te desahogas escribiendo, pero no mientas, en todos lo relatos que te he leido, está siempre el mismo personaje detrás. La ficción es la ficción, pero cuanto más dejas de tí en ella, mejor es.
    Un saludo y sigue así. Eres cojonudo

  38. Tu blog es para racionarlo un poco, presentas una realidad tan patética que así si que dan ganas de no llegar a los 100 ni a los 30!

    Gilipolleces aparte… siempre me pregunto cuanto de tí y cuanto de ficción hay en tus relatos. Tal vez seas demasiado crudo y categórico, pero muestras una visión de la vida que mucha gente (pero no la suficiente) comparte. Si fueramos mas conscientes de la realidad que nos rodea seguramente viviríamos una vida mas plena y menos plagada de falsas actitudes y necesidades absurdas.

    La dulzura es como la inocencia en ser humano, se nace con ella, pero la vida te hace perderla tarde o temprano. En algunos casos, los años te muestran quien eres y te la devuelven, pero solo en algunos casos. Estoy de acuerdo en que hay demasiadas «Franciscas» en la tierra. Siempre he pensado que el día que no queden sueños ni ilusiones en mi vida será el último día que cuente.

    Sobre psicólogos… mucha gente que acude a ellos sería suficiente con que creyera en sí mismo e intentara ayudarse insuflando un poco de valor y de fuerza de voluntad a su existencia. Otros tantos que no acuden sería necesario que lo hicieran, muchas veces el agujero es tan oscuro que necesitas un guía que te ayude a encontrar la salida.

    Y de los dietistas, qué decir! soy dietista y trabajo de programadora. Prefiero tratar con máquinas a que me obliguen a engañar a gente en una tienducha de mierda.

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