Comienzo a escribir, y cuando llevo más de página y media, me doy cuenta de que estoy plagiando el último libro de Thomas Pynchon. No puede ser. Una idea detrás de otra, todo igual, cada concepto, hasta los detalles más nimios. Nada de cosecha propia. Incluso el estilo es una versión barata del suyo. Es entonces cuando, sin motivo aparente (o con motivo + negación) rompo a llorar.
Me levanto del escritorio y me veo buscando un cigarrillo por casa. Luego me acuerdo de que lo dejé (¿cuánto hace?, ¿cuatro meses?). Trasteando, encuentro una caja de puros que alguien me trajo de no sé qué viaje de novios a no sé qué país precioso para recién casados. Creo recordar un álbum de fotos digital jodidamente interminable al que asentí como si cada instantánea me importara. Mientras tanto, mi vida se consumía. Qué felices eran en aquellas fotos, sonriendo a cámara como ante un payaso de circo que en el fondo da más miedo que risa. A veces me dan ganas de llamarles y preguntarles cómo les va, si ya ha llegado el gris de la famosa aplastante rutina, ¿aún follan o ya han comenzado a hacer el amor?, ¿siguen enamorados o ya están en la fase del cariño y la pereza por volver a comenzar cada uno por su camino?, ¿han pensado en tener hijos?, y de ser así ¿es porque quieren o porque la fase gris de rutina y cariño está llegando a un punto insoportablemente marital/oficial? Y sobre todo, ¿quiénes son?… No recuerdo qué pareja en concreto fue la que me dio la vara con aquel álbum, y tampoco sé ya por qué ahora pienso en ellos…
Pero entonces, se me enciende una bombilla (!). Fran y Rita… Sí… Hace dos años murieron en un accidente de tráfico. Rita estaba embarazada. Sí, en el entierro me parecía mentira que pudiera haber pasado lo que pasó. Tan jóvenes y todo eso. Mi madre se acercó y me cogió la barbilla y me miró como cuando tenía nueve o diez años y estaba triste y ella no sabía por qué. O no…; creo que lo estoy cruzando con el entierro de mi padre… No lo sé, he ido a cuatro o cinco en toda mi vida, y en todos me limitaba a mirar al suelo y notar un globo en la cabeza que nunca acababa de estallar. Era un sentimiento similar al de estar a punto de decirle algo muy importante a alguien. Algo como declararse a alguien; pero no en plan platónico; declararse a alguien después de meses de anhelo y sufrimiento; aunque te digan sí y luego la relación no dure ni cinco meses; o cojas el coche y te dé por estrellarlo justo cuando Bea o Juan Carlos esté de camino inflando la barriga del amor de tu vida…
Hay que tener cuidado, buscarse la buena suerte; dicen que se puede buscar.
El puro es enorme y está asqueroso. No ha menguado ni medio centímetro y ya estoy harto de humo. Aun así sigo chupando como un imbécil. La pantalla blanca del ordenador me mira como si le debiera pasta.
Salgo a por cigarrillos. A buscar mi suerte.
Horrorizado, me doy cuenta de que mi marca ya va a cuatro euros el paquete. Así de modernos somos. Todos mortales y libres de humo. Espectacular. Estoy pensando en comprarme unas gafas de pasta y quizá algo de ropa guay; algo del tipo sí-tengo-nueva-novia. Puede que así aunque vuelva a fumar, la sociedad quizá me lo perdone. Vale, he fracasado con lo del tabaco, pero ¿has visto mi camisa?, ¿y mis tejanos?, están desgastados pero no pero sí, porque mola que sea así. Cuando entro en una tienda, siempre me pregunto dónde está la ropa “de vestir”. Me dan ganas de abordar a alguna de las dependientas y preguntarle si es posible que tengan prendas con las que no parezca que quiero rodar un anuncio de colonia.
Entro en un bar y pido un cortado. Craso error. No puedo acompañarlo con cigarrillos. No hay terraza. Así que ahí me veo, sentado como un idiota, con esta tacita ridícula, ese mini-café con leche. Me doy cuenta de que el lugar tiene ordenadores. Pregunto y pago por hora y me siento delante de una de las pantallas con mi tacita de muñecas.
Recuerdo un foro de relatos eróticos en el que publiqué algo. Hay diez comentarios bajo mi texto. La mayoría se pueden resumir con un «¡egs…!». Uno de los comentarios habla sobre «demasiados tacos», y acaba diciendo que estoy amargado. Mi contestación es: ¡Pero si es un relato guarro!
Salgo del cyber o bar o lo que sea y me enciendo un cigarrillo. Llaman al móvil. Es… ¿Rita? Oh… ¿Sí? Me dice que si me acuerdo de ella. Bueno, sí, aunque la estaba tomando por otra. Sí, digo, claro que sí, qué tal, digo, o sea, cómo están, qué tal el niño. Etcétera. Bien, estamos bien, asegura; me han dicho que has dejado el tabaco por cierto. Sí, digo, sí, bueno, estoy en ello, ya no lo llevo tan mal, aunque pasé unas semanas jodido con el tema (aquí subrayo con una sonrisa en tono de desespero). Rita me dice que Fran celebra su despedida de soltero, y que si podré ir. (¿No estaban casados?) Bueno, digo, no lo sé, ¿cuándo es? (Vale, ya recuerdo quién murió: Ana y Abel; un cruce de nombres lo tiene cualquiera…) ¿Cómo?, digo. Que si quieres ir me lo dices, cuanto antes mejor, grita Rita. Ah, vale, sí, te digo algo en cuanto pueda. Y bla, bla, blá.
Esa noche sueño con el entierro de mi padre. Despierto aturdido, a eso de las dos de la mañana. Comienzo a dar vueltas en la cama. Enciendo el ordenador. Lo siento, pero tu tono es de alguien que está amargado, me contesta el comentarista que dijo que estaba amargado. En su nick hay enlace. Voy a su blog. Tarda una eternidad en cargarse (cientos de seguidores y gadgets por todos lados). Son poemas (o algo así). La última entrada:
Una tarde de abril
tu falda al viento
te digo que te quiero
me miras
Yo también te quiero
me dices
no es tan bello tu decir
es más bello cómo lo dices
Releyendo textos del blog me he dado cuenta de la proliferación de gemelas últimamente, ya sea en personajes protagónicos o secundarios (será una parafilia más…). He puesto «twins» en Youtube y me ha ha hecho gracia el video de arriba… Abajo, + pin-up.]
«Así de modernos somos. Todos mortales y libres de humo». Lo entiendo con lo del café, ya ni salir a tomar uno vale la pena. Por lo menos sí lo hace prender la computadora y encontrar actualizado este blog 😉
Un beso y gracias!
Qué desesperación al sentir invencible las ganas de fumar y no poder hacerlo en ningún lado!
Qué devastador es el paso de la modernidad sobre los deseos del hombre. Incluso somos tan modernosos que nos gastan la ropa y la venden como nueva, jeje!
Y un olvido o cruce de nombres lo tiene cualquiera, eso es verdad. A mi me pasa siempre, todo el tiempo olvido rostros y nombres, cunfundo rasgos y dilapido oportunidades de fiestas porque pienso que no lo conozco y en verdad si. O son excusas para quedarme en casa, que ahí puedo fumar y allá no.
Putos anuncios.
?
vuelven a verse anuncios? No es cosa mía…
Me encanta lo de «prendas con las que no parezca que quiero rodar un anuncio de colonia». Jaja. Nunca lo había pensado pero tienes razón.
El texto muy bueno, como siempre. Tienes una especie de genialidad que no sé explicar pero que me mola.
Tu marca cuesta 4 euros, la mia en el estanco creo que son 4,40, asi de modernos somos!!! Menos mal que somos cool y tenemos controlado el tema, no pasando en ningún caso del paquete semanal.
Por otro lado, no sé si me preocupa que yo no suelo hacer cruce de nombres, quizá debería empezar a pensar que mi vida social es escasa.
Un besito!
Como siempre un texto increíble y dejando joyitas desperdigadas por él, con pensamientos, apuntes y cavilaciones que da gusto que arraiguen y te dejen un rato pensativo. Me gusta este chico, sus olvidos y demás, por lo visto no se asusta de que una chica muerta le llame, eso es que ya le ha pasado más veces, yo lo que si olvido muchas veces es el nombre de la gente, y tengo que preguntar por lo bajo, “¿Cómo se llamaba su novia?” jejeje Pero bueno, también estoy acostumbrada, soy el despiste personificado. Tiene que haber gente para todo, desde los que escriben magistralmente como tú, a los que hacen poesía cursilera y mojigata. Pero como todo en esta vida, no es oro todo lo que reluce, habría que ver lo que esa persona que le dejó el comentario al protagonista, si no se excitaría igualmente con su texto como lo hizo el resto…. El problema es que no a todo el mundo le gusta reconocerlo, somos muy hipócritas a veces.
Un beso Jordi y que sepas que yo también me reí mucho con estas dos cantantes tan dulces.
he venido a visitarte a tu blog y me pongo a pensar que creo que te recuerdo de antes, no sé, ¿antes te leía?
me gusta como escribes, como envuelves a media que discurre el texto…
biquiños,